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Artículo de Opinión | Mundo global

29-04-2013

Un fantasma recorre Europa...

Raül Valls | CST / Alba Sud

Lo que en 1848 era un gran deseo y una imperiosa necesidad lo es hoy todavía más. Nos jugamos la paz entre pueblos y la paz actual y futura con el planeta. Las razones para transformar la sociedad y poner fin a la irracionalidad capitalista son ahora más urgentes que nunca. 


Crédito Fotografía: Protestas contra el G8 en Alemania (junio 2007). Foto de Philippe Leroyer (licencia CC)

En 1848 Marx y Engels comenzaban el "Manifiesto Comunista" diciendo que un fantasma recorría Europa. Este fantasma, que se colaba por todas partes y se convertía en acusación común del poder ante cualquier acción de oposición al orden establecido, era el comunismo. Todo enemigo del poder se convertía en un "comunista". El "Manifiesto Comunista" quería ser una declaración abierta y carta de presentación de este nuevo movimiento internacional en una Europa que se abocaba a unos procesos revolucionarios que se extendieron por gran parte del viejo continente. Hoy también necesitamos fantasmas que recorran Europa y asusten a los poderes salvajes que nos dominan cada vez más tiránicamente.

Quiero recordar que uno de los principales valores que ya defendía entonces el movimiento comunista era su carácter internacional. Las fronteras no eran ningún límite para la explotación, la codicia y la injusticia social. Hoy tampoco, pero a pesar de ello el poder sutilmente lleva el debate hacia el enfrentamiento entre países y naciones, ocultando el carácter claramente clasista de las políticas que sufren en mayor o menor medida todos los europeos.

Millones de alemanes están también en el paro y muchos más han visto reducidos sus sueldos y condiciones laborales. La precariedad y la miseria también avanza en el "país de Merkel", pero a pesar de ello se manipula y simplifica la información para que vemos en "Alemania" y a todos los alemanes y alemanas como las sanguijuelas que nos ahogan día a día. Esto no es cierto. Este continente ya ha vivido los desastres provocados por un poderes económicos glotones y expansionistas que han utilizado la retórica nacionalista más primaria para lanzar a un pueblo contra otro. Una pancarta comunista en Grecia decía: ¡Pueblos de Europa rebelaos! Como en 1848 debemos poner el acento en la solidaridad entre los padecen y no culpabilizar en función del origen nacional. La izquierda social y política tiene que levantar más que nunca la bandera roja del internacionalismo. No es cierto que sean "los alemanes" quienes nos empobrecen, son las oligarquías de toda Europa, y del resto del planeta, que con total complicidad recorren el viejo continente sometiendo ahora a unos y luego a otros.

Las fronteras tampoco han sido límites para políticas que han implementado modelos de desarrollo depredadores del territorio. Los mismos poderes financieros que empobrecen a los sectores populares con lógicas de chantaje permanente para erosionar los derechos sociales y laborales, tratan el territorio y los recursos naturales como un botín a saquear de manera indiscriminada, convirtiendo la biodiversidad o la fertilidad de la tierra en mero capital acumulable. Esta dilapidación es aún más grave que la anterior porque la destrucción de los valores naturales y la contaminación del aire y el agua es una hipoteca de consecuencias muchas veces irreversibles y su factura la pueden acabar pagando las generaciones futuras, o nosotros mismos de forma acelerada. La lógica del "corto plazo" y la ceguera premeditada con la que estas oligarquías planifican los negocios se retroalimenta con un Estado pretendidamente más débil e infiltrado por los intereses de los principales lobbies. Da lo mismo si el modelo de movilidad y transporte está agotado y amenaza la salud del territorio, se siguen planificando nuevas carreteras y se continúa vinculando falsamente, como si no pasara nada, el bienestar de la gente a este modelo destructivo. Parece no importar lo que la ciencia nos está advirtiendo sobre la quema de combustibles fósiles y sus efectos sobre el clima y la biodiversidad, se sigue buscando nuevos yacimientos o se buscan soluciones de fuerte impacto ambiental como el fracking.

El “Manifiesto Comunista” terminaba con una de las frases más bellas de la historia de la Humanidad: "Proletarios de todos los países, uníos". Lo que en 1848 era un gran deseo y una imperiosa necesidad lo es hoy todavía más. Nos jugamos la paz entre pueblos y la paz actual y futura con el planeta. Las razones para transformar la sociedad y poner fin a la irracionalidad capitalista son ahora más urgentes que nunca. ¡Hagámoslo!

 

Raül Valls es miembro del Centro por la Sostenibilidad Territorial (CST) y colaborador de Alba Sud.