22-08-2024
Caminando por el pasado: el Eixample en tiempos de guerra
Raül Valls | Alba SudLa Guerra de España (1936-1939) forma parte de la memoria histórica de Barcelona. Un pasado reciente y traumático que la ciudadanía tiene que recuperar y conocer. Presentamos una propuesta dirigida al vecindario del Eixample que configura tanto una política pública de memoria como una actividad de un ocio popular rico y emancipador.
Crédito Fotografía: Colas por el racionamiento. Autor: Brangulí, Arxiu Nacional de Catalunya.
Desde la Mesa de Memoria Histórica del Distrito del Eixample de Barcelona en 2018 se puso en marcha la iniciativa "Días cotidianos en tiempos de guerra. Un itinerario de memoria histórica por el Eixample". Esta propuesta, con una clara vocación pedagógica, tiene como objetivo la creación de dos rutas, en los barrios de la Izquierda y la Derecha del Eixample, que consisten en unos sencillos paseos por las calles de la ciudad. Mar Trallero, activista de la memoria del barrio es la autora de los textos que acompañan las dos guías y fue asesorada por la historiadora Mercè Tatjer.
Recuperando el pasado olvidado de las calles
Los itinerarios quieren construir un relato coherente y comprensible sobre la vida cotidiana durante los tiempos la Guerra de España en la Barcelona de la retaguardia republicana. Las rutas combinan los acontecimientos dramáticos del momento, como los bombardeos, el racionamiento y el hambre, descubriendo lugares menos conocidos y aparentemente poco relevantes, pero a la vez próximos a las vidas de los vecinos y vecinas de la ciudad durante aquellos años de plomo. Edificios, calles, actividades y lugares cotidianos a los que se revive proyectando una nueva mirada que ayude a comprender los momentos históricos que vivió una ciudad en guerra. El paseo quiere poner en evidencia como el conflicto bélico transformó la vida, los espacios cotidianos y el día a día vital de la vecindad. Por otro lado, nos acerca a una realidad alejada de idealizaciones y heroísmos y que muestra las luces y sombras de los tiempos de guerra en un barrio de Barcelona, donde convivían diferentes clases sociales entre las cuales el enfrentamiento bélico provocará conflictos y contradicciones. La ruta nos muestra que en los mismos lugares donde se organizaba la resistencia contra el fascismo y la defensa de la libertad y la República, también podían convertirse en centros de detención donde se perseguía brutalmente a los adversarios políticos de derechas o a los sospechosos de simpatizar con los golpistas sublevados.
Acto de inauguración de la ruta el 28/05/2018. Fuente: Web Archivo Histórico Fort Pienc.
La presentación oficial de la ruta de la Izquierda del Eixample se hizo el 29 de mayo de 2018 en un acto organizado en la zona peatonal de la calle Enric Granados entre las calles de Consell de Cent y Diputació con la participación del entonces Comisionado de Memoria del Ayuntamiento de Barcelona, el historiador Ricard Vinyes. El acto se cerró con una pequeña muestra de la ruta propuesta que recorrió la calle Enric Granados entre las calles València y Diputación, a cargo de la autora de las guías Mar Trallero. Las guías se han puesto a disposición de los centros cívicos y otras entidades del Eixample. Las rutas están pensadas tanto para ser promovidas en grupos por los centros cívicos o entidades, como de forma autónoma y autoorganizada, donde una persona o un grupo puede con la guía en mano hacer él mismo el recorrido. Los centros cívicos de la Casa Golferichs y el de Sant Antoni la empezaron a organizar guiados por la autora, Mar Trallero, y hacían una valoración positiva de la primera experiencia. La ruta de la Dreta de l'Eixample todavía está pendiente de presentarse oficialmente a la espera que se concluya la elaboración de otras dos, correspondientes a los barrios de Fort Pienc y Sagrada Familia, y que se prevé que estén a punto de durante el 2024, cuando serán presentadas conjuntamente y se promoverá que estén disponibles (a esta fecha no lo están) en todos los centros cívicos, preferentemente de los barrios implicados. Si bien estamos ante un proyecto con muchas potencialidades de cara a construir una oferta de visitas dirigida a la ciudadanía, este todavía requiere desarrollar una musculatura organizativa y comunicativa y una mayor implicación institucional.
Las rutas
En el itinerario de la Izquierda del Eixample se visita el edificio que albergó el Cuartel 19 de julio en la calle Enric Granados, 16, centro de reclutamiento de las Milicias Antifascistas para canalizar a los voluntarios hacia el frente de guerra después del fracaso del levantamiento militar. También se destaca el papel que el lugar tuvo como centro de detención de partidarios de los golpistas y otros miembros de organizaciones de derechas. Seguidamente, se pone el foco en los bombardeos, sin duda uno de los hechos de la guerra que más impronta dejó a la memoria popular de la ciudad. Se explica su inicio el febrero de 1937, desde el mar, y como continuaron con ataques cada vez más frecuentes e intensos por parte de la aviación italiana aliada de Franco. Se visitan las calles más afectadas y se narran los ataques más mortíferos, como la bomba que cayó al cruce de Balmes con Gran Vía y que, supuestamente, provoco el estallido de un camión de trilita que circulaba por este lugar provocando una gran destrucción y mortalidad. Se visita un refugio antiaéreo, en la Plaza Letamendi, 16, donde se explica que a la primera iniciativa del Ayuntamiento siguió la movilización popular que implicó la construcción de 1000 refugios, donde la vecindad organizada tuvo un papel fundamental en lo que se denominaba "defensa pasiva".
Bombardeo de Barcelona (marzo de 1938. Imagen: Avión Legionaria Italiana.
En Enric Granados, 6, se visita el edificio que albergó la sede del Sindicato de Industrias Alimentarias de la CNT, donde se aborda otra cuestión central de los tiempos de guerra: la dramática y cada vez más intensa carestía de alimentos que afectó a la zona republicana y las consecuencias del racionamiento y del hambre entre la población barcelonesa. En la calle Diputación, 261, el paseo se detiene en el edificio que albergaba la Oficina de evacuación y asistencia a los refugiados donde se explica otro fenómeno de la guerra bastante desconocido. Barcelona recibió cerca de medio millón de refugiados de otros territorios de España ocupados por las tropas franquistas o que se encontraban en la línea del frente de guerra. Esto supuso un esfuerzo titánico de solidaridad que la Generalitat de Cataluña y la población local tuvieron que llevar a cabo en medio de las dificultades que ya sufría Cataluña.
Finalmente, a Diputación, 231 se visita el lugar donde se encontraba la Universidad Popular, organizada por asociaciones juveniles, obreras y otras entidades sobre todo de carácter libertario. Esta iniciativa que conectaba directamente con los proyectos educativos de la República, fue efímera y a partir de mayo de 1937 se vio afectada por las luchas internas en la retaguardia republicana y por el mismo esfuerzo que implicaba la guerra.
En el itinerario de la Derecha del Eixample el primer punto de la ruta se encuentra en el Paseo de San Juan, 102, donde se encontraba una gasolinera hoy desaparecida. El lugar sirve para explicar la situación general de escasez y racionamiento que se tuvo que imponer, también para los combustibles, a la vez que se introduce la cuestión del desarrollo del mercado negro y de lo que se conoció popularmente como "estraperlo". En el Paseo San Juan, 108, la Casa Macaya fue sede de una famosa "Checa" dirigida por el Servicio de Información Militar (SIM), la policía política de la República, que actuaba persiguiendo y reprimiendo elementos franquistas que actuaban clandestinamente en la zona republicana (conocida popularmente como la Quinta columna). Estos centros de detención quedaron grabados en el imaginario popular como lugares temibles y posteriormente, la propaganda franquista aprovechó para sus intereses esta triste fama.
En el Paseo de San Juan, 118, se encontraba el Cine Chile. Barcelona contaba con una potente red de salas cines, en aquel momento la forma más masiva y cotidiana del ocio popular. Durante la guerra, primero controlados por el Sindicato de Espectáculos de CNT y después por la Generalitat, cumplieron un papel tanto de posibilidad de evasión ante las penurias del conflicto, como propagandístico e informativo y una forma de mantener la moral alta entre la población de la retaguardia republicana. En el Paseo de San Juan entre Diagonal y Travesía de Gracia había el Tramo de bancos-biblioteca, un proyecto de biblioteca al aire libre nacido en 1930 y que conectaba con la vocación de difusión de la cultura y el conocimiento y de conciliación de ocio y formación, que caracterizo el periodo de la II República española. Con los bombardeos menguó su uso y con el régimen franquista desapareció.
En el Paseo de San Juan, 129-147, se encontraba la emblemática Fábrica Elizalde, empresa de 400 trabajadores, colectivizada en 1936 y que se dedicaba a la fabricación de motores de aviones convertida en una pieza importante de las Industrias de Guerra de la Generalitat de Cataluña y por tanto objetivo prioritario de los bombardeos franquistas. Los mismos obreros construyeron uno de los refugios más grandes de la ciudad con una capacidad para 500 personas. En el Paseo de San Juan, 113, se encontraba la sede de Acció Catalana Republicana, partido nacido en los años veinte de ideología liberal y catalanista, que publicaba el popular semanario La Publicidad donde escribieron intelectuales como Rovira i Virgili, Pompeu Fabra, JV. Foix y Carles Riba, entre otros. La ruta acaba en la calle Provenza 360, en la Casa Estudio de Ricard Opisso, importante caricaturista satírico de la primera mitad del siglo XX recordado por sus múltiples colaboraciones en revistas de todo tipo, entre ellas las populares Cu-Cut, Patufet, T.B.O, y al que la Generalitat encargó de Ilustrar el opúsculo con las instrucciones a la ciudadanía en caso de bombardeo .
Tienda de alimentación colectivizada. Álbum Universal Images Grouo / UIG.
Una propuesta turística para la ciudadanía de Barcelona
Como podemos ver, estas dos rutas dibujan un corto, pero muy intenso itinerario por conocidas calles del Eixample, donde podemos encontrar lugares que permiten articular un amplio y rico discurso sobre la Barcelona en tiempos de guerra, vinculando muchos elementos diferentes que, al encajarlos, configuran un relato coherente sobre aquellos difíciles momentos. La experiencia se materializa desde las mismas calles y ante los mismos edificios que protagonizaron aquellas vivencias de la dura existencia cotidiana de una ciudad en guerra. Las rutas, sin caer en fáciles idealizaciones ni maniqueísmos, representan una potente propuesta de turismo memorial dirigida a los y las vecinas del Eixample y de Barcelona, en un momento en que la inmensa mayoria de los ciudadanos/as que vivieron aquellos tiempos ya han desaparecido. Cómo nos explicaba Mar Trallero las visitas que propone la ruta han de servir para: “hacer más consciente el vecindario sobre la historia pasada del lugar donde vive”. Trallero considera que “el pasado condiciona el presente” y añade que “los espacios visitados forman parte de la historia y son un testigo vivo de lo que ha sucedido antes”. Concluye con una reflexión: “los espacios públicos no son escenarios neutros y a partir de los lugares cotidianos podemos conocer mejor nuestro pasado y esto nos enriquece como personas y como sociedad generando al mismo tiempo unos claros beneficios comunitarios.”
Por lo tanto, actividades como estas son muy valiosas en términos pedagógicos y memoriales para todas aquellas generaciones nacidas después. Estas pueden conocer el periodo histórico a través de los libros o de documentales de época, pero las rutas les ofrecen la posibilidad de acercarse físicamente a este pasado desde los mismos lugares donde sucedieron los hechos. También ayuda a vincular a los vecinos y vecinas recién llegadas con el pasado reciente de la que ahora es su ciudad generando un arraigo positivo. La Guerra de España fue un acontecimiento histórico internacional, que tiene que ser entendido dentro del periodo europeo de entreguerras como la antesala de la II Guerra Mundial. Esto nos tiene que permitir establecer un marco de interpretación del pasado más rico, amplio, inclusivo y capaz de conectar con las memorias de las personas recién llegadas a la ciudad promoviendo al mismo tiempo un inesperado y positivo vínculo de ciudadanía.
Niños jugando a la guerra. Imagen de Antoni Campañá.
Una cuestión importante es el destinatario de estas propuestas de visita. A pesar de que están pensadas para el vecindario, en una ciudad masificada por el turismo el riesgo que estas rutas sean absorbidas por la oferta destinada al turista foráneo no es menor. Para Mar Trallero, sin excluir la participación de turistas extranjeros, considera que “el objetivo es el vecindario y por tanto, hay que preservar el carácter cívico y comunitario de la propuesta y evitar que el negocio turístico las colonice y pase por delante de los objetivos memoriales imponiendo lógicas basadas exclusivamente en la ganancia económica”
La otro cara de la perversa moneda de una ciudad convertida en un parque temático es que sus habitantes sean una ciudadanía desmemoriada, que la vive y pisa sin conocer su historia. Meros figurantes sin pasado. Esta será una ciudadanía ética y cívicamente empobrecida y territorialmente desarraigada y desresponsabilizada. La ciudad se hace más nuestra y toma sentido en el presente, cuando sus habitantes son conscientes y hacen suyo el pasado de sus calles y barrios, sobre todo de aquellos momentos que por su dramatismo y la intensidad de los hechos sucedidos marcaron la existencia, tanto de los que lo vivieron y fueron protagonistas directos como de aquellos que nacieron más tarde. Propuestas de rutas memoriales como estas abren la puerta a una política pública de ocio turístico dirigida a la propia ciudadanía, donde la calidad viene determinada por unos contenidos y unas propuestas social y éticamente comprometidas en la construcción de una ciudad culturalmente viva.
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