15-05-2025
Áreas Naturales amenazadas por el turismo residencial en Sisal, Yucatán
Eliana del Pilar González Márquez | Alba SudYucatán alberga valiosas reservas naturales como El Palmar y las Ciénagas y Manglares, esenciales para la biodiversidad y el equilibrio ambiental. Sin embargo, el turismo residencial y la especulación inmobiliaria están poniendo en riesgo estos ecosistemas. A pesar de los esfuerzos por regular el desarrollo urbano mediante planes como el Plan de Ordenamiento Ecológico Territorial de la Costa de Yucatán, estos han perdido fuerza normativa. Hoy, el boom inmobiliario avanza incluso dentro de zonas protegidas.
Crédito Fotografía: Reserva El Palmar. Imagen de Casa Balam
Durante la década de 1980, México, como muchos otros países en América Latina, experimentó un cambio significativo en cuanto a políticas ambientales. El deterioro acelerado de recursos naturales, la creciente deforestación y la extinción de especies llevaron a la movilización de científicos, ambientalistas y gobiernos a tomar medidas. En Yucatán, el desarrollo urbano, turístico y la pesca no regulada estaban impactando negativamente las zonas costeras, incluidas áreas tan frágiles como El Palmar y Ciénagas y Manglares. Fue en este contexto que las autoridades locales y federales, en colaboración con organizaciones no gubernamentales (ONG) y científicos, comenzaron a abogar por la protección de áreas naturales clave en la península de Yucatán. En particular, se buscaba proteger los manglares y los hábitats de aves migratorias.
Uno de los principales argumentos a favor de la creación de la reserva fue la protección de las rutas migratorias de aves, especialmente del pato que proviene de Canadá y Estados Unidos, y utiliza las lagunas y humedales de El Palmar como zonas de alimentación, descanso y anidación durante sus largos viajes. El objetivo era asegurar la protección y conservación de los recursos naturales que integran los ecosistemas de la reserva, ya que albergan una gran diversidad de flora y fauna, entre las que destacan especies endémicas y amenazadas, como el flamenco rosa, el cocodrilo de pantano, el ocelote y el mono araña. Asimismo, se reconoció el papel clave que los manglares desempeñan en la mitigación del cambio climático, ya que son sumideros naturales de carbono y barreras protectoras contra las tormentas tropicales y huracanes que frecuentemente azotan la región, así como zonas de reproducción de especies marinas. El 29 de enero de 1990 fue publicado en el Diario Oficial del Estado de Yucatán el decreto en el que fue declarada la REEP que se extiende por una superficie de 47,931.45 hectáreas en una franja litoral entre los municipios de Celestún y Hunucmá.
Imagen de Eliana del Pilar González Márquez
Si bien la creación de la REEP estuvo orientada principalmente a la protección de los ecosistemas costeros y su biodiversidad, también se buscó equilibrar las actividades humanas tradicionales como la pesca de jaiba como carnada para la captura de pulpo. En cuanto al turismo cinegético o de caza, este fue un tema complejo. La caza de patos y otras aves acuáticas en la región de Yucatán tiene una larga historia, y era una actividad importante, tanto para cazadores locales como para turistas nacionales e internacionales, especialmente estadounidenses. Durante la creación de la reserva, se permitió continuar con esta práctica, pero bajo estrictas regulaciones y controles para asegurar que no afectara negativamente a las poblaciones de aves ni a los ecosistemas de los humedales. Para ello, se establecieron zonas específicas dentro de la reserva donde la cacería regulada podría continuar, siempre y cuando se cumplieran con las normativas sobre cuotas de captura, temporadas de caza y límites geográficos. Esto permitió que Sisal continuara como destino del turismo cinegético. A continuación, mostramos el área que comprende el Plan de Ordenamiento Ecológico Territorial de la Costa de Yucatán.
Fuente: Geocomunes
Ante esta problemática y a mediados de la década del 2000 un grupo interdisciplinario de académicos elaboró el Plan de Ordenamiento Ecológico Territorial de la Costa de Yucatán (POETCY) que tuvo como propósito establecer lineamientos claros para el uso del suelo en la costa del estado de Yucatán. Dicho plan buscaba equilibrar las actividades económicas con la conservación ambiental, reconociendo la importancia ecológica de los manglares, ciénagas y otros ecosistemas costeros para la regulación climática, la protección de las costas, y la preservación de especies en peligro de extinción. Como consecuencia directa de este plan de ordenamiento se creó la Reserva Estatal Ciénagas y Manglares de la Costa Norte de Yucatán (RECM ), que se extiende en una superficie de 54,776.73 hectáreas en una franja litoral que abarca los municipios de Hunucmá, Ucú, Progreso, Ixil, Motul, Dzemul, Telchac Puerto, Sinanché, Yobaín, Dzidzantún y Dzilam de Bravo, abarcando las áreas clave que el POETCY había identificado como prioritarias para la conservación debido a la riqueza biológica y los servicios ambientales que proporcionaban, como la captura de carbono y la protección contra huracanes. Además, se buscaba evitar la expansión no planificada de desarrollos turísticos y urbanos que amenazaban con alterar de manera irreversible estos hábitats sensibles.
El POETCY se establecía como un instrumento de política ambiental que servía para regular el uso del suelo y las actividades productivas en la zona costera del estado de Yucatán. Fue decretado en el Diario Oficial del Estado el 31 de julio de 2007 para establecer una zonificación ecológica y económica, así como normas y criterios para el ordenamiento territorial, como densidad y altura de las construcciones, limitaciones a la edificación en áreas de mayor fragilidad y en las zonas inundables. Desafortunadamente, los trabajos para que los cabildos municipales decretaran el ordenamiento a este nivel de gobierno no tuvieron el seguimiento adecuado por parte de la nueva administración estatal, por lo que durante el periodo 2007-2014 el respeto a la normativa del POETCY fue variable en los diferentes municipios costeros; sin embargo, destaca el hecho de que el municipio de Hunucmá lo aplicó rigurosamente en el área correspondiente a la comisaria de Sisal.
El POETCY generó inconformidades especialmente a sectores hoteleros e inmobiliarios quienes veían en él fuertes restricciones al despliegue de sus proyectos de inversión. Ante las distintas manifestaciones que se suscitaron y la presión que estos sectores ejercieron en las esferas del gobierno estatal, el plan fue revisado y actualizado en el año 2014 eliminando restricciones en casos concretos, pero más importante aún, estableciendo su carácter no vinculatorio, sino sólo indicativo, lo que abrió la puerta a la urbanización del espacio rural en áreas de un frágil y amenazado ecosistema.
Crecimiento del turismo residencial
Desde la primera década del siglo XXI, Sisal ha vivido una transformación silenciosa pero profunda. Si hasta el año 2000 el turismo residencial apenas figuraba en la localidad, para 2020 más de la mitad de las viviendas (59%) ya se destinaban al uso temporal, superando ampliamente a las habitadas de forma permanente (41%) (INEGI, 2020). La declaración de Sisal como Pueblo Mágico en diciembre de 2020 aceleró esta tendencia y desató una ola de especulación inmobiliaria sin precedentes.
Tabla 1. Relación entre viviendas de uso permanente y temporal en el periodo de 1990-2020
“El nombramiento le dio valor al terreno”, explica Walter, guía ecoturístico. “Pero también fue el punto de quiebre: el POETCY ya no se está cumpliendo”. Sus palabras dan cuenta de una percepción compartida por otros habitantes: el auge del turismo residencial no solo responde a una dinámica económica, sino también a la debilitación de los instrumentos de ordenamiento ambiental. La tendencia mostrada en la tabla 1 refleja el avance de la urbanización turística, impulsada por el nuevo estatus de Sisal como destino con "magia", lo cual ha convertido al territorio en un bien codiciado para la inversión inmobiliaria. En este contexto, los marcos normativos como el Programa de Ordenamiento Ecológico del Territorio Costero de Yucatán (POETCY) han quedado rebasados o han sido estratégicamente ignorados, en medio de tensiones entre intereses privados y objetivos de conservación ambiental.
Los letreros de “se vende” comenzaron a llenar el paisaje urbano y rural. Las construcciones se multiplicaron tanto en la franja costera como tierra adentro, modificando aceleradamente el entorno. Jorge, habitante local, describe el fenómeno como “el boom del ladrillo”: “Por donde te muevas están construyendo. Esto va demasiado rápido. ¿Dónde iremos a estar en 10 años?”, se pregunta con inquietud. En efecto, el ritmo vertiginoso de nuevos desarrollos ha generado no solo cambios paisajísticos, sino también un sentimiento de incertidumbre entre quienes ven cómo su comunidad se transforma sin una planeación clara ni participación social efectiva.
Víctor, otro vecino, recuerda cómo el cambio fue abrupto: “De un momento a otro empezaron a salir volquetas por las noches, cargadas con escombro del monte que estaban tumbando”. Para muchos, la pandemia de COVID-19 fue un punto de inflexión. “Durante esos meses llegaron empresarios y compraron tierras como pan caliente”, añade Walter. La contingencia sanitaria no solo desaceleró el turismo convencional, sino que empujó a sectores con capacidad económica a buscar destinos más aislados, lo que elevó exponencialmente la presión sobre territorios costeros como Sisal. Así, la pandemia no detuvo la expansión del capital inmobiliario; al contrario, la facilitó, acentuando aún más la desigualdad en el acceso y control del territorio.
Imagen de Eliana del Pilar González Márquez
Tipos de proyectos inmobiliarios
Los proyectos inmobiliarios detectados en Sisal presentan una amplia diversidad en cuanto a ubicación, servicios, promesas de inversión y tipo de amenidades. Algunos se desarrollan en primera, segunda o tercera línea de playa, mientras que otros se extienden hacia zonas inundables o incluso colindan con áreas protegidas de la reserva ecológica.
Esta tendencia representa un riesgo significativo en una región altamente expuesta a fenómenos meteorológicos extremos, como lluvias intensas y huracanes, comunes entre los meses de junio y noviembre. Muchos de los desarrollos, se comercializan sin estudios hidrológicos o con evaluaciones de impacto ambiental deficientes, lo que deja a los futuros compradores e inversionistas en una posición vulnerable ante las consecuencias de una urbanización mal planificada. En el corto y mediano plazo, esto podría traducirse en viviendas inservibles, pérdidas económicas y conflictos legales por la ocupación de zonas no aptas para el asentamiento humano.
Además del riesgo directo para las personas y sus propiedades, la urbanización de estas áreas altera el equilibrio ecológico de los humedales costeros, cuya función es clave para la regulación del ciclo hidrológico de intercambio de aguas entre el mar y la ciénaga. Al compactar el suelo, desviar escurrimientos y destruir vegetación nativa del manglar y la selva baja, se interrumpe el flujo natural del agua, exacerbando las inundaciones en zonas aledañas y debilitando la capacidad de los ecosistemas para amortiguar los efectos del cambio climático. La construcción en zonas inundables, lejos de ser un problema aislado, es una expresión clara de cómo el capital logra imponerse sobre los límites ecológicos del territorio.
A pesar de ese escenario, en todos los casos, el valor del suelo ha escalado de forma vertiginosa, alimentado por la creciente demanda y la especulación inmobiliaria. En la siguiente tabla se describen los principales tipos de proyectos inmobiliarios que actualmente se comercializan en la zona:
Fuente: elaboración propia
Esta diversidad refleja no solo los distintos perfiles de compradores e inversionistas a los que están dirigidos los proyectos, sino también la manera en que el territorio se fragmenta y reconfigura en función de intereses económicos. En muchos casos, la venta de terrenos sin urbanizar bajo la promesa de plusvalía futura ha contribuido a una expansión caótica, con escasa o nula supervisión por parte de las autoridades competentes.
Reflexión final
El caso de Sisal evidencia cómo el desarrollo turístico mal regulado puede transformar en poco tiempo ecosistemas frágiles y territorios de alto valor ecológico en mercancía. Aunque se crearon instrumentos de política ambiental como el POETCY para controlar esta expansión, la presión del sector inmobiliario ha debilitado su implementación, mostrando los límites de la normativa cuando se enfrenta a intereses económicos poderosos. El crecimiento desmedido de viviendas vacacionales, muchas construidas en zonas inundables o de reserva ecológica, compromete no solo el futuro del entorno natural, sino también la calidad de vida de las comunidades locales.
Es fundamental repensar el modelo turístico y urbano en zonas costeras. La conservación ambiental no puede ser un obstáculo "negociable" para el capital, sino el eje sobre el cual construir propuestas sostenibles que beneficien a largo plazo tanto a los ecosistemas como a las personas que dependen de ellos. Es fundamental fortalecer la participación comunitaria en estos puertos pesqueros, exigir el cumplimiento de la legislación ambiental vigente y fomentar proyectos de educación y conservación que permitan un aprovechamiento turístico sostenible a las cooperativas de ecoturismo.
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