13-01-2022
Turismos de proximidad y sobrefrecuentación del medio rural: la experiencia de La Vall d'en Bas
Ernest Cañada | Alba SudAnte la situación de masificación, malestar y conflictos derivados de un fuerte crecimiento del turismo en zonas rurales, ayuntamientos como el de La Vall d’en Bas, en la comarca de la Garrotxa (Catalunya), han puesto en marcha diferentes iniciativas para ordenar, orientar y regular el incremento de visitas, y sobre todo de los vehículos privados.
Crédito Fotografía: Hostalets d'en Bas. Imagen de Magda Roca.
Las restricciones y limitaciones a la movilidad internacional, como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, han provocado un incremento de los turismos que pueden llevarse a cabo con una relativa proximidad geográfica por medio de transporte terrestre. Este hecho ha causado que en algunos territorios se vivieran situaciones de masificación, malestar y conflicto. Muchos municipios rurales se han visto desbordados por la enorme afluencia de visitantes y especialmente de coches particulares, concentrada durante ciertos días del año. Desde la administración local se han tenido que poner en marcha nuevos mecanismos para gestionar tanto el número de visitantes como su movilidad. El reto no está siendo fácil.
En Cataluña una de las zonas especialmente afectadas ha sido la comarca de la Garrotxa, en lugares como la Fageda d’en Jordà en el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa o en Sadernes en Montagut i Oix, pero también en municipios como Sales de Llierca, Tortellà, Montagut i Oix o La Vall d'en Bas. Este último es fruto de la fusión de las antiguas localidades de Sant Esteve d'en Bas, Sant Privat d'en Bas, Joanetes y la Pinya, a los que se añaden los núcleos de la Vil·la del Mallol, Puigpardines y de Hostalets d’en Bas. En esta zona los problemas de sobrefrecuentación de visitantes se han producido tanto en espacios naturales, las rieras y pozas de Joanetes y Sant Privat principalmente, como en el acceso a parcelas agrícolas en diversas áreas y en el núcleo urbano de Hostalets d’en Bas.
El crecimiento turístico después de Bracons
Históricamente, el municipio se había caracterizado por la actividad agrícola, y el turismo prácticamente no había estado presente hasta la apertura del túnel de Bracons en 2009, una infraestructura vinculada al eje Vic-Olot, según explica Lluís Pujiula, concejal de Desarrollo Local y Turismo en el Ayuntamientode la Vall d’en Bas. "Desde que se abrió el túnel el incremento ha sido muy notable. Era muy diferente, la movilidad ha cambiado mucho, para bien y para mal". Así lo aseguran también desde el colectivo ecologista Salvem les Valls. "Todo empezó en 1994, cuando se presenta el proyecto de carretera de cuatro carriles entre Vic y Olot, avalado por determinados sectores económicos y políticos. Esto provocó una fuerte reacción, que nadie se esperaba, liderada inicialmente por asociación de vecinos de Joanetes. Lo que decía la gente era que no necesitábamos esa infraestructura, que alteraría por completo el paisaje y la forma de vivir", explica Raül Valls, portavoz de Salvem les Valls durante aquellos años. Y continúa: "A principios del 2000, cuando debían empezar las obras, aunque habían fraccionado el proyecto en diferentes tramos, se produjo una gran movilización. Por último, después de un largo conflicto, se materializó una versión reducida de la carretera: ya no son cuatro carriles, sino uno y uno, con pedazos de uno más dos, y hacen una obra que queda más disimulada paisajísticamente".
La carretera se justificó con el argumento de la necesidad de facilitar las comunicaciones y la actividad económica entre las comarcas de Osona y la Garrotxa, “pero en aquellos años la cuestión del turismo nunca se planteó, se hablaba de la industria, sobre todo de la industria del cerdo”, asegura Magda Roca, vecina de Hostalets d'en Bas dedicada a trabajos diversos en una casa de turismo rural y activista de Salvem les Valls. De hecho, en La Vall d’en Bas antes de la apertura de Bracons prácticamente no había turismo, como recuerda Josep Maria Serrat, uno de los propietarios de la empresa familiar Menja’m, en Joanetes, dedicada a la elaboración y venta de platos precocinados de gastronomía tradicional. “De joven el turismo era prácticamente cero. Un hostal en Joanetes, una casa de colonias..., éste era el tipo de turismo que nos venía. Y era un visitante que le gustaba convivir con nosotros, que se sentaba a mirar lo que hacíamos. Era un turista muy respetuoso, como de la familia o un amigo”.
Sin embargo, una de las consecuencias no prevista de esta infraestructura fue el incremento del turismo. “Esta carretera –explica Magda– así como nos facilita a nosotros ir a Barcelona, igual lo hace para los de Barcelona, porque con una hora y media ya estás. Si tenías un negocio relacionado con el turismo, pues fantástico, porque quería decir que tenías clientela, pero después llegó un punto en que dejó de ser sano, y empezamos a ver que había demasiada gente”. Werner Estellé, propietario de la Casa de Colònies El Rourell, en Puigpardines, y miembro de la junta directiva de la Associació de Turisme i Comerç de la Vall d'en Bas, valora que “la apertura del túnel fue un punto de inflexión, porque nos atraviesa y es un punto de entrada y salida del valle”, y si bien tuvo aspectos negativos, también permitió “la apertura y consolidación de distintos negocios generados en parte por este nuevo flujo de turistas ".
Sin embargo, no todo el mundo valora del mismo modo el impacto económico que ha tenido en la zona esta nueva infraestructura. A juicio de Raül Valls, “el túnel, más que generar empresas y puestos de trabajo, como defendían sus promotores, al mejorar la conexión con el área metropolitana ha provocado una desmedida llegada de turismo. Ésta ha sido la consecuencia inesperada y no el crecimiento industrial que se había anunciado”.
Durante estos años, además, se extendió otro fenómeno que contribuyó al aumento de visitas: el efecto imitación provocado por las redes sociales. "Hay gente que lo que la motiva es tener muchos seguidores por Instagram y eso hace que vengan aquí a hacerse una selfie, pero no sé si realmente les interesa este territorio", se lamenta Josep Maria Serrat.
Imagen de Magda Roca.
Aún así, este incremento del turismo no se tradujo necesariamente en un aumento de las pernoctaciones, según Raül Valls: “si bien es cierto que hay muchas más visitas, en cambio, bajan las pernoctaciones, porque para llegar a Olot desde Barcelona ya no se tarda una hora y tres cuartos, sino que ahora con una hora y cuarto o veinticinco minutos has llegado. Estamos hablando de una diferencia pequeña, pero yo creo que psicológicamente hace que la gente venga y vuelva y, por tanto, se queden menos a dormir”. Sin embargo, para Werner no se puede menospreciar a este tipo de visitante de un día, porque tampoco habría sido posible sostener un crecimiento como el que se ha tenido con turistas que pudieran hacer siempre pernoctaciones de dos noches: “Antes, hacías dos noches o no venías, por la distancia que debía recorrerse. Pero los túneles de Bracons hacen que los visitantes sean de un día. Sin embargo, seguramente si no hubiéramos tenido estas infraestructuras, habríamos muerto de inanición. Muchas familias tampoco podían permitirse estancias tan largas, no hubieran podido hacer fines de semana de dos noches, con los gastos que esto supone”.
El otro efecto que tuvo la mejora de las comunicaciones por carretera fue el incremento de residentes, aparte de segundas residencias, que también han crecido. Así lo destaca Lluís Amat, alcalde del municipio: “Cuando yo llegué en 2015 a la alcaldía éramos aproximadamente unas dos mil novecientas personas, más o menos, y ahora, revisando el padrón, ya estamos en 3.158 habitantes, y todo esto tiene que ver con la apertura de Bracons”.
La pandemia, un segundo boom
En contraste con el progresivo crecimiento del turismo que se vivió en aquellos años, durante los primeros meses de la pandemia de la COVID-19, a consecuencia de los confinamientos comarcales aplicados, la presencia del turismo en La Vall d’en Bas decayó abruptamente. “Estuvimos tres meses encerrados y, en parte, fue fabuloso. Aquí nos quedamos como hace treinta o cuarenta años atrás, como cuando yo era pequeña. Ha sido la manera de hacerle ver a mi hija cómo eran los Hostalets que yo conocí cuando era niña, cuando se vivía bien, estabas tranquilo y no estaba masificado”, explica Magda.
Con el fin del confinamiento y debido a las dificultades para viajar al extranjero, el turismo ha sido fundamentalmente de proximidad. Esto, en el caso concreto de La Vall d’en Bas, ha provocado que se produjera una especie de segundo boom, con un fuerte incremento de visitantes, sobre todo de Barcelona y su área metropolitana. "Hay un antes y un después de la pandemia", asegura Lluís Amat. Diferentes voces de la zona muestran su comprensión con esta necesidad de mucha gente de salir de su entorno. “Veías a muchas personas que salían por primera vez después del confinamiento y, realmente, lo necesitaban, encerrados tanto tiempo en casa, yo me tiro de los pelos, y entiendes que necesiten ir a algún sitio donde puedan salir tranquilamente”, justifica la Magda. Josep Maria Serrat lo ve de un modo muy parecido: "Yo cuando visito el área metropolitana de Barcelona entiendo la necesidad de estar en un espacio natural".
Pero al mismo tiempo, este incremento del turismo fue acompañado de “coches mal aparcados, atascos, gente en todas partes,... un turismo desmesurado, masificado. No sé cuánta gente pasaba por las pozas de Sant Privat habitualmente, pero este verano, después del confinamiento, fueron catorce mil personas en dos meses, y eso es mucha gente”, se queja Magda. Además, los comportamientos incívicos de algunas personas incrementaron también el malestar del vecindario. "Seguro que es una minoría, pero hay gente que no respeta el entorno y te encuentras suciedad en todas partes, cosas tiradas donde no debería y eso evidentemente molesta a la gente que vive aquí", declara Lluís Pujiula. El alcalde del Valle, Lluís Amat, da un ejemplo de este tipo de comportamientos: “Un día íbamos hacia el Salt del Roure de Joanetes y al acercarnos oímos unos gritos. Cuando llegamos no bajamos, dimos media vuelta. En medio de la poza había un cocodrilo hinchable. Esto nunca se había visto. Es una anécdota, pero explica el cambio de usuarios que hemos tenido, y que nos preocupa, porque se piensa que están en la playa, en una piscina o en un sitio recreativo y no, estás en la naturaleza, que te permite disfrutarla, pero tienes que ser respetuoso”.
A todo esto, un problema añadido, según afirma Josep Maria Serrat, "es que no podemos prácticamente ni realizar nuestras actividades". Esto supone, por ejemplo, no poder entrar el tractor en las parcelas agrícolas porque alguien ha aparcado frente a la entrada. En el caso del núcleo urbano de Hostalets, “hay mucha gente que trabaja de la agricultura y la ganadería, y que también trabajan sábados, domingos y días de guardar, y si los vehículos aparcan en todas partes, de cualquier modo, entonces un tractor no puede pasar”, explica Lluís Pujiula. Y Josep Maria Serrat pone como ejemplo que a menudo se encuentran con que la gente les entra en la finca, aunque esté cerrada. "A veces me gustaría preguntarles qué pasaría si yo subiera a su casa y abriera la puerta y dijera que sólo quiero entrar un momento a ver cómo viven", se queja.
Imagen de Xavier Béjar | TOSCA Serveis Ambientals, bajo licencia creative commons.
Desde el sector de las empresas dedicadas al turismo, Werner Estellé reconoce la problemática y la necesidad de encontrar soluciones: “Es cierto, todo el mundo aparca donde quiere, cualquier prado es bueno para aparcar, y ahora nos detenemos aquí para hacer una selfie y ahora nos hace gracia y entramos allí para coger unas mazorcas. Estas pequeñas tonterías, que si las individualizamos no tienen ninguna consecuencia, pero que si se generalizan provocan malestar”.
Llegados a este punto, se extiende la percepción de la necesidad de orientar, dirigir y reorganizar la llegada de la gente a las diferentes zonas del municipio. “Debemos poder contabilizar, ordenar y controlar cómo nos viene la gente y redistribuirla –dice Josep Maria Serrat–. No puede ser, por ejemplo, lo que está ocurriendo ahora, que Sant Privat u Hostalets esté todo lleno, y que toda esta gente prácticamente seguro que ha accedido sin pasar por la Oficina de Turismo en Can Trona, que es quien debería controlar, redistribuir, preguntando qué quieren hacer realmente, qué quieren ver y, por tanto, orientando hacia dónde pueden ir”.
Desde el Ayuntamiento de la Vall d’en Bas, Lluís Pujiula reconoce también las dificultades que ha comportado este crecimiento de la afluencia de visitantes: “Ha habido un boom que no nos esperábamos. A partir de aquí se han tenido que ir encontrando pequeñas medidas para intentar equilibrar toda esta masa de visitantes que queremos que vengan, pero queremos que se haga de una forma más equilibrada, apreciando el entorno”.
Una apuesta para gestionar la movilidad
Ante esta situación, el Ayuntamiento puso en marcha diversas medidas en las zonas más conflictivas para tratar de desactivar la tensión. Sin embargo, la preocupación por un turismo más sostenible y responsable llevaba tiempo presente en el municipio, como detalla con orgullo su alcalde, Lluís Amat. Esto implicó llevar a cabo una promoción del valle que generase interés por el territorio, como la creación de una especie de pasaporte, un mapa donde se indican lugares de interés y que con un QR se puede acceder a más información, o una aplicación con un juego en el que se van buscando pruebas físicamente por el territorio. Este tipo de iniciativa responde a las preocupaciones por el sector de empresas relacionadas con el turismo del municipio, como del propio ayuntamiento por atraer a un determinado tipo de turismo. Así lo expresa Werner Estellé: “Inicialmente, el valle era un punto de entrada, pero era de paso, y todo el mundo se iba hacia la zona de los volcanes. Y una de nuestras preocupaciones con la apertura del túnel fue que no fuéramos sólo una zona de paso, que esporádicamente alguien se detiene a comer o a comprar cuatro embutidos. El trabajo ha sido dar a conocer todo el patrimonio del valle. Por eso se nos ha valorado que el tipo de turismo que intentamos atraer es un turismo familiar, un turismo de calidad".
En relación con las actuaciones que se han llevado a cabo en este último período destaca la intervención realizada en el área recreativa Els Pins de Sant Privat, una de las más problemáticas. Ahí se instaló una barrera con una persona de vigilancia y se cobraba un precio reducido por aparcar, excepto el vecindario del valle, “pero todo el mundo que vaya a pie o en bicicleta puede pasar tranquilamente cualquier día a la hora que quiera”, asegura Lluís Pujiula. Y antes de esa barrera también se habilitó otro aparcamiento. La medida, aunque recibió algunas críticas, también ha recibido el apoyo del vecindario, como defiende Magda Roca: “Yo creo que es una medida necesaria, y es triste que hayamos llegado a este punto, pero es como se hace en muchos otros sitios. Y entiendo que también existe un mantenimiento que nadie ve o que nadie quiere ver, y eso también tiene un coste”. La otra zona de tensión es el Salt de l’Olla dels Hostalets d'en Bas. Aquí el Ayuntamiento ha ampliado el aparcamiento y lo que se quiere, según explica el alcalde, es "ir acostumbrando a la gente que aparque y vaya a pie". El objetivo de este tipo de medidas, según el concejal de turismo, es intentar reducir la afluencia de visitantes, “para que no supere la que puede soportar el espacio, y por eso ahora estamos evaluando a escala comarcal a ver qué aforo máximo sería el ideal en cada espacio”.
Imagen de Levilo Leandre, bajo licencia creative commons.
Otro de los puntos del municipio donde se ha intervenido ha sido en el núcleo urbano de Hostalets, que sobre todo durante los fines de semana se llena de gente y coches. Debido a esta enorme presencia de vehículos, a menudo se producían conflictos con la población local que se encontraba con obstáculos para realizar su trabajo. Lo que han hecho ha sido ampliar el aparcamiento que ya tenían en la entrada del casco urbano y se ha reservado un espacio para las autocaravanas, y se prevé acabar cerrando las principales calles con pilones durante los fines de semana y épocas de más frecuentación, y limitar el acceso en vehículo solamente al vecindario.
Asimismo, y con el fin de reducir la presencia del vehículo privado, desde el Ayuntamiento han apostado también por incentivar el uso del transporte colectivo y facilitar su acceso. Uno de los principales problemas es que el Valle no dispone de un servicio de autobús que pase por todo el municipio. Por último, después de muchas gestiones con el Departamento de Transporte de la Generalitat de Catalunya y Teisa, la empresa concesionaria de la línea, se logró poner en marcha el servicio de transporte a demanda. “Se trata de un bus pequeño –explica el concejal de Turismo– que sale y llega a Olot y en todo el valle tiene treinta paradas. Pero no se detiene siempre en todas las paradas, sólo en aquellas que previamente se le ha pedido. A través de una aplicación o un número de teléfono se puede avisar hasta 15 minutos antes y cuando sale de Olot se detiene en todas las paradas donde se le ha solicitado. Esto facilita la movilidad de todas las personas del valle, tanto de los vecinos como de los visitantes”.
Por otra parte, aunque la pandemia ha dificultado que pudiera avanzar todo lo previsto, desde el Ayuntamiento, trabajan desde hace tiempo en un Plan Estratégico Municipal de Movilidad Sostenible (PEMMS). Para Laura Plana, una de las arquitectas de la empresa Civiva Estudis Urbans, a quien el Ayuntamiento encargó la propuesta de Plan, “la principal dificultad para cambiar hacia una movilidad más sostenible es que la Vall d'en Bas es un territorio disperso, policéntrico y de muy baja densidad, y, por tanto, existe una gran dependencia del vehículo privado, mucho más que en una ciudad”. Según el alcalde del Valle, Lluís Amat, “este plan es clave para pacificar la movilidad, reduciendo la presión del vehículo privado con la creación de zonas de aparcamiento, la extensión de la movilidad en transporte público, promoviendo la movilidad a pie y en bicicleta con varios tipos de carriles y vías. Y si todo esto responde a las necesidades de los residentes, se presupone que la movilidad turística funcionará también de otra forma”.
Los intentos del Ayuntamiento de arreglar la situación han sido bien vistos por diferentes sectores que destacan su compromiso por resolver el problema. Así, por ejemplo, Raül Valls de Salvem les Valls considera que “el Ayuntamiento ha sido bastante activo”. Pero al mismo tiempo, su preocupación, como por lo general la del colectivo ecologista, es que, con la nueva variante que daría continuidad al eje Vic-Olot, aumente el riesgo de un ascenso aún más desmedido del turismo. Así lo alerta Raül Valls: “Creo que puede llover sobre mojado al facilitar aún más el tráfico, incrementando sobre todo el de paso. No creo que genere ninguna situación nueva, pero puede agravar la actual situación de sobrefrecuentación”.
Sin embargo, las necesidades de acceso a los espacios rurales y naturales de mucha de la población que vive en Cataluña en grandes ciudades seguirán estando presente. A todas estas iniciativas locales debería añadirse un esfuerzo de planificación y gestión a escalas territoriales superiores que pueda dar satisfacción a las necesidades y derechos de la ciudadanía, sin que ello suponga perjudicar los entornos naturales ni la vida cotidiana de la población que reside en entornos rurales. La complejidad y tensión es creciente, y experiencias como las de La Vall d’en Bas muestran las potencialidades de la intervención de la administración local en complicidad con diferentes actores arraigados en el territorio, pero al mismo tiempo evidencia también las dificultades y limitaciones con las que se encuentran.
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