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Entrevistas | Construcción de paz y DDHH

29-12-2011

Guatemala: Los Acuerdos de Paz quedaron en papel. Entrevista a Ana Luisa Morales

Después de 15 años de la histórica firma de los Acuerdos de Paz no cesa el despojo de tierras para impulsar maga-proyectos y monocultivos. Sobre estas cuestiones conversó Giorgio Trucchi (Rel-UITA/Alba Sud) con la dirigente de la Unión Verapacense de Organizaciones Campesinas (UVOC).


Crédito Fotografía: Ana Luisa Morales. Fotografía de Giorgio Trucchi / Rel-UITA.

Este 29 de diciembre se cumplen 15 años de los Acuerdos de Paz que pusieron fin a 36 años de guerra civil en Guatemala. Sin embargo, las causas que originaron el conflicto y que dejaron un trágico saldo de más de 250 mil víctimas de masacres y desapariciones, sobre todo entre las poblaciones indígenas, siguen intactas. Acaparamiento y concentración de la tierra, desalojos violentos, asesinatos, inseguridad alimentaria y la implementación de megaproyectos hidroeléctricos, petroleros, mineros y de monocultivos de caña y palma africana están nuevamente tensionando la situación en el país. Para evaluar la situación en que se encuentra Guatemala a escasas semanas de la toma de posesión del nuevo gobierno del ex general Otto Pérez, Sirel dialogó con Ana Luisa Morales, directiva de la Unión Verapacense de Organizaciones Campesinas (UVOC)[1].

¿Cómo está Guatemala en víspera de conmemorar 15 años de la firma de los Acuerdos de Paz?

No se ha cumplido casi nada y no hay instituciones que velen por el respeto de los Acuerdos. Continúa el control hegemónico de unas pocas familias criollas sobre la política y la economía del país, y se está reconcentrando la tierra en pocas manos. Ha sido un revés para los movimientos sociales, populares y las organizaciones campesinas e indígenas. Estamos viviendo un tercer gran despojo de nuestras tierras.

¿Qué está pasando exactamente?

Están llevando a cabo desalojos masivos de comunidades que tienen derechos históricos sobre sus tierras. Las están sacando para apropiarse de ellas y saquear los recursos naturales, sobre todo el agua, el petróleo y los metales. Están impulsando megaproyectos hidroeléctricos, petroleros y mineros, y expandiendo el cultivo de caña de azúcar y palma africana. Nos están quitando la tierra y la gente ya no sabe cómo sobrevivir, ni dónde vivir.

La falta de acceso a la tierra ha sido uno de los elementos desencadenantes de la guerra civil...

Es una lucha muy antigua y con los Acuerdos de Paz se crearon diferentes instancias con el propósito de darle respuesta a esta problemática. Sin embargo, estamos denunciando que la tierra se está reconcentrando en manos de unos pocos terratenientes. Estamos volviendo al latifundio, sobre todo en la zona de Alto Verapaz, y es algo muy grave. Los cultivos de caña y palma africana rodearon progresivamente a las comunidades y comenzaron los desalojos, como en el caso del Valle del Polochic donde fueron desalojadas 14 comunidades y unas 800 familias, y hasta hubo dos muertos.

¿Qué fue lo que ocurrió?

Son sobrevivientes de la masacre de Panzós de 1978 y están reclamando sus derechos históricos sobre la tierra que está en manos del Ingenio Chabil Utzaj, propiedad de la familia Widmann, y que ahora está recibiendo una fuerte inyección de capitales de parte del BCIE y del Grupo Pellas de Nicaragua.

¿La implementación del cultivo de caña y palma está afectando la seguridad alimentaria de la gente?

Muchas comunidades están quedando sin tierra para sembrar alimentos, y está creciendo el fenómeno de la migración juvenil hacia las ciudades o el extranjero, para vender su mano de obra barata. Van a ser explotados sin piedad. Aquí, el derecho a la alimentación, a la tierra, a la vivienda y a una vida digna, ya no existe.

Las empresas aseguran que el monocultivo trae trabajo y desarrollo para las comunidades...

Hacen una gran campaña publicitaria para demostrar que ayudan a las comunidades y que brindan servicios para la gente, sin embargo es a costa del sudor y la explotación del trabajador.

¿Qué queda de la memoria histórica de Guatemala?

Hubo más de 250 mil personas asesinadas y desaparecidas, más de 600 masacres contra la población indígenas y más de 400 comunidades aniquiladas, y la impunidad es casi total. No podemos permitir que se sepulte el pasado, porque la memoria y el castigo para los represores deben ser patrimonio para las nuevas generaciones. Debemos seguir levantando nuestra voz.

Notas:

[1] Leer también: Marcelo Colussi, ¿15 años de paz? Muy poco para festejar, Rebelión, 29/12/2011.


Artículo publicado originalmente en la Web Nicaragua y más el 29 de diciembre de 2011.