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16-11-2021

Turismos posconflicto: ¿paz y reconciliación en la antigua Yugoslavia?

Gema Martínez-Gayo | Alba Sud

Desde los años ochenta el turismo ha sido considerado por la OMT, como un potencial instrumento para la paz. Pero lo cierto es que en los territorios que constituían la ya extinta Yugoslavia puede contribuir a incrementar la tensión.


Crédito Fotografía: Omer Tarik Koc en Pixabay.

Las guerras ocurridas en Yugoslavia en los años noventa, además de los miles de muertos e incontables violaciones de los derechos humanos, tuvieron también un fuerte impacto en su sector turístico. Este es especialmente vulnerable a las situaciones de conflicto, ya sea por la destrucción de las infraestructuras, por la posible peligrosidad de sus actividades o por la desconfianza de los turistas (Alluri et al., 2014). De hecho, tras la finalización de la guerra, la recuperación de esta actividad cursó de diferentes formas y a tiempos diversos. Mientras que algunos lugares recuperaron su actividad anterior con relativa rapidez otros lo hicieron más lentamente. La manera en que se reconstruyeron algunos lugares y la creación de nuevo patrimonio cultural asociado al conflicto han influido en la oferta de recursos turísticos (Naef y Ploner, 2016).

Un poco de historia

La instauración de Yugoslavia como país es considerada hasta cierto punto artificial y que data de los acuerdos de paz celebrados tras la Primera Guerra Mundial, aunque este primer intento de unión fracasó (González San Ruperto, 2009; Ferreira Navarro 2015). Los enfrentamientos vividos durante la Segunda Guerra Mundial, con pugnas generalizadas de los estados, generaron un clima de desconfianza mutua que acabó teniendo consecuencias en las guerras de los años noventa (Ferreira Navarro, 2015). Pero antes de esto último, el presidente Josip Broz, alias Tito, unió a través de su régimen personalista y paternalista, en palabras de Marcos Ferreira Navarro, a las dos provincias autónomas y seis repúblicas e intentó evitar las crisis previas. Ferreira Navarro (2015) incide en que mientras el sistema económico permitió una satisfacción de las necesidades de sus ciudadanos pareció que las diferencias étnicas y religiosas pasaron a un segundo plano.

Imagen de the2me en Pixabay.

La muerte de Tito, la caída del bloque socialista, la crisis socioeconómica y los intereses nacionalistas reforzados por la elevada heterogeneidad religiosa, étnica e idiomática dieron lugar a importantes cambios (Ferreira Navarro, 2015; González San Ruperto, 2009). Con la entrada de la década de los noventa se celebraron elecciones democráticas que se saldaron con la victoria de partidos nacionalistas en su mayoría. Para González San Ruperto (2009) fue la utilización que estos partidos realizaron de los medios de comunicación para propagar su mensaje lo que generó desconfianza entre los pueblos y puso, en parte, la semilla para los conflictos bélicos que se desarrollaron a continuación. En esa misma época, Eslovenia, Macedonia y Croacia proclamaron su independencia. El caso de Croacia fue complejo al estar menos preparada y presentar menor consenso interno por su heterogeneidad poblacional, entre otras razones (Ferreira Navarro, 2015; Pozo Block, 2005). También se produjo un conflicto bélico en Bosnia-Herzegovina, caracterizada por una mezcla étnica y religiosa aún más acusada que la anterior (Pozo Block, 2005). Todo esto ocurría ante una Europa que no supo frenar la violencia imperante, tal y como expone Jon Artabe.

Turismos tras la guerra: Croacia

Los conflictos bélicos, que dieron lugar a la desaparición de Yugoslavia, tuvieron unos efectos importantes en el sector turístico de Croacia y en la economía del país, dada la elevada dependencia económica que mostraba de las actividades turísticas. Con la finalización de la guerra se comenzó a reconstruir el sector y los turoperadores extranjeros regresaron (Alluri et al., 2014). El turismo se recuperó relativamente rápido en el territorio, favorecido por su tradición como destino turístico y por una agresiva campaña de marketing para modificar la imagen que se tenía del país. Se pretendía que internacionalmente se le asociara a un destino seguro y alejado de las connotaciones negativas de la guerra (Rivera, 2005; Alluri et al., 2014).

Imagen de Siggy Nowak en Pixabay.

La mayoría de los materiales publicitarios y los folletos destacaban el carácter único de Croacia, frente a otras exrepúblicas yugoslavas, y sus conexiones con Europa. Esto implicaba que no se mencionaran aquellos monumentos, tradiciones o costumbres locales que carecieran de esta vinculación (Rivera, 2005). Tal y como apuntan Naef y Ploner (2016), el turismo fue un instrumento para la recuperación económica pero también para la política, a través de la reinvención de la tradición o de obviar la historia reciente. De esta manera, en el caso croata el turismo ejerció más como un elemento favorecedor de cierta amnesia colectiva que para la reconciliación. A pesar del éxito como receptor de turismo internacional, lo cierto es que continúa intentando borrar cualquier resquicio de la última guerra (Naef y Ploner, 2016). En la investigación llevada a cabo por Rivera (2005) más de la mitad de los profesionales del sector entrevistados cree que la visión que se da del turismo en el país es demasiado limitada, con una única identidad nacional, que no representa a su cultura. Consideran que esta exclusión de la cultura local puede dañar a largo plazo al país, a pesar de la efectividad que ha tenido social y económicamente, ya que limita las características distintivas frente a otros destinos europeos.

Aunque las autoridades croatas en materia turística han hecho todo lo posible por separar a la mayor parte del país de la imagen de la guerra, lo cierto es que en Vukovar el turismo patrimonial asociado a la contienda es su eje principal (Naef y Ploner, 2016). Tras el conflicto, esta región de Slavonia sigue sin ser demasiado famosa como destino turístico internacional, pero se ha convertido en un lugar icónico donde la población croata puede acercarse al sufrimiento que vivió su pueblo. Al contrario de lo que ocurre en Zagreb, capital de Croacia, los efectos de la contienda son aún visibles en Vukovar, y tanto ese estigma de lo sucedido en la guerra como los memoriales construidos se han incorporado al turismo de la zona (Naef, 2013).

Imagen de Ines Milic en Pixabay.

Naef y Ploner (2016) describen a Vukovar como un símbolo tanto de la independencia de Croacia como del martirio nacional. Es una experiencia de turismo de memoria centrada en mostrar el respeto a las víctimas de la región, pero desde una interpretación unilateral del conflicto. Para Patrick Naef(2013) esto puede suponer una barrera importante para la consecución de la paz en la sociedad, ya que deja a la ciudad con un nivel elevado de tensión política y social entre los ciudadanos croatas y la minoría serbia (Naef, 2016). Los memoriales de guerra, con fin turístico o conmemorativo, se vinculan con la identidad colectiva de los croatas como ganadores de la guerra, y víctimas de dichos sucesos, frente a los serbios que aparecen como los agresores. El propio director del Memorial de Ovara afirma que estos memoriales no llegarán a ser un símbolo de paz entre croatas y serbios en un futuro cercano (Slivková y Bucher, 2017; Naef, 2013).

Bosnia-Herzegovina: turismos poscontienda

El Stari Most, o puente viejo de Mostar, databa del siglo XVI y fue destruido durante la guerra de Bosnia en los años noventa. Durante los años de la guerra se produjo un cambio de significado del puente para la ciudad y, también, para la relación misma entre sus habitantes. El espacio urbano en el que se ubicaba se encontraba dividido entre el lado oeste de los croatas con religión católica y el este de los bosnios musulmanes. Tras la guerra, los esfuerzos se centraron en reconstruir económica y físicamente la ciudad para incentivar a los turistas a visitarla y erigirse como emblema del multiculturalismo donde personas de diferentes religiones, culturas y etnias diferentes conviven unas con otras. A pesar de esto, la ciudad continúa fragmentada en términos religiosos y étnicos, lo que da lugar a enfrentamientos y segregación (Krishnamurthy, 2012).

El proceso de reconstrucción del puente se identificó con la negociación de la paz y con la formación de una nueva identidad que se asentaba en laromantización del pasado multicultural de Bosnia (Grodach, 2002). Esto ocurría de manera paralela a la atracción de inversiones y captación de la atención de los medios internacionales sobre esta zona, a través de los cuales se formaba una nueva identidad social y étnica que iba anexionada con la revitalización económica y turística (Grodach, 2002). Parecía que esta redefinición del Stari Most ejercería una influencia positiva a la hora de resolver las diferencias existentes. Pero lo cierto es que esta reinterpretación, en palabras de Grodach (2002), encarnó los problemas de reescribir la historia y de crear un grupo identitario dependiente en gran medida del turismo.

Imagen de HoustonHistoryAlliance en Pixabay.

El importante simbolismo del puente reconstruido puede impedir contemplar las divisiones que hoy en día persisten (Gobierno de Flandes et al., 2020).Mostar continúa siendo una ciudad dividida, croatas y bosnios comparten el mismo territorio, pero no el mismo espacio social (Causevic y Lynch, 2011).En esta misma línea, Grodach, apunta hacia la reinterpretación de un espacio público donde cohabitan distintos grupos en armonía, y que encubre la perpetuación de las diferencias existentes. Recientemente, tal y como indica este autor, se ha cuestionado esta estrategia que,si bien se ha mostrado efectiva a la hora de generar ingresos a través del turismo, realmente no materializa ese encuentro entre culturas ni ayuda a solucionar el conflicto étnico y religioso que persiste tras la guerra (Grodach, 2002).

En Sarajevo hoy la guerra forma parte de su oferta turística, no solo a través de museos sino también con los tours enfocados al recuerdo de la reciente contienda. El turismo participa de los conflictos pasados en un país donde las comunidades croatas, serbias y bosnias se enfrentaron, o se aliaron, dependiendo de la fase del conflicto (Naef y Ploner, 2016). La ciudad ha incorporado productos turísticos relacionados con la guerra, como son las visitas temáticas, lo que ha sido visto como una conducta turística resiliente tras el conflicto (Kassouha, 2019). Peroen ciertos lugares de Bosnia la tragedia de la guerra continúa muy presente. En Srebrenica todavía hay familias esperando a que los cuerpos de sus familiares sean identificados. En este contexto, algunos de los guías turísticos suelen emplear audio-vídeos para no tener que hablar sobre el genocidio (Causevic y Lynch, 2011).

Turismo y reconciliación

En lugares donde la población presenta una elevada heterogeneidad, como son los casos aquí analizados, la tensión entre las comunidades convivientes es mayor y puede suponer una complicación importante a la hora de interpretar los hechos acaecidos (Kassouha, 2019). Jon Artabe destaca que la herida no ha desaparecido del todo y refleja el fracaso de la intervención de las instituciones internacionales y europeas a la hora de actuar de manera rápida, evitando así la masacre. El dolor sigue presente y, por tanto, es necesario desarrollar una gestión turística ética y respetuosa, donde los turistas combinen actitudes de empatía, sensibilidad y respecto a lo ocurrido en estos lugares (Peloche Fernández y Blanco Gregory, 2020). 

Imagen de John Hain en Pixabay.

Que el turismo llegue a convertirse en un aliado a la hora de promover la paz en lugares como estos, cuyo conflicto es relativamente reciente, depende en gran medida de que no encubra las realidades diversas bajo un manto de éxito económico. Los ejemplos mostrados de Croacia y Bosnia-Herzegovina dan cuenta de estrategias turísticas exitosas en cuanto a negocio, pero que favorecen el olvido de parte de su realidad, romantización del simbolismo de su patrimonio o, en ocasiones, implementación de una visión unilateral de los acontecimientos. Si se desea construir un turismo que potencie la reconciliación, o que al menos no incremente la escisión, se debe ir un paso más allá en la integración de todas las culturas, visiones e ideas por muy difícil que esto sea, e involucrar a la ciudadanía, al propio sector y a los turistas para conseguirlo.

 

Referencias:
Alluri, R.M., Leicher, M., Palme, K. y Joras, U. (2014). Understanding Economic Efects of Violent Conflicts on Tourism: Empirical Reflections from Croatia, Rwanda and Sri Lanka. En Cordula Wohlmuther y Werner Wintersteiner (Eds). International Handbook on Tourism and Peace. (100-119). Centre for Peace Research and Peace Education of the Klagenfurt University/Austria in cooperation with the World Tourism Organization (UNWTO).
Causevic, S. y Lynch, P. (2011). Phoenix Tourism. Post-conflict Tourism Role. Annals of Tourism Research, 38(3), 780-800.
Gobierno de Flandes, Gobierno Vasco, Gobierno de Irlanda del Norte, Universidad del País Vasco y Universidad del Ulster. Revisión y adaptación para castellano y euskera a cargo de Maider Maraña (2020). Aprovechar el potencial del turismo en lugares de conflicto para promover la paz. Una reflexión sobre el pasado y una fuente de inspiración para el futuro. Cátedra UNESCO de Paisajes Culturales y Patrimonio de la UPV/EHU, encargo de Secretaría General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco.
González San Ruperto, M. (2009). El papel de la propaganda en la desintegración de Yugoslavia. Redes.com. Revista de Estudios para el desarrollo Social de la Comunicación, (5), 97-122.
Grodach, C. (2002). Reconstituting identity and history in post-war Mostar, Bosnia-Herzegovina. City, 6 (1), 61-82.
Kassouha, Z.A. (2019). Post-conflict tourist landscapes: between the heritage of conflict and the hybridization of tourism activity. Observations from Bosnia and Herzegovina. Via. Tourism Review [en línea], 15.
Krishnamurthy, S. (2012). Memory and Form: An exploration of the Stari Most, Mostar (BIH), Journal on Ethnopolitics and Minority Issues in Europe, 11(4),81-102.
Naef, P. (2016). Tourism and the ‘martyred city’: memorializing war in the former Yugoslavia. Journal of Tourism and Cultural Change, 14(3), 222-239.
Naef, P. y Ploner, J. (2016). Tourism, conflict and contested heritage in former Yugoslavia. Journal of Tourism and Cultural Change, 14(3), 181-188.
Peloche Fernández, E. V. y Blanco Gregory, R. (2020). Aproximación al turismo bélico y de batallas. Un estudio empírico sobre Extremadura. Revista Extremeña de Sociología (Almenara), 12, 71-100.
Pozo Block, J.F. (2005). La destrucción de la yugoslavidad: una introducción. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, XLVII (194), 79-100.
Rivera, L. (12 de agosto 2005). After nationalism: tourism and the production of post-war Croatian identity. The annual meeting of the American Sociological Association, Philadelphia.
Slivková, S. y Bucher, S. (2017). Dark tourism and its reflection in post-conflict destinations of Slovakia and Croatia.GeoJournal of Tourism and Geosites, 18(1), 22-34.
Este artículo se publica en el marco del proyecto «Turismo inclusivo, una demanda de justicia global», desarrollado por Alba Sud con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona, convocatoria Justicia Global 2020.