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Artículo de Opinión | Noticias Generales

10-06-2025

Turismo como fuente de deshumanización

Rafael Borràs | Alba Sud

En territorios ocupados, la turistificación se abre paso como fuente de negocio y de legitimación de regímenes donde se conculcan los derechos humanos más elementales. La situación en Palestina y en el Sáhara Occidental ilustran cómo el turismo se convierte en expresión de la deshumanización. 


Crédito Fotografía: Rafael Borràs.

El pasado 30 de marzo Diario de Mallorca publicó una entrevista al dirigente del Grupo Barceló, Simón Pedro Barceló. La periodista, después de preguntarle si la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca condiciona los planes de la hotelera en los EE.UU., cuestiona: “¿Qué le parece su idea de convertir Gaza en un resort?” El empresario hotelero contesta: “No tengo información suficiente como para poderme manifestar”. Obviamente, es inverosímil la carencia de información sobre lo que pasaba –y, desgraciadamente, continúa pasando– en la Franja de Gaza. Verdaderamente, la pregunta de la periodista venía a ser: ¿Qué le parece la idea de Trump de construir un resort turístico sobre los escombros de un genocidio y de la limpieza étnica de un pueblo, el palestino, colonizado y sometido a un brutal régimen de apartheid desde hace décadas? La traducción de la contestación de Simón Pedro Barceló no puede ser otra que “es una cuestión de negocios, de rentabilidad de la inversión, de los flujos de los mercados turísticos... se tiene que estudiar con cuidado”.

Viene a cuento recordar esta entrevista para intuir que, cuando el pasado febrero el actual presidente de los EE.UU. difundió el tristemente famoso video de Gaza transformada en un resort turístico, no se trataba de una astracanada de un psicópata ultraderechista. Más allá de la deshumanización de las imágenes (Elon Musk de vacaciones y lanzando billetes sobre escombros que han acumulado víctimas de la masacre, una gran estatua dorada de Trump, edificios de lujo...), el mensaje principal es “Seremos inversores en Gaza”. Por lo tanto, la elaboración mediante inteligencia artificial (IA) y difusión mundial del video fue una estrategia muy bien calculada de aplicación comunicativa de acuerdo con el método de la “Ventana de Overton”, es decir, del modelo que explica cómo ideas políticas y empresariales, consideradas tabúes en una época, se vuelven aceptables en otra. En el supuesto de que nos ocupa, el capital turístico ha hecho una considerable tarea de normalización del desacoplamiento radical entre turismo y derechos humanos (DDHH).

Veamos sucintamente algunos ejemplos:

I) En un informe que en 2018 publicó el Observatorio de los Derechos Humanos y Empresas en el Mediterráneo (ODHE) ya se denunciaba que el turismo a Israel generaba un gran beneficio económico a expensas de la ocupación del territorio palestino. En el apartado 3.5, titulado “El Turismo como estrategia de colonización y expolio del patrimonio cultural”, se puede leer que, mientras el estado de Israel promociona el país como un destino turístico con una potente gama de atractivos históricos, religiosos, de playa, y de ocio, nada se dice sobre el hecho de que “esta oferta turística omite que Israel se ha ido apropiando desde 1948 de áreas de los Territorios Ocupados Palestinos (TOP), y que la expropiación y control se ha extendido con el desarrollo de la oferta hotelera a los asentamientos ilegales, con la construcción de hoteles en Kfar Adumim, Givat Hamatos, Vered Jericho, Kanrei Shomron, y Rotem”.

 

II) Unos años más tarde, en junio de 2020, Amnistía Internacional hizo una campaña denunciando a TripAdvisor como colaborador de la colonización de Palestina por parte de Israel.

 

III) En octubre de 2024 El Salto publicó una esclarecedora pieza, firmada por Martín Cúneo, bajo el título “Airbnb y Booking desoyen a la ONU y ofertan alojamientos en tierras palestinas robadas”.

 

Esta selección de denuncias ilustra la existencia de una autentica campaña normalizadora de la conculcación por parte del capital turístico internacional de los DDHH en Palestina (tanto en Gaza como Cisjordania), y, a la vez, explica, en gran medida, la lógica del nauseabundo video de Trump. Hace tiempo que la turistificación sobre los escombros y la matanza del pueblo palestino está en marcha.

 

Añadamos que, a pesar de que el proyecto de Trump y Netanyahu de convertir Gaza en la "Riviera de Oriente Medio" pueda parecer una excentricidad, verdaderamente es una obscenidad que ya se ha practicado en la última colonia de África: el Sáhara Occidental. Según la legalidad internacional, el Sáhara Occidental es un territorio no autónomo pendiente de descolonización, un territorio ocupado ilegalmente por Marruecos desde 1975. Una ocupación de la que son cómplices los distintos gobiernos del Reino de España y de la Unión Europea que, con el expolio de los recursos naturales saharauis a través de sus multinacionales, se han convertido (España y la UE) en los grandes financiadores y sustentadores de la ocupación. Esto no es opinable, es una verdad fáctica sentenciada por los tribunales europeos. En cualquier caso, para una visión panorámica de este conflicto de descolonización inconcluso es bastante recomendable consultar el trabajo de la ONG Mundubat.

 

Para lo que ahora nos ocupa, procede recordar que el turismo se ha convertido en una pieza clave en la estrategia de saqueo que práctica Marruecos de los recursos saharauis, y se ha situado como la forma clave de legitimación y normalización de la ocupación. Esto es así porque en 2024 Marruecos se ha convertido en la primera potencia turística de África, con 17,4 millones de visitantes, una actividad económica que representa un 7,2% del PIB marroquí. Por lo tanto, el turismo tiene una grandísima importancia en la economía y la política para Marruecos. Es en este contexto en el que el régimen marroquí ha intensificado por tierra mar y aire la promoción turística de Dajla. La obsesión del Makhzen (la oligarquía alauita) y sus cómplices es posicionar la, en otro tiempo llamada ciudad de Villa Cisneros situada a la costa atlántica, como un destino clave en la oferta turística marroquí. Pero, como bien titula esta pieza periodística, firmada por José Carmona, hacer inversiones turísticas o hacer turismo en Dajla es hacerlo “en un país ocupado”, en una ciudad bajo represión marroquí.

 

En los casos de Palestina y del Sáhara Occidental hay evidentes diferencias en los orígenes, desarrollos, y posibles desenlaces de los respectivos conflictos de ocupación y apartheid, y son distintos los grados de crueldad de los respectivos ocupantes. Ahora bien, hay una similitud incuestionable: el turismo ha devenido, en ambos casos, en fuente de deshumanización y de conculcación de los DDHH más elementales. En este sentido, ahora que pronto hará un año que Nelson Rivera y Sergio Rivera, de la Fundación Renacer-ECPAT Colombia, publicaron en esta misma página web el artículo titulado “Turismo y DDHH: una responsabilidad compartida”, parece que todo está por hacer. Y, encima, el deseo postcapitalista de hacer turismo no ha reavivado –supongo que con mucha contrariedad del añorado Mark Fisher– la conciencia de los grupos subyugados [1] de hacerlo de otro modo. Mientras tanto, se presenta el llamado turismo de guerra. ¡Pura deshumanización!

  

 

Notas:
[1] La conciencia de la subyugación es en primer lugar conciencia de los mecanismos (culturales, políticos, existenciales) que la producen: los engranajes que el grupo dominante normaliza y a través de los cuales crea una sensación de inferioridad de los subyugados. Pero, en segundo lugar, es también conciencia del potencial del grupo subyugado, una potencia que depende precisamente de este alto estado de conciencia”. Mark Fisher. “Los fantasmas de mi vida”. Caja Negra, 2018, pág. 133.