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Reportaje | Turismo Responsable | Argentina

05-04-2022

El turismo como política de memoria: un recorrido por la ex ESMA

Estefanía Izrael | Alba Sud

La construcción de espacios de memoria en sitios asociados con la violación de los derechos humanos muestra una particular forma de resignificar la historia reciente. El caso de la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) en Buenos Aires resulta ejemplar para comprender dicho fenómeno.


Crédito Fotografía: Sala Contexto Histórico, Ex-ESMA. Imagen de Estefanía Izrael.

Durante las últimas décadas, en Argentina se han llevado adelante distintas acciones ligadas a la reconstrucción del pasado cercano. Ya desde la llamada “vuelta a la democracia”, el país fue escenario de un proceso de memoria, verdad y justicia en función de los crímenes cometidos durante la última dictadura cívico militar. Uno de los eventos a destacar de dicho fenómeno fue la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP). Lo relevante de ello no fue solamente el objetivo que esta perseguía, es decir, investigar las violaciones a los derechos humanos cometidos por el gobierno de facto que había estado en el poder entre 1976 y 1983, sino, también, la fecha en que entró en vigencia, el 15 de diciembre de 1983, solo cinco días después de la asunción de Raúl Alfonsín, el primer presidente electo luego de este período.

Asimismo, cabe mencionar las iniciativas protagonizadas por los organismos de derechos humanos, como Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo o la asociación HIJOS, quienes durante el propio período dictatorial se concentraban en el espacio público reclamando por el paradero de sus familiares que habían sido objeto de la desaparición forzada. En cuanto a las medidas judiciales, resultan ejemplares los Juicios a las Juntas Militares, cuya sentencia en 1985 se erigió sobre los testimonios de algunas de las víctimas del llamado “Proceso de Reorganización Nacional” y que devino en la condena de cinco de los nueve ex comandantes. Como puede apreciarse en el sitio web de la organización no gubernamental CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), “los juicios que se llevan adelante en todo el territorio son uno de sus componentes fundamentales, junto con la reconstrucción de la verdad, la promoción de la memoria, la búsqueda de los niños apropiados y las políticas de reparación a las víctimas”.

En términos legales, el proceso de memoria, verdad y justicia incluyó sucesos como la sanción de la Ley de Punto Final (1986), la Ley de Obediencia Debida (1987) y la firma de los decretos de indulto (1989-1990) que apuntaban a evitar, frenar o, incluso, revertir los procesos judiciales iniciados contra civiles y militares involucrados en los crímenes de lesa humanidad sucedidos durante la última dictadura. Conocidas como “leyes de impunidad”, estas fueron posteriormente derogadas y anuladas.

Ahora bien, en el año 2011 se promulgó la ley nacional 26.691 que declaraba como “Sitios de Memoria del Terrorismo de Estado” a aquellos espacios ligados a la represión por parte del gobierno de facto y, particularmente, los que operaron como centros clandestinos de detención, tortura y exterminio. En la propia letra de la ley puede apreciarse que el Poder Ejecutivo nacional debe garantizar el cuidado de estos espacios para contribuir con las investigaciones judiciales y “para la preservación de la memoria de lo acontecido durante el terrorismo de Estado en nuestro país”. Esto se logra mediante la articulación de entidades nacionales, provinciales y municipales, universidades, organizaciones de la sociedad civil, sobrevivientes y familiares de las víctimas, entre otros. Este trabajo conjunto apunta a propiciar el desarrollo de actividades educativas, capacitaciones e investigaciones vinculadas con los hechos sucedidos en tales espacios, posicionando a la defensa de los derechos humanos como uno de los baluartes de la democracia moderna. Así, reconocemos la importancia otorgada a la participación ciudadana en el marco de la construcción de la identidad nacional.

El archipiélago de la memoria

La Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), ubicada en un predio de 17 hectáreas en el barrio de Nuñez de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, operó, desde 1924, como un espacio de instrucción técnica y militar. Ya a partir de 1976 y hasta 1983, en sus instalaciones funcionó un centro clandestino de detención y tortura en el que fueron secuestradas alrededor de cinco mil personas, dentro de las cuales se reconocían militantes por los derechos humanos, estudiantes, docentes, artistas, sindicalistas, periodistas, entre otras. Cabe destacar que, en el año 1979, a raíz de las múltiples denuncias ligadas a las violaciones de derechos humanos, representantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) realizaron una visita a la ESMA. Para esconder las atrocidades que el gobierno de facto estaba realizando en dicho sitio, sus espacios fueron modificados, como fue el caso del ascensor que transportaba a las personas detenidas dentro del Casino de Oficiales.

Espacio para la Memoria y la Promoción y Defensa de los DDDHH (ex ESMA). Imagen de Estefanía Izrael.

Tal como figura en el sitio web del Museo Sitio de la Memoria ESMA, la figura del detenido-desaparecido fue emblemática para el terrorismo de Estado perpetrado por la dictadura. Esta se arraigaba en “la sustracción de la identidad de las víctimas, el robo de niños [y niñas], la prisión de cientos de personas en centros clandestinos, ejecuciones durante los llamados vuelos de la muerte y el entierro de prisioneros asesinados en fosas comunes bajo la figura del NN”. Cabe destacar que, en 1988 y a raíz de lo sucedido en Argentina, la Corte Penal Internacional tipificó a la desaparición forzada de personas como un delito de lesa humanidad.

Ya en 1998, bajo el gobierno de Carlos Menem (quien continuó a Alfonsín), se decretó la demolición del edificio y la creación de un “monumento para la reconciliación y unión nacional”. Sin embargo, el proyecto fue resistido e impedido, entre otros, por familiares y víctimas, convirtiéndose en una prueba judicial ante los crímenes de lesa humanidad allí cometidos y un símbolo del horror del pasado reciente.

Es así que, en el año 2004, el gobierno nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires firmaron un convenio que dio lugar a la creación del Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA), el cual contemplaba la desafectación y el traslado de todas sus instituciones militares. En el 2007, se pactó el establecimiento de un ente público para su gestión y, para el 2008, se declaró al Casino de Oficiales como monumento histórico nacional, en tanto que, entre otros, allí se habían realizado trabajos forzados y funcionó una pieza de partos de mujeres detenidas. En él se erigió el Museo de Sitio de Memoria ESMA, en el que, hoy en día, pueden realizarse visitas guiadas gratuitas.

Cartográficamente, el predio puede pensarse como un conjunto de islas en el que funcionan distintas instituciones locales, nacionales y regionales que divergen en sus actividades sociales, políticas y culturales, pero comparten el propósito de promover los derechos humanos. Entre ellos se encuentran: Museo Sitio de Memoria ESMA; Casa por la Identidad / Abuelas de Plaza de Mayo; Casa de Nuestros Hijos, la Vida y Esperanza / Madres de Plaza de Mayo Líneas fundadora; Espacio Cultural Nuestros Hijos / Asociación Madres de Plaza de Mayo, Casa de la Militancia / HIJOS; Edificio 30.000 Compañeros Presente / Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Equipo Argentino de Antropología Forense; Memoria Abierta; Secretaria de Derechos Humanos de la Nación; Archivo Nacional de la Memoria; Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti; Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur; Instituto de Políticas públicas en Derechos Humanos; Contenidos Públicos Sociedad del Estado.

Memoria y procesos de recuperación

Al analizar fenómenos con una fuerte carga simbólica, la dimensión semántica adquiere una relevancia destacable. Como sugiere Luciana Messina (2019), en Argentina se ha tendido a denominar “proceso de recuperación” a aquel que toma por objeto un edificio o predio donde se produjeron actos represivos y violaciones a los derechos humanos que luego es reconfigurado como un espacio público de memoria que busca homenajear a las víctimas y promover la defensa de tales derechos. Lo interesante, explica la autora, es que nos encontramos ante un término que traspasa la materialidad del espacio y se alía a la identidad, por ejemplo, en la “recuperación de cuerpos” o la “recuperación de nietos” nacidos en cautiverio y cuya búsqueda sigue vigente. A través de esta categoría nativa, no se apunta a volver a un estado de normalidad o al hecho de volver a poseer un elemento, sino a resignificar y reestructurar un lazo.

Proyecto de Memorias de Vida y Militancias. Imagen de Estefanía Izrael.

En este contexto, las formas de recuperación toman especial importancia y el lugar que el turismo ocupa se vuelve nodal. En el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA) se ofrecen visitas guiadas llevadas adelante por personal especializado en la temática, así como un recorrido autoguiado que toma de soporte un relato histórico y literario que puede descargarse mediante una aplicación y se escucha en cada teléfono celular. Organizado en postas en las que se invita al público a parar y observar, confluyen datos referidos al terrorismo de Estado, en general, y al entorno urbano del predio, en particular, trascendiendo el propio enrejado de la ex ESMA en el que se intersectan los sentidos de lo cotidiano del barrio de Núñez con las atrocidades cometidas dentro del mismo. En “Cartografías de la Memoria” se nos invita a entrar y salir de sus fronteras, a circular por la estación de tren que se halla a unas cuadras, el edificio residencial que se encuentra al frente, la escuela lindera, la enfermería, entre otros puntos, bajo la consigna de que “Recorrer el adentro y el afuera es vincular territorialmente el Espacio Memoria y DDHH y nuestro pasado reciente”.

Si a través de los oídos ingresan información de la época, canciones, poemas y publicidades que apuntan a reconstruir el día a día de quienes vivían en la zona, mediante los ojos divisamos la señalética histórica y la cartelería del Proyecto de Memorias de Vida y Militancias, que busca homenajear a las víctimas del terrorismo de Estado y condenar a los crímenes de lesa humanidad. Fotografías, reseñas de biografías y contextos de desapariciones son algunos de los estímulos con los que es posible toparse a medida que se atraviesan sus 17 hectáreas.

Por otra parte, existe un recorrido específico en el Casino de Oficiales ya que allí se localizaron los centros de tortura, la maternidad clandestina, las salas de inteligencia, el sector en donde se clasificaban los elementos saqueados, los dormitorios de quienes pertenecían a las fuerzas militares y el sitio donde permanecían las personas detenidas. Al visitarlo, emergen, a través de distintos medios audiovisuales, testimonios de quienes habitaron la ESMA como sobrevivientes, estudiantes o represores, noticias de la época, documentos institucionales de la Armada, planos, extractos de las causas judiciales, entre otros. Un punto interesante a considerar es que se demanda a quienes lo visitan que no se toquen las paredes ya que el sitio, en sí mismo, se constituye como una prueba de los procesos legales que aún se encuentran vigentes. En consecuencia, por ejemplo, existen sistemas de conservación de las paredes que impiden que la humedad altere las marcas realizadas por las personas secuestradas en aquel entonces.

Museo Sitio de Memoria ESMA (ex Casino de Oficiales). Imagen de Estefanía Izrael.

Atendiendo a la importancia que la ex ESMA tiene en términos territoriales para quienes desean conocer sobre la historia reciente, durante la época del aislamiento producto de la pandemia del COVID-19, se creó el micrositio Memoria en Casa, en el que se ofrecen diversos materiales y propuestas virtuales en torno a la lucha por los derechos humanos y la construcción de la memoria.

Complementariamente, durante marzo, el Mes de la Memoria en Argentina (debido a que el 24 de marzo de 1976 comenzó el golpe cívico militar), se llevaron adelante distintas actividades alusivas. Entre ellas se destacaron jornadas de debate, entregas de premios, visitas emblemáticas, presentaciones de libros y muestras como la recientemente inaugurada Ser Mujeres en la ESMA, que condensa testimonios judiciales de las sobrevivientes en torno a situaciones de violencia de género y delitos sexuales realizados por el Grupo de Tareas que allí funcionaba.

La ex ESMA como propuesta turística

Como comenta Ernest Cañada (2021) existe cierta reticencia a catalogar como “turísticas” a las actividades que se realizan en torno a la memoria histórica. Esto se debe a la carga valorativa que este concepto trae aparejado en relación con el proyecto educativo en el que dichas acciones se enmarcan. Sin embargo, en el caso en cuestión, es posible encontrar a la ex ESMA bajo el nombre de Museo de la Memoria dentro del Sitio oficial de turismo de la Ciudad de Buenos Aires. Como sucede con muchos de los sitios emblemáticos de la ciudad, se puede ingresar de manera gratuita, recorrer el predio y sus instituciones internas de forma individual o con una visita guiada, tomar fotografías y agarrar folletos, etc. En consecuencia, en el marco de las relaciones de fuerza y poder por la significación, nos encontramos ante el objeto de una política pública de gestión de la historia cercana potenciada por las herramientas turísticas.

Sala Capuchita. Imagen de Estefanía Izrael.

Para profundizar este punto, cabe traer a colación a Raül Valls (2022), quien retoma el análisis de Cañada (2021) y expone las iniciativas de la ruta de los maquis en Catalunya. En ella, a través del turismo de proximidad, se articulan el ocio, la memoria sobre la historia reciente y la promoción de la democracia. En su artículo, Valls no deja de subrayar las contradicciones y desafíos implicados en la articulación de turismo y memoria, en donde la potencialidad de difusión de las actividades recreativas (sobre todo en el caso que describe en el que se llevan a cabo teatralizaciones) corre el riesgo de trivializar los fenómenos representados.

En el caso específico de la ex ESMA, resulta prometedor el engranaje de gestión constituido por el gobierno nacional, el municipal y los organismos de derechos humanos, que trabajan de forma articulada para la creación de iniciativas que promueven la participación ciudadana, la construcción de la memoria colectiva y la visibilización de los crímenes de lesa humanidad cometidos en el país.

Para terminar, entonces, quisiéramos compartir el planteo de Cecilia Palacios quien apunta a la posibilidad de pensar a los sitios de memoria devenidos en atracciones turísticas, como es del caso de la ex ESMA, “como una de las múltiples formas en que la memoria social puede hacer estallar sus siempre inestables sentidos” (2010: 276). Diremos, entonces, que es esta confluencia de interpretaciones en disputa la antesala de una compleja construcción de la memoria, en donde el turismo funciona como vector para una especial narrativa del pasado reciente.

 

Referencias:

Cañada, E. (2021). Turismo y memorias colectivas contra la impunidad. Alba Sud, 21/06/2021.
Messina, L. (2019). Lugares y políticas de la memoria: notas teórico-metodológicas a partir de la experiencia argentina. Kamchatka. Revista de análisis cultural, 13, 59-77.
Palacios, C. (2010). Turismo y memoria. Reflexiones teórico metodológicas sobre el Espacio para la Memoria – Buenos Aires. Estudios y perspectivas en turismo, 19, 268 -278.
Valls, R. (2021). Rutas de los maquis en Cataluña: la recuperación de una historia olvidada. Alba Sud, 24/03/2021.

Este artículo se publica en el marco del proyecto «Turismo inclusivo, una demanda de justicia global», desarrollado por Alba Sud con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona, convocatoria Justicia Global 2020.