14-11-2019
Tasajera, la historia de una comunidad en riesgo
Gilberto García | Alba SudPobladores de la Isla Tasajera en El Salvador reconstruyen la historia de su comunidad, bajo la amenaza que aumente el número de familias desalojadas.
Crédito Fotografía: Bocana el Cordoncillo, Isla Tasajera. Foto cortesía de Yesica.
La historia de los conflictos sociales en El Salvador está ligada fuertemente al uso de la tierra y recursos como el agua. En la década de los 40 y 50 se inició la construcción de represas hidroeléctricas en el río Lempa y se introdujo fuertemente el monocultivo de la caña y el algodón, especialmente en la zona paracentral y oriental del país. Esto generó nuevas oleadas de migración campesina: muchas familias fueron a Honduras, otras migraron internamente. Los primeros habitantes de la Isla Tasajera llegaron en 1946. Fueron un grupo de cinco familias, que se instalaron en un pequeño territorio rodeado de pantanos y humedales, buscando donde vivir y cultivar. Diez años después llegarían otras cinco familias. Actualmente, siete décadas después, se calcula que son cerca de 300 familias, quienes la amenaza de ser desalojadas. Tasajera se ha vuelto de alto interés para inversiones turísticas.
La tierra en el epicentro de crisis recurrentes
El pequeño país centroamericano para 1955 tenía 21 mil kilómetros cuadrados y 2.4 millones de habitantes. Ya entonces, eso implicaba una gran presión sobre el uso del suelo, tomando en cuenta el predominio de latifundios dedicados a monocultivos de café, y que en esa época se impulsaban fuertemente también los de algodón y caña de azúcar, sobre todo en la zona paracentral y oriental donde se encuentra la Isla de Tasajera.
Los grandes conflictos sociales en El Salvador siempre estuvieron vinculados al uso del suelo. Como muy bien describió el sacerdote jesuita Segundo Montes, la tierra siempre fue el “epicentro de la crisis”. Desde 1835, con el levantamiento indígena de los Nonuálcos, justo en la misma zona paracentral y unos años después de la Independencia, uno de los puntos de discordia fue la disputa de las tierras, que entonces explotaban los criollos de ascendencia española, para el cultivo del añil.
Posteriormente, a partir del año 1885, la expropiación de tierras comunitarias ejidales, entregadas a migrantes europeos para introducir el cultivo del café, incubaría el levantamiento indígena de 1932. Luego de la larga dictadura de Hernández Martínez, entre 1931 y 1944, los nuevos planes de desarrollo económico, que incluyeron la construcción de represas hidroeléctricas, la industrialización y nuevos monocultivos, sentarían las bases para nuevos conflictos sociales.
Una época de migraciones
Las primeras diez familias que se instalaron en la Isla Tasajera, alrededor de 1958, lo hicieron justo durante una época de migraciones internas producto de la construcción de represas y de la ampliación de monocultivos de caña de azúcar y algodón. Estos flujos migratorios también alcanzaron los países vecinos. La población migrante salvadoreña que se ubicó en Honduras se vio posteriormente desplazada y atrapada en un círculo de violencia social, que culminó con el conflicto armado entre El Salvador y Honduras en 1969, en la llamada “Guerra de las 100 horas”, o la mal llamada “La guerra del Futbol”, a causa de que la escalada de agresiones estallaría producto de un partido eliminatorio para el mundial de México 70. Sin embargo, las verdaderas razones asociadas a la migración, y la disputa del uso del suelo, se venían incubando desde años anteriores.
Cuando las primeras familias llegaron a Tasajera a fines de los años 40, los Revelos, Carmona, Rodríguez, Funes y Peraza, encontraron terrenos aptos para la vivienda y el cultivo, pero rodeados de zonas pantanosas, manglares y de difícil acceso. Su primera gran actividad fue preparar la tierra para vivir y cultivar, pues la isla estaba cubierta de gruesos matorrales de mongoyanos y de ishcanal, una maleza que posee abundantes espinas de gran tamaño. Durante décadas fueron abriendo con sus manos y su trabajo diario la brecha para vivir y cultivar.
En aquellos años, la única forma de llegar a la Isla, era un camino de terracería que daba acceso desde la carretera del litoral, por una lengua de tierra que corre de oeste a este, paralelo a la playa, hasta la Playa La Puntilla, una ruta de aproximadamente 30 kilómetros que en ese momento era muy poco transitada. Desde ese punto hay que tomar lanchas pesqueras para transportarse hasta la isla, cruzando la desembocadura del Estero de Jaltepeque, actualmente una zona natural protegida, que está clasificada como un “Humedal de importancia internacional”.
Foto: SISR Servicio de Información sobre Sitios Ramsar (SISR) .
Llega la carretera, pero solo hasta el hotel
Cuentan los habitantes de esa comunidad que esa carretera empezó a pavimentarse aproximadamente en el año de 1973, ya que en 1975 se inauguraría el turicentro del Instituto Salvadoreño de Turismo (ISTU) llamado Costa del Sol, en la playa del mismo nombre. El ISTU tenía como objetivo administrar sitios turísticos para la población trabajadora. Sin embargo, para llegar desde Costa del Sol hasta la Puntilla en la desembocadura del Estero de Jaltepeque, faltaban aún 12 kilómetros que tuvieron que esperar algunos años más para mejorar su transitabilidad.
En 1978 se inauguró el Hotel Tesoro Beach, una inversión de la reconocida familia Closa, la primera gran inversión turística privada de la zona. Esto permitió la ampliación de la pavimentación de la carretera unos 7 kilómetros más. Para cuando inicióel conflicto armado en 1980, la carretera, y en general los alrededores, quedó en el total abandono, debido a la peligrosidad de la zona. En esa época la desembocadura del estero se convirtió en zona de interés militar, pues era constantemente patrullada para evitar el trasiego de armas de la insurgencia por vía marítima. En ese contexto, la comunidad de Tasajera siguió creciendo de manera bastante aislada del resto del país, con el naciendo una nueva generación de pobladores y pobladoras.
“Crecimos rodeados de la naturaleza”
Una pobladora que se identifica con el nombre de Yesica, nacida en la Isla, compartió con Alba Sud algunas de las anécdotas que fueron transmitidas por sus familiares de generación en generación. Su abuelo fue uno de esos primeros pobladores que llegaron a Tasajera a finales de la década de los 40, y vivió en ella hasta su fallecimiento en 2018, a la edad de noventa años.
Debido al aislamiento y el constante peligro durante el conflicto armado, durante esos años la comunidad de Tasajera vivió prácticamente aislada. La guerra “fue uno de los motivos por los que casi nadie se atrevía a vivir ahí, según mi abuelo” (…). Pero la gente en la isla es gente pacífica, para resumirle, en la isla todos pueden pasar por doquier y no hay problema, porqué si algo nos ha mantenido fuertes es el ser unidos de tal forma como una familia. Mi infancia en ese lugar pienso que ha sido una de las mejores experiencias, debido al ambiente que en la isla se genera entre la comunidad, además, ¿qué mejor que vivir en un lugar rodeado de naturaleza? Cosa que ahora nos quieren arrebatar a la mayoría de habitantes. Es como arrebatarnos, toda una historia, toda una vida”.
Luego de la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, la zona tuvo un nuevo auge económico, vinculado al turismo y a los bienes y raíces. Nuevas inversiones hoteleras se crearon a partir del desarrollo de muchos hoteles, ranchos privados y residencias que empezaron a construir muelles para yates medianos y grandes del lado del Estero de Jaltepéque. Eso les permitía disponer de muelles en puertos seguros y aguas tranquilas a solo unos minutos de acceso a mar abierto por La Puntilla. A finales de los años 90 la carretera fue finalmente terminada hasta ese punto, y muchas más personas, sobre todo turistas nacionales y extranjeros, empezaron a conocer y visitar.
Tortuga golfina en Isla Tasajera. Foto cortesía de Yesica.
Los ranchos y hoteles de Playa pusieron la zona en el principal interés turístico nacional e internacional, así se han organizado incluso competencias internacionales tales como el torneo de la pesca de Marlin, en la que compiten yates y embarcaciones deportivas de toda la región, norte y sur américa.
Un renovado interés de explotación turística
Un artículo previo de Alba Sud explica los sucesivos intentos del empresario Antonio Closa, hijo del inversionista principal del Hotel Tesoro Beach, para tatar de explotar con fines turísticos la propiedad habitada por la comunidad. Cuatro generaciones de pobladores que han habitado la isla por casi 70 años, ven sus derechos humanos amenazados de manera directa, por lo cual han empezado a organizarse.
La comunidad vive actualmente de la agricultura familiar, de la pesca, de los servicios al turismo local, de proyectos de beneficio comunitario y de comercio de productos de primera necesidad. Todas estas actividades se ven también en riesgo, porque la zona que está amenazada y en disputa es precisamente la que tiene mejor acceso a la bocana y a la Puntilla, es decir la zona de mayor accesibilidad.
Iván Funes, hijo de Elmer David Funes, presidente de la comunidad, accedió también a complementar el panorama de la situación que están viviendo los pobladores. Su padre lleva varios años al frente de la ADESCO Comunidad Isla Tasajera, una asociación civil comunitaria que ha encabezado la lucha jurídica por el derecho de los habitantes de la isla. Como presidente de la comunidad ha sido objeto de un gran número de demandas, así como de constantes amenazas. Iván manifiesta que, si bien es cierto que hasta el momento fueron solo veinte las familias desalojadas, en realidad son cerca de las ciento ochenta familias las que están amenazadas, de las trescientas que habitan la isla actualmente.
El sitio de mayor interés es justo la zona que se encuentra frente a La Puntilla, también llamada Bocana de Cordoncillo. Sus arenas grises cuasi blancas, así como un paisaje donde puedes tener acceso a bellos amaneceres y atardeceres debido a los 360º grados de visibilidad que se tienen rodeado de diferentes atracciones naturales, la ha convertido en un codiciado botín, Así, las familias más afectadas, fueron las que estaban ubicadas más cerca de esa zona de riqueza natural privilegiada. Está de más decir, que la zona también es sitio de anidamiento de tortugas golfinas.
Lo anterior es confirmado también por Yésica: “Fue a las familias que estaban en la zona más cercana al mar, ya que convenientemente ellos dicen que la parte que les pertenece es una parte de la isla en la cual abarca tanto orilla del mar como del estero. A mí se me erizó la piel, al igual que a las familias afectadas ya que como le mencioné anteriormente no somos una comunidad común y corriente, todos somos una familia.”
Foto cortesía de Yesica.
Iván manifiesta que la comunidad está totalmente preparada y documentada para demostrar lo justo de sus derechos. Así, afirman disponer de toda la información sobre el hecho que la Isla fue embargada por el Banco Centroamericano de Integración Económica. (BCIE) y donada al gobierno en 2013 para que fuera un área natural protegida. Pero también alerta que diversas maniobras, que identifica como parte de la corrupción arraigada en los gobiernos de la época conservadora, les dieron herramientas legales a los antiguos propietarios para actuar judicialmente en contra de los habitantes.
Dos modelos contrapuestos
A pesar del crecimiento del tamaño de su población, los pobladores de la comunidad se convirtieron desde hace mucho tiempo en agentes activos en el cuidado ambiental y la conservación de la zona. La ADESCO, y en general la comunidad, está organizada en varios proyectos de manejo integral de desechos sólidos, cuidado de los manglares, erradicación de trabajo infantil, turismo comunitario, entre otros. La posibilidad del desarrollo de una gran construcción hotelera, es en sí una gran amenaza.
Según varias ONG especializadas, una inversión hotelera como la pretendida en Tasajera, no debería ser permitida en un área natural protegida. No solo por las prohibiciones legales existentes, sino porque la zona ya está sometida a un grave presión y explotación ambiental. Sin mencionar los graves efectos que se observan en el estero y en las playas, producto del inadecuado manejo de los recursos naturales en otras áreas del país, como el caso de la cuenca del Lempa.
El curso de los hechos, servirán como una prueba práctica sobre el respeto a los derechos humanos de la nueva administración del ejecutivo salvadoreño, dado que hace solo unos meses ha asumido en medio de grandes expectativas y promesas de marcar la diferencia con respecto de los gobiernos anteriores. Sin embargo, hasta ahora, la colaboración de la corporación policial en el primer desalojo, ha generado tremendas dudas, sobre el carácter complaciente que tendrían las autoridades con los grandes empresarios hoteleros. Y esto podría convertirse en un nuevo episodio de despojos de las comunidades de sus derechos a la tierra.
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