25-03-2019
En el nombre del desarrollo turístico
Rodrigo Fernández Miranda | Alba SudLa nueva oleada neoliberal en América Latina moldea los discursos sobre desarrollo turístico, determinando políticas públicas. A su vez, toman fuerza discursos emergentes y alternativos que disputan el sentido dominante sobre qué es y cómo llevar a la práctica un desarrollo turístico a escala territorial.
Crédito Fotografía: Agência Brasil Fotografias (EBC), bajo licencia creative commons.
(article disponible només en castellà)
Se viene una revolución en el país con el turismo, y les propongo que nos organicemos para recibir cada vez a más turistas…batimos muchos récords…nunca antes se habían alojado tantos viajeros en todo el país…el turismo tiene que ser una causa compartida por todos.
Mauricio Macri, presidente de la República Argentina
La nueva oleada de procesos neoliberales en Latinoamérica va ocupando espacios en distintas dimensiones de la realidad. Una de ellas es la construcción y reproducción de los discursos y los sentidos sobre la economía, la sociedad, el Estado, el mercado o el ser humano. Esta mirada también se hace presente en los discursos sobre el desarrollo turístico.
Como conjunto de proposiciones, ideas, palabras, visiones y nociones, los discursos construyen y organizan una parte de lo social, representan las prácticas que forman de manera sistemática los objetos de los que hablan (Foucault, 2002). El discurso y su contexto de reproducción están necesariamente imbricados. Analizar un discurso implica indagar sobre sus ideas fuerza, la lógica argumental, los axiomas y silencios, considerando en todos los casos el contexto político, económico y social en el que es reproducido, los actores y sus intereses.
El presente texto tiene dos objetivos: primero, describir el andamiaje discursivo en torno a la idea de desarrollo turístico en América Latina, reproducido desde los gobiernos neoliberales. Segundo, visibilizar y analizar discursos emergentes y alternativos que disputan el sentido dominante sobre qué es y cómo se lleva a la práctica un desarrollo turístico en la región.
Desarrollo turístico en el discurso neoliberal
El análisis de los contenidos de disertaciones públicas de representantes del Poder Ejecutivo de gobiernos neoliberales latinoamericanos permite identificar denominadores comunes en sus lineamientos discursivos sobre desarrollo turístico.
En líneas generales, en el trasfondo de la narrativa sobre desarrollo turístico desde una perspectiva neoliberal subyace una estructura y lógica argumental común. En este caso, se plantea que el bienestar social y económico, o la reducción de la pobreza y la desigualdad están directamente condicionados por la garantía de un libre mercado, el aumento de la competitividad o la “lluvia de inversiones” extranjeras al país.
De este modo, un sector turístico liberalizado, autorregulado e inyectado con inversión extranjera tendrá mayor demanda y competitividad, contribuyendo así a una sociedad con mayores niveles de bienestar. La lógica del derrame, según la cual la acumulación de los actores concentrados es positiva para que los sectores vulnerables mejoren sus condiciones de existencia, determina las prioridades y el accionar del Estado, y orienta el diseño de sus políticas públicas.
En la centralidad argumentativa el papel y el sentido del desarrollo turístico nada tiene que ver con la distribución de la riqueza; se debe generar un crecimiento en la cúspide para que quienes están en los márgenes del modelo puedan beneficiarse de sus sobrantes (Klappenbach, 2014).
En estos discursos se identifican axiomas acerca de qué es, cómo se hace y cómo se mide un desarrollo turístico neoliberal: su concepto, puesta en práctica y evaluación de eficacia. En cuanto al concepto existe una asimilación de la idea de desarrollo turístico con la de crecimiento económico sectorial. Un modelo de desarrollo de alcance universal, con la potestad de aplicarse indistintamente obviando sus singularidades de los países, y que en gran medida depende de la entrada de capital externo. Este desarrollo se lograría a partir de la apertura económica, la desregulación de la actividad y una competitividad centrada en la reducción de los costos, principalmente los salarios relativos. Por último, este desarrollo turístico se mide a través de indicadores como la cantidad de turistas que llegan o se desplazan dentro del territorio, la facturación de la industria o su participación en el producto bruto nacional, el ingreso de divisas, la inversión extranjera directa, o el posicionamiento internacional de la marca país. Así, la eficacia de este desarrollo se mide a través de indicadores parciales, vinculados casi estrictamente al crecimiento de la actividad: si la idea de desarrollo es asimilable al crecimiento, cuanto más turismo mejor será para el conjunto.
Otro aspecto interesante es el análisis del uso del lenguaje: el desarrollo turístico neoliberal toma cuerpo a través de una batería de palabras con una presencia significativa en los discursos, a través de la reiteración y de la remarcación. Van Dijk (2008) propone que la comprensión del uso del lenguaje debe guiarse por la definición de factores cognitivos (intenciones, propósitos, creencias y conocimientos articulados a factores sociales generadores de poder). Al ser el neoliberalismo mucho más que un modelo económico, su lenguaje transita por lugares políticos, ideológicos, sociales, ambientales o culturales. Las palabras sobre desarrollo turístico neoliberal contienen apelaciones diversas, en forma de necesidades, promesas o solicitudes a la ciudadanía.
Así, el turismo constituye una actividad fundamental para “el crecimiento” de la economía. Exige la necesidad de promover cambios políticos: más “apertura al mundo” y “eliminar restricciones” para lograr la “llegada de inversiones”. En cuanto a la construcción de expectativas en la sociedad, ese “crecimiento” del turismo traerá “prosperidad” y “reducción de la pobreza”.
En el lenguaje el trabajo ocupa una centralidad, con la proposición de un “empleo de calidad” y “federal” en el sector en crecimiento. En el espacio físico dispuesto para el turismo se producirá una “mejora de las infraestructuras” y una valorización de las “atracciones” nacionales. Para ello, en la dimensión cultural se invita a la “amabilidad”, ser un “pueblo receptivo” con una “cultura de servicio”.
Esta oleada neoliberal en América Latina está incorporando al menos dos innovaciones en el lenguaje sobre turismo. Un primer término referido al ámbito medioambiental es “sostenible“ o “sustentable”, utilizado con un significado vago, sin precisiones de qué implica. Expresiones como un desarrollo turístico nacional “bajo un marco de sustentabilidad” tienen más una función cosmética que un alcance efectivo sobre el modelo y la producción de la actividad.
Otro término novedoso es el “nuevo derrame”, instalado como una oportunidad para que la región reciba más turistas internacionales a partir de la saturación de muchos de los destinos tradicionales de países centrales. También esta posibilidad de “derrame” de turistas se puede vincular con los procesos de organización, resistencia y malestar social que se está generando en algunas capitales europeas, precisamente por las consecuencias de la turistización del territorio y la saturación de la llegada de visitantes internacionales.
El lenguaje del desarrollo turístico está dominado por las asociaciones positivas; las palabras se significan y acomodan para la construcción de expectativas favorables y consenso social sobre el modelo. Así, la distorsión de las palabras termina por modificar su significado, y con ello el impacto que generan sobre quienes las escuchan, cambiando la visión del mundo social y contribuyendo a transformarlo (Bourdieu, 1985).
Operaciones y silencios del discurso
Ciertas operaciones del discurso sobre desarrollo turístico neoliberal pretenden generar aceptación y reducir el rechazo al sistema de ideas, valores y prácticas que propone.
Primero, en la retórica neoliberal el beneficio privado se confunde con el interés público. Esta mezcla borra los límites entre ambos, y legitima al impulso de políticas o legislaciones (o la eliminación de regulaciones) que privilegien al primero, pero como si se tratara del segundo. En este universo simbólico, lo privado toma el aspecto de lo público, y lo que beneficia sólo a un sector termina en apariencia siendo positivo para el conjunto.
Segundo, estos discursos asimilan los recursos y el patrimonio cultural o medioambiental de los países con “atracciones” turísticas. Una mimetización entre derechos y productos de consumo vinculada con la mercantilización de bienes comunes, que pasan a ser bienes económicos a los que se les aplican las reglas mercantiles y se los pone a disposición del mercado (Echaide, 2012).
En estos dos casos, lo colectivo y lo común pasan a formar parte de las lógicas de unas relaciones mercantiles y de propiedad privada que se expanden. El Estado se ofrece como garante del libre mercado turístico, avanzando en un proceso de desposesión. Lo que es de todos puede ser explotado, utilizado y consumido por una parte para su propio beneficio. Sin territorio no habría turismo, y sin mercantilización de bienes comunes no habría este tipo de mercado ni de industria turística.
Cuando esta narrativa enfatiza ideas potencialmente positivas del desarrollo turístico esconde otras que no lo son. Por ejemplo, cuando el discurso se refiere al ingreso de divisas, omite qué porción queda en la economía nacional y las comunidades receptoras. Cuando habla de generación de riqueza excluye quiénes la concentran o de qué manera se distribuye. Al destacar la creación de empleo, se silencia la calidad – precariedad, estabilidad - temporalidad del trabajo en el sector turístico [1].
De esta manera, la exaltación de las ideas sobre ingresos, riqueza y trabajo que genera este turismo, además de favorecer adhesiones al modelo, es una maniobra eficaz para ocultar la ausencia de distribución y de derechos, y a los actores que son verdaderamente beneficiarios.
El discurso neoliberal tiene silencios significativos en torno a sus impactos negativos, tensiones o contradicciones. Así, la translimitación ambiental que se enfrenta al ideal del crecimiento infinito como horizonte del turismo, la destrucción del pequeño comercio o empresa o de las actividades económicas tradicionales desplazadas o destruidas por este modelo representan estridentes silencios discursivos. También se convierten en silencio las tensiones que puedan suceder en un proceso de turistización entre la población local y los visitantes, o aquellas consecuencias de funcionalizar el hábitat, convirtiendo el espacio en medio de producción y objeto de consumo (Benseny, 2012).
Una idea que acompaña con tenacidad a las políticas de ajuste y a la postergación de los beneficios del modelo es la construcción de expectativas y esperanza sobre la posibilidad de un futuro mejor. Aunque la evidencia empírica indica que las condiciones de vida de las mayorías tienden a empobrecerse y precarizarse, la expectativa de mejora resulta central para mantener la capacidad de tolerancia a estas políticas, contener o dilatar la inevitable conflictividad social.
Teniendo en cuenta lo anterior, el desarrollo turístico aparece con una doble dimensión discursiva que lo ubica en un lugar protagónico en la propuesta neoliberal. Por una parte, el turismo se instala como una actividad emblemática que permite transitar el camino unívoco de apertura, desregulación y atracción de inversiones extranjeras. En línea con el recetario del FMI, el turismo se ofrece como un complemento de la especialización primaria para generar divisas y reducir el déficit fiscal y comercial, contribuyendo al pago de la deuda externa en un contexto de dependencia financiera externa de estos países. En esta narrativa el turismo también adopta la cara abstracta y difuminada de la oportunidad, de la esperanza de un futuro mejor. Esto permite cimentar expectativas positivas en sectores de la sociedad, a la espera de unos beneficios que alberga el futuro en algún momento y espacio inciertos.
Finalmente, este discurso abona la construcción de un consenso social que se integra en el imaginario colectivo de parte de las sociedades. Para analizar su permeabilidad y eficacia persuasiva debe considerarse la convergencia de intereses y el fuerte lazo de los gobiernos neoliberales con los actores de la comunicación concentrada en la construcción y el ejercicio del poder. En un escenario de concentración de la comunicación privada y lucrativa en América Latina (FIP, 2017), estos actores ocupan un lugar privilegiado en la esfera pública y se constituyen como entidad socializadora que instalan configuraciones de la realidad que condicionan la forma de comprensión y acción (Toro Castillo, 2011).
Sin duda, esta convivencia entre gobierno y medios concentrados en la reproducción de los discursos y la construcción de sentidos siembra la aceptación social, y afianza la integración de este marco de ideas a un sentido común.
Sobre otros desarrollos turísticos posibles
Históricamente, los procesos neoliberales en democracia se han caracterizado también por expandir y consolidar procesos movilización y organización de sectores excluidos, así como el surgimiento de iniciativas socioeconómicas alternativas. La conflictividad y la germinación de respuestas colectivas también se produce en distintos territorios con potencial turístico: una forma de problematización de este turismo exige, también, un análisis crítico y deconstrucción de los discursos que contribuyen a sembrar el imaginario social.
El turismo bajo la perspectiva neoliberal representa un espacio de conflicto social, por ejemplo, conflictos por la falta de acceso y desposesión de recursos naturales y territorio, los impactos, las legislaciones y políticas públicas de desregulación, el desplazamiento de pequeños capitales en la prestación o la precarización del trabajo y la vida (Cañada, 2010). En este escenario, emergen y se articulan actores diversos que, desde una posición asimétrica, proponen otros discursos sobre qué es y cómo se hace un desarrollo turístico.
Dos aspectos centrales son el paradigma y la racionalidad económica que estructuran estos discursos. Basados en el paradigma de una economía popular, solidaria y comunitaria (EPSC), toman como punto de partida una problematización del modelo de turismo dominante. Una parte fundacional pretende visibilizar los impactos negativos, reflejar las chimeneas y aquello que se esconde detrás del escaparate comunicacional de la industria.
Estos discursos proponen otra racionalidad económica, en la cual el lucro no es el objetivo central y trazan una actividad turística conciliada con los derechos, intereses y necesidades de las comunidades. Se postula un desarrollo integrado, articulado y cooperativo, asentado sobre las especificidades de cada territorio y comunidad, y que priorice la conservación de los entornos naturales y las identidades culturales.
Los discursos de la EPSC enuncian otras reglas para generar y distribuir riqueza, y también proponen de forma explícita y enfática un sistema de valores e ideas que dotan de sentido a la actividad. Por ejemplo, la solidaridad, equidad, desarrollo local sostenible, democracia económica o participación sociocomunitaria tienen una concurrencia relevante. Además, estos discursos ponderan el protagonismo de la pequeña producción y las comunidades, o la valorización de las culturas locales (paisajes, patrimonio cultural, gastronomía, costumbres, etc.) en la experiencia turística y apuntan a un turismo que contribuya a la democratización de la economía.
Participación comunitaria. Imagen de Rodrigo Fernández Miranda.
En los discursos alternativos aparece un mapa del lenguaje muy diferenciado del caso anterior. Palabras como “comunitario”, “comunidad”, “familia”, “solidaridad”, “territorio”, “hábitat”, “diversidad” e “identidad cultural” tienen una fuerte presencia. También el término “sostenibilidad” forma parte de este lenguaje, aunque con algunas diferencias respecto al discurso neoliberal. La sostenibilidad está integrada en la concepción del turismo desde la perspectiva de la EPSC y representa un eje articulador de sus discursos. En esta narrativa se explicita el significado de la palabra, y se explica con profundidad y detalle la cualidad de lo sostenible en las prácticas turísticas.
En la dimensión empírica y propositiva, esta narrativa plantea otras formas y relaciones de producción, comercialización y trabajo; la participación comunitaria en los procesos de planificación y toma de decisiones; un régimen de propiedad del capital colectivo o cooperativo, y la promoción de otro modelo de consumo turístico. En cuanto al papel del Estado, se propone su presencia en la regulación de la actividad y la garantía de los derechos de las comunidades; políticas públicas redistributivas, que equilibren dinamismo económico con inclusión y desarrollo social, e impulsen una planificación territorial integrada. Se postula un Estado con capacidad y voluntad de intervención, regulación y promoción, y que considere el interés colectivo.
Los discursos sobre desarrollo turístico desde la EPSC antagonizan empírica, conceptual y propositivamente con el discurso neoliberal. La visibilidad de ambos andamiajes es muy desigual. Al ser culturalmente disruptivos, los discursos emergentes se encuentran con un cerco que limita su presencia en educación formal y en la comunicación social, su reproducción y aceptación social.
Por eso, para lograr una mayor instalación de sus discursos, los actores de la EPSC deberán disputar los sentidos sobre qué significa el desarrollo y el turismo, transparentar los impactos, deconstruir el imaginario o problematizar la imagen positiva de esta industria. Asimismo, será imprescindible contender en la correlación de fuerzas del Estado y avanzar hacia una mayor articulación con agentes con los que comparten intereses, objetivos y principios, visibilizando las prácticas alternativas como forma eficaz de comunicación.
Discursos, sentidos y turismos en disputa
Un discurso adquiere la categoría de dominante cuando parte de los actores de emisión tienen la capacidad de imponerlos. Desde esta posición es posible invisibilizar o estigmatizar a otros discursos antagonistas, a los actores que los producen y emiten, o a las prácticas que los representan. Estos discursos ofrecen una autorepresentación positiva de su ideología y sus actores aliados, mientras que ofrecen una representación negativa de lo otro, de aquellas ideas y agentes que contesten al orden que proponen (Honrubia Hurtado, 2014).
En el actual contexto latinoamericano, el discurso dominante sobre desarrollo turístico está encuadrado en el paradigma neoliberal, con fuerte presencia y aceptación, legitimado por el gobierno, apalancado en la comunicación concentrada y con una visión de un mundo hecho a la imagen de la mercancía (Martín-Barbero, 2003). Los discursos antagonistas, que surgen desde los actores empujados por el neoliberalismo hacia los márgenes, problematizan el turismo dominante y proponen otras racionalidades, prácticas y sentidos sobre la actividad. Estos dos discursos enuncian ideas enfrentadas sobre desarrollo turístico y caminos para llegar hasta allí.
El lenguaje y el discurso nunca son neutros; expresan intereses y se sostienen en un sistema de valores e ideas. Sin embargo, mientras los discursos alternativos explicitan su ideología, la narrativa neoliberal niega su impronta ideológica, disfrazándose de cientificismo y proponiéndose como el único camino posible. Los intereses de un sector se instalan como interés general, dentro de una visión de un mundo sin opciones.
El análisis crítico del discurso está relacionado con el poder y la desigualdad; la disputa por el poder también constituye una lucha simbólica en la que los actores pugnan sentidos y relatos. Así, los discursos se instituyen también una manifestación de las relaciones y de la lucha por el poder, como forma de reproducción de la dominación, pero también como forma de resistencia y oposición.
Estas construcciones discursivas interpelan a las sociedades de forma antitética y desigual. Parten de distintas racionalidades, visiones y concepciones del mundo, el Estado, el mercado, la sociedad, la economía o el territorio. En la base de esta contienda se discute qué lugar ocupa el ser humano en la economía, qué turismo para qué modelo de desarrollo, qué modelo de desarrollo para qué proyecto de sociedad. En definitiva, se dirime el sentido mismo de la actividad: ¿turismo para qué y para quién?
En esta confrontación de concepciones, ideas, valores, prioridades, estrategias y proyectos, seguramente la diferencia de fondo radica en dónde cada discurso pone la centralidad y las perspectivas. En la propuesta neoliberal están en el centro el libre mercado y el capital, y en el horizonte su concentración y reproducción. En la ESPC el centro lo ocupan el ser humano, sus necesidades y derechos, y en el horizonte se halla la reproducción ampliada de la vida.
Benseny, F. (2012). “La conformación espacial y evolución turística de Villa Gesell (Argentina)”. I Taller Internacional de Historia y Turismo, Eje 4. Turismo, ciudades, infraestructura. Centro de Estudios Históricos, facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata
Bourdieu, P. (1985). ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos. Akal.
Cañada, E. (2010). Turismo en Centroamérica, nuevo escenario de conflicto social. Informes en Contraste. Alba Sud.
Dijk, Teun A. (2001). “Discurso y Racismo”. Persona y Sociedad. Instituto Latinoamericano de Doctrina y Estudios Sociales (ILADES).
Echaide, J. (2012). “El proceso de mercantilización de bienes comunes como expresión de acumulación originaria hoy y su relación con la liberalización comercial”. Revista Interdisciplinario de Gestao Social.
Federación Internacional de Periodistas (FIP) (2017). “Concentración de medios en América Latina: su impacto en el derecho a la comunicación”. www.ijf.org
Fernández Miranda, R. (2015). “Costas, mercancías y derechos: hacia un paradigma sustentable del turismo costero” en Encabo, M. (ed.) Actas del Foro Perspectiva innovadora del Turismo Latinoamericano en naturaleza. EDUCO Universidad Nacional de Comahue.
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Honrubia Hurtado, P. (2014). “Discursos hegemónicos y medios crítico – alternativos”. Diagonal Periódico.
Klappenbach, A. (2014). “La desigualdad y la teoría del derrame”. Público.
Martin – Barbero, J. (2003). Oficio de cartógrafo: travesías latinoamericanas de la comunicación de la cultura. Fondo de Cultura Económica.
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Toro Castillo, B. (2011). “Medios masivos de comunicación: una construcción de la realidad”. Revista Pequén vol. 1 n. 1.
Notas:
[1] El turismo es una de las actividades en la globalización que genera mayor volumen de repatriación de capitales y tiene los mayores niveles de precariedad laboral y degradación de las condiciones de trabajo en los países del Sur económico.
Este artículo se publica en el marco del proyecto «Fortalecer el criterio de inclusividad en el turismo responsable: una respuesta a los retos de la Educación para la Justicia Global», ejecutado por Alba Sud con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona a través del Programa de Educación para la Justicia Global (convocatoria 2018).
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