01-06-2023
Impacto de los cruceros en Cozumel
Erick David García González | Alba SudLa isla de Cozumel es uno de los destinos más importantes en la industria de cruceros a nivel mundial. Para las navieras, representa 380 millones de dólares de ganancias y la visita de más de tres millones de turistas anuales. Pero, ¿qué consecuencias ha tenido este tipo de turismo para su población?
Crédito Fotografía: Puerta Maya. Fotografía: Imagen de Erick García bajo licencia creative commons.
La década de 1920 significó para Cozumel una crisis en la producción de chicle y copra, así como el abandono de la ganadería y la agricultura tras la depresión económica. Además, la constante llegada de huracanes a la zona significó el buscar otra fuente de ingresos. La privilegiada ubicación de la isla y su paisaje tropical fueron factores decisivos para optar por ver al turismo como una fuente de gran potencial económico.
La inauguración del aeropuerto internacional de Cozumel en 1943 favoreció el comercio y el desplazamiento de personas desde diversas partes del mundo. Hasta entonces, Cozumel era vista como “una isla de aventura a la que llegaban pocos habitantes exóticos” (Martínez, 2008: 345). No obstante, en 1948, llegó a la isla el empresario norteamericano Charles Fair con el fin de gestionar el cargamento de uno de sus múltiples barcos. Sin embargo, al quedar impresionado por la belleza del destino, convenció a su amigo y periodista Richard Humphrey de visitar el lugar y escribir un artículo sobre sus atractivos para la revista Holiday(Valdés, 2008). El escrito de Humphrey detonó la visita a la isla por tierra y por mar, y marcó para siempre la longeva relación que guardaría Cozumel con los barcos y el turismo extranjero.
Cozumel y el turismo de cruceros
Mientras que los empresarios Coldwell y González se adueñaban de los terrenos en las costas de la isla con el fin de sacar provecho turístico (Palafox y Zizumbo, 2009; Palafox et al., 2015), cada vez más barcos llegaban a la isla, ya fuera por comercio o por interés en conocer el lugar. En 1971, la isla recibió por primera vez la visita del crucero Ariadne, mismo que realizó visitas esporádicas en Cozumel todo ese año. Tres años después, el trasatlántico Bolero incluyó a Cozumel en su ruta, lo que condujo a una reacción en cadena por parte de las distintas navieras de cruceros para incluir a la isla dentro de sus itinerarios y formalizar en 1981, la construcción de la primera terminal marítima de la isla, el Muelle Internacional de Cozumel (Palafox y Zizumbo, 2009).
La tendencia por el gusto de las empresas navieras hacia Cozumel era una constante al alza, por lo que fue necesaria la construcción de un segundo puerto de arribo en 1996, el cual recibió el nombre de Puerta Maya. La prioridad por maximizar la capacidad de arribo de cruceros, sin tener en cuenta sus consecuencias, llevó a la inauguración de un tercer muelle, denominado Punta Langosta, seis años después. La construcción de tal infraestructura jugó como un factor primordial para que, al menos hasta antes de la pandemia de la COVID-19, este destino figurara como el número uno a nivel mundial en cuestión de visitantes por cruceros con un total de 3487800 personas (BREA, 2018). No obstante, poco se habla de los cambiosque la intensificación de esta actividad ha causado en esta isla mexicana pues, desafortunadamente, el éxito de un nicho turístico es medido hasta la fecha en términos de cantidad de personas recibidas e ingresos para las empresas involucradas, pero ¿por qué aún cuesta trabajo mirar más allá?
Los efectos socioeconómicos
Si bien se ha estipulado que el turismo de cruceros es económicamente beneficioso para los residentes, su distribución entre las distintas partes involucradas no siempre es equitativa. Aunque Cozumel recibe ganancias a partir de la oferta de bienes y servicios para los cruceristas, los empleos para los locales se concentran en los muelles y son de carácter operativo, principalmente venta de perfumes, joyas, suvenires y artesanías (que en muchas ocasiones no son representativas del lugar). Sumado a esto, los sueldos parecen no ser bien remunerados, porque para Ximena [1], que trabaja vendiendo joyería en Punta Langosta, “lo que deja son las comisiones por venta”. Asimismo, en ocasiones solicitan habilidades que dificultan el acceso al empleo, ya que “una limitante para trabajar también es el idioma inglés, si no lo medio masticas o lo hablas bonito no te contratan”.
Muelle Internacional de Cozumel. Fotografía: Imagen de Robert Karma bajo licencia creative commons.
Al igual que con el turismo de sol y playa, quienes resultan mayormente beneficiados son las macroempresas, en este caso, las agencias de viajes y las propias líneas de cruceros. Esto debido a que, en muchas ocasiones, las excursiones patrocinadas por las firmas se realizan con agencias de viajes en las que existen convenios preestablecidos, dividiendo las ganancias al 50%, lo cual provoca que se limite la participación de otros negocios locales (Klein, 2011; Thyne et al., 2015). Según Miguel, un arrendador de autos de la isla, “Carnival tiene convenio con algunos clubes de playa, con Playa Mía por ejemplo, todo se van a michas”.
La apropiación del territorio cozumeleño
Al mismo tiempo, parte de la infraestructura en los puertos (zonas de descenso, las plazas y los espacios para negocios locales), son propiedad de alguna empresa de cruceros, como el caso de Puerta Maya. En consecuencia, las rentas de los negocios, si bien pueden ser costeadas por residentes locales, resultan muy elevadas, dejando para ellos un beneficio económico menor del esperado. Además, en muchas ocasiones se limita el acceso de la gente de Cozumel cercando el espacio, lo cual reduce las posibilidades de movilidad o venta para negociantes tanto dentro como fuera del inmueble (Brida y Zapata, 2010; Papathanassis y Klein, 2015). “Una vez quise hacer una encuesta en Puerta Maya y no me dejaron pasar, porque necesitaba un permiso especial para entrar que, si no eres pasajero, tripulante o de algún negocio, nomás no pasas”, explica Juan, quien lleva 22 años viviendo en esta isla.
Asimismo, la expansión o renovación de los puertos de escala, en aras de una mayor recepción de cruceros y de mayor capacidad, cuando no es propiciada por las navieras, se realiza con fondos gubernamentales locales, teniendo como consecuencia generalizada el endeudamiento. De hecho, Cozumel es el municipio con mayor deuda pública del Estado de Quintana Roo, México.
¿La industria “sin chimeneas”?
Aunque resulte poco creíble, muchos actores de la gestión pública en Cozumel siguen dando este sobrenombre al turismo, “la industria sin chimeneas”, y esto a pesar de que, irónicamente, los cruceros emiten grandes cantidades de humo (principalmente, dióxido de azufre y óxido de nitrógeno) por el uso de combustibles fósiles para el desplazamiento de los barcos. El efecto se compara con el mismo producido por la emisión promedio de 12 mil automóviles por navío al año (Klein, 2011), una cantidad de humos tóxicos considerable si se considera que la isla recibe más de mil atraques de cruceros anualmente (García, 2017).
El consumo de recurso hídrico también debe mencionarse. Un barco genera en promedio 28 galones de aguas negras a la semana por el uso en lavandería, regaderas, baños, lavabos y piscinas (Brida y Zapata, 2010; Klein, 2011). En cuanto a la generación de basura, cada pasajero produce aproximadamente tres kilogramos de residuos sólidos al día (Polat, 2015). Todo esto ha llevado a un manejo irregular de los desechos generados por los cruceros en Cozumel.
Paisaje entre Punta Langosta y el Muelle Internacional de Cozumel. Fotografía: Imagen de Erick García bajo licencia creative commons.
La afectación ambiental ocasionada por estos barcos se extiende también a los ecosistemas marinos de la isla. Existe un daño severo hacia los arrecifes de Cozumel por el tráfico naviero y la construcción de muelles de arribo (Sánchez y Propin, 2003), ya que la zona de atraque de cruceros colinda con el Parque Nacional de Arrecifes de Cozumel. De hecho, el cambio climático, el exceso de visitantes que hacen snorkel y buceo en los arrecifes, que llegan en gran cantidad por los cruceros, así como algunos contaminantes que las propias embarcaciones expiden bajo el agua, provocaron la restricción de visitantes en los principales arrecifes del parque, al menos durante una temporada.
Reflexiones
El turismo de cruceros y los efectos que genera en los destinos clasificados como puertos de arribohan sido poco estudiados si se les compara con otros destinos de sol y playa populares u otros destinos de interior. Por lo tanto, es necesario conocer de mejor forma —y desde la propia postura de los residentes— cuáles son los cambios más relevantes que ha causado este tipo de turismo en las comunidades, así como buscar alternativas para los conflictos identificados.
Desde una perspectiva socioeconómica, vale la pena cuestionarse si el turismo de cruceros realmente ha beneficiado a los residentes en puertos de arribo, o si simplemente son lugares de paso sobreexplotados que facilitan el llenado de los “cofres de oro” de las navieras, que bajo el discurso de la “mejora de las condiciones de vida”, edifican infraestructura para adueñarse del espacio que alguna vez fue público. Estas situaciones deben analizarse a mayor profundidad, sobre todo en lugares donde se considere al turismo de cruceros como parte fundamental de las estrategias de recuperación económica tras la pandemia por COVID-19.
Si bien se ha analizado el comportamiento de los turistas de cruceros en los puertos de escala (principalmente en cuestión de patrones de consumo y gasto promedio), se ha estudiado mucho menos la influencia que tiene la tripulación de los cruceros, el contacto que guardan con los residentes locales, cómo ha repercutido su cultura en la modificación del territorio y la oferta de servicios, y cómo difiere su dinámica con la de aquellos viajeros que descienden a tierra firme por ocio y diversión, siendo esto un punto que puede explorarse tanto en Cozumel como en otros destinos de cruceros (García y González, 2018).
Parque Punta Sur, Cozumel, México. Fotografía: Imagen de Erick García bajo licencia creative commons.
El ámbito ambiental también deja varios puntos por considerar. Aunque las navieras argumentan que dentro de sus programas de sostenibilidad incorporan el ahorro de recursos y la disminución de residuos sólidos, eso no resuelve el problema de la intensificación de la actividad en los destinos, ni la masificación turística que causan. En temporadas vacacionales, es común ver hasta seis cruceros atracados al mismo tiempo en Cozumel, lo que evidencia un exceso de visitantes y, por lo tanto, un aumento innegable del consumo de los recursos locales y la saturación del lugar. A pesar de ello, las navieras justifican que es necesario un cuarto puerto de arribo, que por simpleprincipio de precaución ambiental no debe proceder, ya que afectaría directamente a los arrecifes. Por esta razón, se debería escuchar más las propias peticiones civiles, ya que tanto ambientalistas, como la propia localidad, se oponen a su construcción. Estas son situaciones que también urge que se exploren en este y otros puertos de escala.
Noticias Recientes
-
Presentación del informe de Érica Schenkel «Turismo social en Argentina»
Noticias Generales | 08-11-2024 -
APAMI: rescate de la fauna en un contexto de urbanización turística
Noticias Generales | 07-11-2024 -
II Conferencia Regional de Turismo Ecopoltur / IGU
Noticias Generales | 06-11-2024 -
Realismo turístico y los límites del decrecimiento
Noticias Generales | 05-11-2024 -
Turismo social en Argentina: desarticulación de una política pública con voluntad democratizadora
Noticias Generales | 02-11-2024 - | Archivo de Noticias »