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Artículo de Opinión | Territorio y recursos naturales

06-06-2013

Conservar la biodiversidad en tiempos de crisis

Llorenç Planagumà | Alba Sud / CST

La actual situación de crisis económica ha reabierto el debate sobre cómo conservar la Naturaleza en este contexto, cuáles deben ser las prioridades y las estrategias privilegiadas.


Crédito Fotografía: Actividad de sensibilización en las Planes, Cataluña. Fotografía de: Tosca.

El 5 de junio de 2013 se realizaron unas jornadas promovidas por Ecologistes en Acció y la Eskamot Verd en la facultad de Biología de la Universidad de Barcelona sobre el tema de si es posible conservar la biodiversidad en tiempos de crisis. Intervenimos Joandomènec Ros del Consell de Protecció de la Natura i la Universitat de Barcelona (UB), Joan Pino de la Institució Catalana d'Història Natural y Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), Josep Germain, de la Institució Catalana d'Història Natural, filial del Institut d'Estudis Catalans (ICHN), Jaume Grau de Ecologistes en Acció, y yo mismo del Centre per a la Sostenibilitat Territorial y Alba Sud. En esta mesa redonda-debate surgieron reflexiones muy interesantes que vale la pena analizar.

La primera fue que la conservación de la biodiversidad, y por tanto de todos los ecosistemas del Planeta, no es una opción, es una obligación de todos los países y comunidades, porque el nivel de destrucción es tan elevado que hay que tomar medidas rápidamente. Cada vez es más claro que no es posible limitarse a acciones correctoras o de maquillaje con este tema, la conservación del planeta debe afrontarse con cambios en el sistema socioeconómico actual, que es la raíz del problema. Este análisis ya es un tema de debate en cumbres mundiales sobre biodiversidad como la de Aichi en Japón en 2010 donde se redactaron las Metas de Aichi para la Conservación de la Biodiversidad o la de Hyderabad en la India en 2012, ambas con participación de organizaciones no gubernamentales y representantes de gobiernos de diferentes países. Debemos aprender a generar un sistema socioeconómico que no destruya el territorio, lo que Quim Sempere de la revista mientras tanto llama "prosperidad sin crecimiento", en los términos del PIB actual.

La segunda reflexión giraba en torno a Cataluña, donde actualmente se ha vuelto a instalar el viejo discurso de que la conservación de la naturaleza no puede ser un freno al progreso. ¿Qué progreso? ¿El de la construcción de manera compulsiva de infraestructuras inviables e infrautilizadas y que, por la misma lógica de razonamiento, debería salvarnos esta crisis económica global? Contrariamente invertir en naturaleza, en espacios naturales protegidos, genera una economía más sostenible y justa, pero las políticas de este país nunca han apostado en realidad por ello y menos ahora. Una economía de base amplia, tal como apunta Ernest Cañada de Alba Sud, donde el beneficio se reparte entre pequeños negocios muy ligados al territorio y no grandes empresas muy poco vinculadas a éste. Este tipo de economía lleva intrínsecamente la conservación del entorno y por tanto la biodiversidad por parte de las comunidades locales. Buen ejemplo de estas tesis es el estudio del efecto que tiene la Declaración de Parques Nacionales a comunidades que viven o están cerca de éstos, y donde se comprueba que a lo largo de los años prosperan mejor que otros.

La tercera es la importancia de evaluar las políticas ambientales y de biodiversidad de un país. Cataluña se considera el ejemplo perfecto de aquel que planifica mucho porque queda bien y da publicidad, gestiona poco, pues se debe invertir en conservación y esto significa dinero, y evalúa nada porque este tema no es agradable ante la opinión pública. Por lo tanto estamos dando palos de ciego en temas de conservación y con recursos muy limitados, lo que hace que no se pueda cumplir ni de lejos con los tratados internacionales. Es necesario un cambio de políticas ambientales radical y que realmente sea prioritario como país.

La cuarta tiene que ver en intentar no caer en la trampa de simplificar la conservación de la naturaleza en números economicistas. De hecho, ya se está planteando que destruir la Naturaleza pueda tener un coste, que se podría pagar o intercambiar. En este sentido, una de las propuestas del gobierno del PP actuales es el Banco de Custodia, que permitiría que los propietarios que tengan especies amenazadas puedan recibir ayudas o la posibilidad de intercambiar monetariamente estas custodias si otro propietario quiere conservar los hábitats y las especies amenazadas en su finca. Un perversión del sistema donde vuelve a intervenir la lógica capitalista.

Desde los años noventa se han realizados muchas cumbres mundiales sobre temas ambientales y de sostenibilidad con grandes acuerdos por parte de los países más relevantes en el mundo, pero los resultados son bastante magros. La causa es la misma que ha provocado esta crisis: quien está mandando es la lógica de la economía capitalista y los balances de las grandes corporaciones o familias que representan la clase dominante, y que no tienen, ni en sueños, la idea de incorporar los daños ambientales y sociales que generan sus operaciones. Por tanto, hasta que no globalicemos también la política y el poder popular anulando la influencia de los lobbies económicos corporativos por una auténtica democracia radical será imposible hablar de objetivos ambiciosos en el ámbito de la conservación de la biodiversidad.