07-09-2010
Cae un tabú: Alemania crea un impuesto climático sobre la aviación
Artículo de opinión de Joan Buades, investigador de ALBA SUD, sobre la decisión del gobierno alemán de aplicar una ecotasa sobre la aviación. Esto rompe una situación de privilegio que puede ser imitada por otros países emisores de turistas, lo cual podría afectar decisivamente a la industria turística.
Crédito Fotografía: Joan Buades. Foto de Giorgio Trucchi / ALBA SUD
Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, el sector de la aviación ha gozado de un estatuto especial que le evitaba pagar impuestos sobre el combustible. Esta excepcionalidad fiscal, que ha sido uno de los pilares del enorme boom de la aviación comercial y turística a raíz de la desregulación de los cielos a partir de los años noventa, ha permitido el florecimiento y rápida expansión del turismo de “todo incluido” y los vuelos low cost.
En tiempos de incertidumbre y necesidad de acometer medidas reales para hacer frente al efecto invernadero, el lobby del transporte aéreo pareciera que conseguiría mantener su estatuto privilegiado como si el boom de la aviación fuera inocuo para el clima. Así, la Convención de Kyoto de 1997 continuó exonerando al sector de toda responsabilidad global. El fiasco de la Conferencia de Copenhague fue, asimismo, celebrada por los grandes mayoristas de viajes por cuanto estaba previsto que en el nuevo tratado de protección climática el sector debería asumir reducciones reales importantes en emisiones. Lo que estaba y está en juego es reconocer la verdadera factura climática del turismo y la aviación, tradicionalmente tildada de “marginal” (como máximo generarían el 5% de las emisiones totales, se decía). En los últimos años, incluso la propia Organización Mundial del Turismo (OMT) ha publicado informes donde se reevalúa extraordinariamente al alza la relevancia climática de la actividad turística y aérea, que se acercaría a un 14% de las emisiones letales (al respecto puede verse el informe Copenhague y después. El turismo y la justicia climàtica global). Junto a la deforestación, pues, estaríamos ante uno de las actividades clave del apocalipsis climático en marcha…
Por ello, la aprobación estos días por parte del gobierno alemán, uno de los estados emisores de turistas más relevantes del planeta, de un impuesto climático sobre los billetes de avión puede calificarse de hito sin precedentes. Rompiendo un tabú de décadas, un gobierno de centroderecha en un estado industrial del Norte, introduce un impuesto a cuenta del deterioro climático que conlleva el desplazamiento aéreo y lo repercute individualmente en los billetes (Fuente: Caribbean News Digital, 03/09/2010). La cuantía varía significativamente por trayecto, atendiendo precisamente a su muy diferente repercusión para nuestro clima común. Así, distingue tres áreas: cercanas (+8 €), medianas (+25€) y lejanas (+45€) (Fuente: Spiegel, 07/09/2010). A pesar de su evidente modestia, no hay duda que se está rompiendo un tabú y tendrá una influencia clarísima en el horizonte de crecimiento de las low cost y del turismo internacional transcontinental entre, por ejemplo, Europa y el Caribe, México y Centroamérica.
Alemania no está sola. El nuevo gobierno británico, de conservadores y liberales, incluyó en su programa el incremento notable de la llamada “Air Passenger Duty”, la tasa individual sobre el billete de avión. El motivo sería la propuesta de los liberales de usar esta tasa como una herramienta en la reducción de gases invernadero producto de este sector tan subsidiado e irresponsable con el clima. La decisión a día de hoy no está tomada, sólo aplazada hasta el otoño ante la presión de touroperadors y compañías aéreas (Fuente: Telegraph, 22/06/2010). Pero el ejemplo alemán, sin duda, puede resultar clave. Parece, pues, que los tiempos y no sólo el clima están cambiando.
La pregunta ahora es qué van a hacer los gobiernos del Sur como los del Caribe y Centroamérica ante este fin de la impunidad climática de las compañías aéreas y las transnacionales turísticas. ¿Todo su empeño se seguirá dirigiendo a bloquear los progresos en protección climática o, por primera vez, intentarán formular alternativas económicas con sentido ambiental para que sus países tengan un presente mejor, aunque sea con menos turismo depredador y lejano? En todo caso, algo parece moverse incluso en lobbies regionales como el Consejo Centroamericano de Turismo (SITCA), que, por si acaso, este mismo agosto acaba de proponer que el turismo se integre, a partir de ahora, en la Estrategia Regional de Cambio Climático.
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