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Entrevistas | Mundo global

11-05-2013

“El escrache es una forma de expresión en el marco democrático, una expresión popular”

Rodrigo F. Miranda | Alba Sud

Entrevista con Ana “Pipi” Oberlin, miembro de HIJOS, abogada y representante de esta agrupación en juicios de lesa humanidad, sobre el papel que han  jugado los “escraches” en la reciente historia política argentina, a la luz de sus nuevos usos en España. 


Crédito Fotografía: Ana “Pipi” Oberlin. Fotografía de Página 12.

HIJOS es un organismo en lucha por los derechos humanos. Nació en abril de 1995, en un encuentro del cual participaron varios hijos e hijas de desaparecidos y desaparecidas. Posteriormente la agrupación amplió sus integrantes no sólo a hijos de desaparecidos, sino también de asesinados, ex presos políticos, exiliados y todas las personas que se sintieran contenidas por los objetivos de la organización, que se centran en Verdad, Memoria y Justicia.

¿Cuándo y por qué HIJOS comenzó con las acciones de escraches? ¿Cómo se organizaban?

Los escraches comenzaron un tiempo después de que nos organizáramos como agrupación. Surgieron por la impotencia que generaba el hecho de que quienes habían cometido los delitos más aberrantes, estuvieran en libertad y nadie supiera quienes eran, excepto los afectados, que en muchos casos se los cruzaban. El objetivo principal era que el resto de la gente supiera quienes eran, y que los repudiara, que el panadero no le vendiera más el pan, que el vecino no lo saludara, que la sociedad los rechazara. Como no había posibilidad de condena penal, que hubiera condena social.

Se organizaban con anticipación, se iba unos días antes al barrio donde vivía el represor a escrachar, se hablaba con los vecinos y se les explicaba quién era, qué había hecho y se los convocaba al escrache propiamente dicho. Que consistía en ir a la puerta de la casa del escrachado y hacer un pequeño acto, denunciando que vivía ahí, lo que había hecho y quiénes eran sus víctimas. Además se señalaba la casa con pintura.

¿Qué valoración harías sobre los escraches como herramienta de acción política para los movimientos sociales?

Para nosotros fue una forma innovadora de buscar Justicia, Memoria y Verdad. En ese momento, era muy frustrante saber que los genocidas andaban sueltos, y que se presentaban ante la sociedad como buenos padres, buenos vecinos, pese a todo lo que habían hecho. Fue una herramienta transformadora que fue utilizada y apropiada, luego, por muchísimas organizaciones. En ese sentido, es una marca identitaria de H.I.J.O.S.

¿Qué logros se alcanzaron a partir de estas acciones directas y populares en Argentina?

En términos de los organismos de derechos humanos, conseguimos dar mayor difusión a lo que había pasado en nuestro país y la impunidad que reinaba. Para nosotros, sin la práctica de los escraches, difícilmente hubiéramos conseguido el plafón social necesario para poder lograr desandar la impunidad.

Escache en Buenos Aires (2003). Fotografía de Katunia (bajo licencia Creative Commons).

Como sabes, en España las víctimas organizadas de los desahucios comenzaron hace semanas a realizar escraches a responsables políticos del Gobierno del Partido Popular, en respuesta a la situación de indefensión en la que se encuentran miles de familias y también a la impunidad con la que el poder financiero está restringiendo los derechos sociales de una parte significativa de la ciudadanía. Como reacción, una parte significativa del arco político y los grandes medios de comunicación califican a esta acción popular de “violenta, ilegítima y antidemocrática”. ¿Qué valoración te merecen este tipo de calificaciones sobre los escraches?

Violento, ilegítimo y antidemocrático es lo que están haciendo los gobiernos de Europa con sus ciudadanos. El escrache es una herramienta popular que busca como objetivo mostrar, sacar a la luz, situaciones de indefensión e injusticia. Lejos de ser violenta, antidemocrática o ilegítima como práctica es una forma de expresión en el marco democrático, y es una expresión popular.

Otra reacción del poder político frente a los escraches es la policial: no se permite que las personas manifestantes se acerquen a más de 300 metros del escrachado y también la policía realiza identificaciones a las personas manifestantes para aplicarles multas. ¿Crees que es posible detener este tipo de iniciativas utilizando la coacción o la represión policial? ¿Por qué?

Lo mismo ocurría en los comienzos en Argentina. Incluso vivimos situaciones represivas muy graves y eso no nos detuvo, todo lo contrario. Creo que la utilización de la coacción o la represión forman parte de la manera que en general los gobiernos buscan acallar las manifestaciones populares en momentos de crisis. En lugar de buscar soluciones a los problemas que plantean los ciudadanos, reprimen. En Latinoamérica, durante muchísimos años la respuesta a los planteos populares era la represión y la violencia.

En España inicialmente los escraches de las víctimas de los desahucios tuvieron inicialmente un fuerte apoyo ciudadano, aunque la fuerte campaña de criminalización desde partidos políticos y medios de comunicación está contribuyendo a mermar este apoyo. ¿Cómo fue el apoyo de la ciudadanía argentina en el caso de HIJOS? ¿Cómo crees que se debería sensibilizar (o fomentar una conciencia crítica) a la ciudadanía para que continúa apoyando los escraches?

En argentina el apoyo fue dispar, sobre todo dependiendo del lugar dónde se realizaban los escraches. Al principio la gente tenía miedo y no participaba mucho. Además, durante mucho tiempo la cultura impuesta por la dictadura del “no te metás” dejaba en soledad a los organismos de derechos humanos. Salir de la sectorización y segregación que se intenta imponer a las luchas es un desafío grande, pero no es imposible.

Existe una clara diferencia de contexto en el momento de realizar los escraches: en Argentina sobre quienes se hacían los escraches ya no estaban detentando el poder, habían podido transitar manteniendo la impunidad, en cambio en España, se les hace a quienes detentan directamente el poder político. Esto, ¿puede de algún modo dificultar la estrategia? ¿Podrías valorarlo? 

No, en Argentina muchos de los escrachados estaban en el poder. Varios de ellos se habían reciclado en la política y algunos tenían puestos de jerarquía en las fuerzas armadas o de seguridad. No creo que eso dificulte la estrategia, pero sí que hay que ser muy cuidadosos para no ponerse en riesgo ni poner a otros. En ese sentido, tomar todas las medidas de protección.

En España, aunque es la Plataforma de Afectados por las Hipotecas el colectivo que inicia los escraches, gradualmente este tipo de acción popular se va extendiendo a otros movimientos sociales y ciudadanos. ¿Ocurrió lo mismo en Argentina? ¿Se extendió a otras causas? ¿Qué recorrido tuvo? ¿Para que esto funcione no es imprescindible que haya un nivel de legitimación social tal que hace difícil aplicarlo a otras causas?

Si, se extendió a muchísimas otras causas. De hecho se convirtió en una herramienta muy utilizada, sobre todo durante la etapa neoliberal y con distintos escrachados, de todo tipo. Creo que la legitimación la da el tipo de reclamo y si los reclamos son válidos, no es difícil aplicarlos a otros temas.

Escrache ante la sede del Partido Popular en Sevilla (2013). Fotografía de sevillareport (Creative Commons).

En uno y otro caso: ¿qué papel crees que tiene y ha tenido el poder económico? ¿Es casualidad que en ambos casos los países estuvieran sufriendo agresivas políticas de corte neoliberal?

No, está clarísimo que no es casualidad. En Argentina, el poder económico fue el principal artífice de la dictadura, como en todo Latinoamérica. El objetivo principal fue imponer un modelo económico, endeudando a nuestros países. Por otra parte, las políticas de corte neoliberal, históricamente se imponen por la fuerza, pues siguen recetas muy pautadas.

¿Cuál consideras que debe ser el papel de los movimientos sociales en un contexto político sumido en el neoliberalismo y la “democracia tutelada”?

El de denuncia, el de exposición de lo que ocurre, y el de resistencia. En momentos como estos, hay que asumir como responsabilidad la lucha para impedir que se avasallen todas las políticas sociales.

Con la crisis en España se están incorporando toda una serie de conceptos y prácticas sociales que tienen mucho que ver con la experiencias argentina y latinoamericana, empezando por los escraches, pero siguiendo con los corralitos o los procesos constituyentes, ente otros. ¿Cómo valoras este proceso y esta transmisión de lenguajes y experiencias?

Como muy positivo, creo que como quienes diseñan y llevan adelante estas políticas nefastas repiten recetas, es interesante que quienes pertenecemos al movimiento social hagamos lo mismo. Creo que se puede aprender de todas las luchas, compartir herramientas, para mejorarlas. Más allá de que los contextos son distintos, creo que en esencia es muy bueno poder tomar otras experiencias y replicarlas. Como pueblos que hemos vivido sometidos durante muchos años, en Latinoamérica se han desarrollado muchísimas formas de resistencia.

¿Alguna reflexión final?

Me parece que lo más importante es tener en cuenta que lo imposible sólo tarda un poco más. Ese fue nuestro horizonte durante mucho tiempo, y tuvimos que vencer muchos obstáculos, para comenzar a desandar la impunidad. Hoy en argentina más de 500 represores fueron condenados, hemos recuperado a 108 nietos apropiados –aun quedan muchos, pero estamos avanzando en ese sentido-; hemos podido recuperar restos de muchos desaparecidos. Esto demuestra que lo que enseñaron las Madres y las Abuelas, con su perseverancia y tenacidad, rinde sus frutos, aunque se tarde, como en nuestro caso 37 años.