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Entrevistas | Territorio y recursos naturales

30-05-2013

Llorenç Planagumà: "El fracking es una nueva burbuja especulativa que tendrá consecuencias nefastas"

Ernest Cañada | Alba Sud

Hablamos con el miembro del equipo de Alba Sud, Llorenç Planagumà, coordinador también del Centre per a la Sostenibilitat Territorial. A partir de ahora podremos seguirlo en su nuevo blog.
 

Actualmente eres el coordinador del Centre per a la Sostenibilitat Territorial (CST), al que Alba Sud nos incorporamos el año pasado. ¿Nos podrías explicar cómo nace el CST y qué papel juega como aglutinador de diferentes colectivos, movimientos y personas en la defensa de una Nueva Cultura del Territorio?

El CST nace en 2006 como consecuencia de la herencia directa de diferentes luchas en defensa del territorio (Salvem les Valls, No al transvasament lo riu és vida, Salvem l’Empordà, ...) donde se percibió que era necesario aprovechar la experiencia de lo que había funcionado bien en estas movilizaciones para poderlo aplicar a otras futuras. Asimismo convertirse laboratorio de ideas para esta nueva cultura del territorio. Se articula como punto de unión y enlace, y no como liderazgo, con el objetivo de convertirse en una caja de herramientas para las entidades, empresas sociales, personas que apuestan por una nueva cultura del territorio. Eso por un lado. Por el otro, contraponer al discurso único y hegemónico de que progreso era más casas, más carreteras, más aeropuerto, más..., proponiendo alternativas para otro progreso más humano, más ecológico y en definitiva más justo.
 
Uno de los temas en los que más estás trabajando últimamente es en la oposición a las técnicas extractivas basadas en la fractura hidráulica o fracking. ¿Porque se produce precisamente en estos momento una mayor presión por este tipo de prospecciones y cómo debemos vincularlo a la problemática del fin de la era del petróleo barato?

Esta técnica aparece en estos momentos porque el encarecimiento del petróleo y el gas debido a su ya probado agotamiento hace que empiece a ser económicamente rentable para las empresas multinacionales. Con esto quiero matizar que esta técnica nunca será rentable si se tiene en cuenta la energía invertida para la extracción y la que luego obtienes, ya que nos encontramos en tasas de retorno energético de 2, como mucho de 4, por cada uno invertido y esto nunca ha pasado a la historia. Por ejemplo una sociedad nómada y basada en la caza y la recolección tiene una tasa de retorno de 1 a 10. Pero los precios han subido lo suficiente como para que a las empresas pueda ser rentable si se cuenta la especulación en la operación, tanto bursátil como de venta de futuros en las concesiones que tienen. Volvemos a estar en una burbuja provocada por el sistema capitalista que nos llevará nefastas consecuencias, ambientales y sociales. Otro dato interesante es que para desmentir eso que estamos afirmando unos cuantos científicos y técnicos ya se ha contratado a la empresa de comunicación que creó una campaña para desmentir en los años 50 y 60 que el tabaco provocaba cáncer o que el cambio climático no existe... en fin, a mí me gusta decir que el 1% de la población del planeta, la dominante, ha declarado la guerra contra todo el planeta (incluido el 99% de la población restante), y no ahorra recursos para ganarla y la están ganando....
 
Hace días os reuníais en Madrid, en el Congreso de Diputados, una serie de personas vinculadas a diferentes plataformas contra el fracking de todo el Estado español, y apuntabais que éste será uno de los temas claves en la agenda política de los próximos años. ¿Cómo se está configurando este movimiento? ¿Qué perspectivas ves?

Soy optimista con respecto a esta pregunta. Seguramente desde la guerra de Irak y el movimiento en defensa de la paz y el no a la guerra, ninguna otra movilización ha tenido una dimensión tan global. Pensemos que las movilizaciones “No al fracking” van desde Argentina, los EEUU, y está prácticamente en todos los países de Europa. Una vez aterriza la amenaza en un territorio se extiende como una mancha de aceite y nunca tan bien dicho. La razón es que toca a la tierra y representa el final de un sistema que la población percibe como caduco e injusto. Otra de las ventajas del movimiento es que es muy plural tanto en género, sensibilidades políticas, profesiones, etc. Yo diría que tendrá por suerte gran influencia política y marcará (de hecho ya está marcando) la agenda de muchos partidos políticos.
 
La transición hacia otro tipo de sociedad menos dependiente de los combustibles fósiles, pasa por cambios radicales en la forma de organizar y redistribuir la austeridad. Parece que nos encontramos en una disyuntiva: que unos pocos sigan disfrutando de un modelo de consumo altamente fosilizando y excluyan amplias mayorías o bien apostar por una redistribución más igualitaria y planificada de recursos escasos. ¿Vamos hacia una nueva forma de entender la vieja oposición de socialismo o barbarie?

Creo que sí. En este caso podríamos decir "ecosocialismo o barbarie", porque un socialismo sin que perciba los límites ecológicos y geológicos que tiene el planeta también sería un modelo injusto finalmente. En contraposición un capitalismo que tiene en cuenta estos límites (llamado capitalismo verde) de la manera que lo entendemos ahora es inviable totalmente. Siempre acabará queriendo más y más. Hay que recuperar las viejas ideas socialistas y corrientes nuevas como la economía del bien común para poder buscar el equilibrio hacia una sociedad más justa. Yo lo imagino mucho menos materialista, donde la producción se orienta a satisfacer a las personas y el planeta, y el beneficio se mide en términos sociales y ambientales y no económicos, donde la competencia deja paso a la cooperación. La barbarie no es una opción, es la realidad del mundo de hoy y creo que nadie con un mínimo de compasión y solidaridad con las generaciones futuras lo desea. Termino diciendo que lo que primero que deberíamos penalizar socialmente son los productos de lujo: las personas que consumen estos productos deberían ser señalados públicamente ya la larga deberían esconderse de vergüenza. La ostentación del lujo en una sociedad es un indicador infalible de enfermedad e injusticia.
 
Este modelo que propugnas implica una profundización democrática radical, con nuevas formas de participación y control ciudadano en las decisiones fundamentales que afectan a su entorno, recursos, servicios, tiempo,... ¿Como lo ves?

La democracia es siempre la bandera que reivindica un mundo más justo. A principios del siglo XX quien abanderaba la lucha por la democracia era la clase obrera y popular, sino no la hubiéramos tenido nunca. Una vez conseguido este objetivo quien controla el "cotarro" ya se ha ocupado de secuestrarla. Ahora nos toca luchar otra vez, esta vez para liberarla, y la manera de hacerlo es la participación radical; aprovechar las redes sociales e incorporar nuevas herramientas que la clase dominante no pueda controlar tan fácilmente, y buscar que quien gobierne lo haga en nombre del pueblo y por el bien del pueblo. Una de las herramientas son las consultas a políticas que afectan a las comunidades y su territorio. Debe ser impensable realizar cualquier tipo de operación en un territorio en el que previamente no haya habido una auténtica participación de la comunidad local y ésta sea soberana. Con nombre del "progreso" y "el interés general" ya se han hecho suficientes tonterías.

Y en términos económicos, ¿qué posibilidades ves en experiencias relacionadas con la proximidad y un uso más sostenible de los recursos naturales?

Una sociedad amable con las personas y el planeta será tranquila y los recursos tangibles próximos. Hay que recuperar los alimentos de proximidad y si puede ser ecológicos. Volvemos al "maldito" lujo: no puede ser que sea bien visto socialmente comer un bistec que viene de la otra punta del mundo y mal visto cuando viene del lado de casa. Por suerte esta batalla la estamos ganando y cada vez más el producto local se valora mucho más. Y cuando hablo de consumo local me refiero tanto a una manzana del lado de casa como al turismo de proximidad. ¿Por qué hacer miles de kilómetros para estar en un ressort y una playa cuando al lado hay hasta mejores? Con esto no quiero decir que no se viaje porque el derecho a un turismo responsable debe ser para todos, pero hay que racionalizarlo y no tiene sentido coger un avión para sólo un fin de semana u otras barbaridades por el estilo. Entiendo que si damos la vuelta a esta lógica perversa en una sociedad futura todo el mundo tendrá más tiempo libre y suficiente poder adquisitivo como para poder, si tiene ganas, hacer viajes con calma, a pie, en bicicleta, en tren, barco, bus… será una nueva cultura del turista. Lejos de grandes multinacionales del turismo y en un mar limpio de yates de lujo...