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Artículo de Opinión | Turismo Responsable | Cataluña

29-01-2018

Aprofitant l'avinentesa

José Mansilla | OACU

La importancia de Barcelona como ciudad de ferias y congresos es conocida mundialmente. Sin embargo, durante los últimos años su posición internacional ha comenzado a mermar. Desde instancias empresarias aprovechan esta circunstancia para intentar modificar las políticas municipales en torno al turismo.


Crédito Fotografía: Zpics bajo licencia creative commons.

Los datos de ocupación hotelera de Barcelona se resentieron el último trimestre del año pasado. La Patronal del sector, el Gremi d'Hotels de Barcelona, señala para ello dos razones fundamentales: por un lado, una cierta turismofobia por parte de los y las vecinas de Barcelona y, por otro, la inseguridad proyectada por las últimas acciones y decisiones políticas del Parlament de Catalunya en torno al procés independentista.

No niego que las razones sean esas. Es más, seguro que mostrar al mundo entero gente apaleada por la Policía Nacional en la puerta de colegios dispuestos como electorales no es la mejor publicidad para la perla del mediterráneo. Como tampoco los desperfectos ocasionados, por algunas organizaciones juveniles de la izquierda radical, a autobuses que habitualmente realizan recorridos turísticos por la ciudad. Nada más alejado de la realidad que, desde hace tiempo, proyecta Barcelona globalmente: su cosmopolitanismo, color, patrimonio, arquitectura o gusto por el diseño.

Desde el Gremi han aprovechado la coyuntura, l'avinentesa en catalán, para reclamar, de nuevo, cambios en la política turística municipal. Más gasto en promoción, la eliminación de las restrucciones impuestas por el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT), instrumento regulador que nunca les gustó, reposicionar la Marca Barcelona, etc.

En concreto, en lo relacionado con el turismo de congresos, tal y como recogían unas declaraciones de Joan Clos -a la sazón predidente del Gremi- a un popular diario, parece ser que en la pasada Feria de Turismo FITUR se comentaba que "Barcelona es una ciudad donde [los organizadores de eventos] hoy no quieren ir", de forma que "está excluida para los operadores" a la hora de ofrecerla para Ferias y Congresos.

Los datos, no obstante, parecen apuntar que el descenso en la apetencia de los turoperadores por Barcelona no es nueva. Así, el International Congress and Convention Association, principal asociación mundial de turismo de reuniones, o turismo MICE, señala que, en el periodo comprendido entre los años 2014-2016, Barcelona se mantuvo como tercera ciudad en el ranking europeo de celebración de congresos, aunque con una leve bajada del 0,55% en el número de eventos acogidos. Otras ciudes, como Dublín o Lisboa, registraron, por su parte, importantes subidas: el 42,17 y el 26,61% respectivamente. Mucho peor sale parada Barcelona, sin embargo, en lo relativo al número de visitantes, 28 mil participantes menos, un significativo 21,79% para el mismo periodo considerado. Las más beneficiadas son Roma, con más de 36 mil participantes, un incremento del 114%, Conpenhague, con un 72,65%, Dublín, con el 66,28% o Viena, con un 46,38%.

Si ampliamos el enfoque a nivel estatal, la tendencia no solo se mantiene, sino que se acentúa. En 2016, España acogió 39 eventos menos que solo dos años antes y, en cuanto al número de visitantes, éste se redujo un 24,67%, un total de 71 mil asistentes menos. Los mayores avances europeos se produjeron en Dinamarca, con un incremento del 71%, y en Austria, con un 38,08%.

Durante los años 2014 y 2016 no hubo registradas, al menos no con tanta relevancia mediática, acciones turismofóbicas. Es más, posiblemente, todavía no estuviera popularizada tal expresión. Y en cuanto al procés catalán, Puigdemont, el malo de la película en cuestiones independentistas, fue investido en enero de 2016, con lo que al recien elegido President no le había dado mucho tiempo de desesgurizar nada.

La explicación a la bajada de la relevancia de Barcelona en temas turísticos, y en concreto de Ferias y Congresos, habría que buscarla, quizás, en otra parte: el hecho de que la ciudad no podía seguir creciendo continuamente, aunque queda claro que hay más de uno que así lo desee; la aparición de otros destinos menos maduros, más baratos, igual de seguros y atractivos, que compiten internacionalmente con la capital catalana en la atracción de turistas y eventos, etc.

Desde el Gremi, sin embargo, han preferido ignorar estos datos para, aprofitant l'avinentesa, intentar cambiar la acción política de la ciudad y, de este modo, mirar por sus propios intereses. No queda más remedio que desearles suerte.

 

José Mansilla es miembro del Observatori d'Antropologia del Conflicte Urbà (OACU).