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Artículo de Opinión | Turismo Responsable | Costa Rica

02-06-2011

Controversia sobre el turismo rural en Costa Rica

Artículo de Kyra Cruz, presidente de CANTURURAL, respondiendo a las críticas al turismo rural vertidas por Giovani Rodríguez desde las páginas de opinión del diario costarricense La Nación. Reproducimos aquí la versión larga de su respuesta que, en formato breve, fue también publico en ese mismo diario.

¿Turismo Rural? Sí, allá vamos

Por Kyra Cruz, Presidente de la Cámara Nacional de Turismo Rural Comunitario (CANTURURAL)

 

Construir es bastante más difícil que lanzar críticas al viento. En el artículo de La Nación del jueves 26 de mayo, al leer el título, ¿Turismo rural? No, gracias pensamos que se trataba de un cliente nacional que tuvo una mala experiencia durante su fin de semana en alguna Posada de Turismo Rural, y que estaba generalizando su experiencia personal, desprestigiando con ligereza, a un sector que se enorgullece de compartir -sin artificios- sus costumbres y la forma de vivir propia del campo -una cultura viva, tan diversa como los paisajes de Costa Rica. Desde la CANTURURAL, lamentamos profundamente el título tan desatinado del artículo, el cual, de forma irresponsable, tiende a generar un rechazo hacia el turismo rural.

Pronto nos dimos cuenta que más bien se trataba de un artículo que despliega una práctica ligera de lanzar comentarios generalizados, pero con débil propuesta para construir soluciones. A pesar de ello, el artículo aporta algunos elementos a profundizar. El discurso dominante que señala el señor Rodríguez es otro, es el de las hegemonías económicas, que promueven el libre mercado y la transnacionalización de capitales, una lógica que orienta a los países del tercer mundo a priorizar en la atracción de inversiones, a fomentar un modelo de importaciones, y la promoción de monocultivos para la exportación como la única opción viable. En este contexto, los que promueven el turismo rural comunitario en Costa Rica no son parte del discurso dominante, sino que promueven una propuesta, entre otras, que busca generar alternativas para el desarrollo local, a través de una lógica de desarrollo más endógeno. 

El desafío del desarrollo rural es complejo y siempre involucrará diversas alternativas de actividad económica, tales como la producción agropecuaria, la agroecología, el desarrollo de la pesca responsable, y otros servicios diversos, entre ellos, el turismo rural y el turismo rural comunitario. Me pregunto qué organismo o institución, según el señor Rodríguez, visualiza con tanta trivialidad el desarrollo rural para plantear que el turismo rural es la única salvación para salir de la pobreza. Resulta más bien irresponsable que el autor del artículo endose a una actividad como el turismo rural y a las instituciones, ONG’s y personas que dan apoyo a los emprendimientos que contribuyen a desarrollarlo, la responsabilidad de lograr los resultados deseados para el desarrollo rural.

Efectivamente, el turismo no es la panacea para salir de pobreza en la zona rural.  Sin embargo, las críticas del señor Rodríguez van mal dirigidas. El turismo residencial y los modelos de turismo al estilo de enclaves turísticos que se venían desarrollando descontroladamente antes de la crisis, han demostrado que esa “modalidad de turismo” no solo no es la panacea para solventar la pobreza, sino que la profundiza. 

Por el contrario, en Costa Rica, desde inicios de los 80, los destinos turísticos que han demostrado generar  una mejor distribución de la riqueza son destinos netamente rurales. El ecoturismo, el turismo rural, y el turismo rural comunitario han contribuido y continúan contribuyendo a democratizar el desarrollo turístico en Costa Rica. En vez de cortar montañas y árboles, en vez de llevar moles de cemento al sector rural, y desposeer de sus tierras  a los pobladores locales, este modelo de desarrollo turístico sin ingredientes artificiales ha contribuido a conservar el Sistema Nacional de Áreas Protegidas y contribuye, cada vez con mayor claridad, a construir alianzas para fortalecer el patrimonio cultural.

La CANTURURAL y sus asociados no pretenden generar un desarrollo rural en base al turismo, sino un desarrollo en el que el turismo sea una parte de las opciones productivas en manos de la población local. Promovemos una estrategia de diversificación y complementariedad. Esto es responsabilidad de muchos y diferentes actores. Contrario a lo que plantea el señor Rodríguez, organismos internacionales que trabajan en el espacio rural, las organizaciones de apoyo a las bases, y las mismas asociaciones y cooperativas que han impulsado el modelo de turismo rural comunitario en Costa Rica, suman sus esfuerzos con el sector público para contribuir a generar alternativas productivas que algunos pobladores en zonas rurales visualizan para su desarrollo. 

Es tan ligera la crítica del señor Rodríguez que desconoce que las organizaciones de apoyo a las bases,  al menos las más reconocidas por su liderazgo en el país, son de propiedad de los mismos emprendimientos de turismo rural, y sus tour operadores son un modelo a nivel latinoamericano, ya que son empresas de la economía social,  que le pertenecen a sus asociados ubicados en zonas rurales. A través de su estructura asociativa, han logrado incluir el turismo rural comunitario en la oferta del viajero nacional e internacional, presentando sus experiencias en forma consolidada a través de portales web, accediendo a ferias nacionales e  internacionales de turismo. Los ingresos que generan estos tour operadores se reinvierten en procesos de fortalecimiento y en mercadeo para incrementar las ventas.  El turismo rural comunitario se fundamenta en la propiedad y control de las familias campesinas e indígenas organizadas sobre la actividad turística. Por medio de alianzas, han construido estructuras a través de las que operan comercialmente e inciden políticamente. Esto es un esfuerzo de más de 80 organizaciones, muchas familias y comunidades, que no se puede descalificar tan fácilmente.

Lograr estos mecanismos ha representado un trabajo pionero de organizaciones de apoyo a las bases, de campesinos y campesinas, indígenas y pescadores, en alianza con instituciones, funcionarios y personas que se atreven a construir propuestas de desarrollo local y  sueños colectivos.   

Gracias a las estructuras asociativas y a los procesos de incidencia política de los emprendimientos de turismo rural comunitario, en el 2009 se aprobó la Ley para el Fomento del Turismo Rural Comunitario (expediente 16.879). Esta es una ley marco que hace un llamado al ICT, al INA, IMAS, municipios, a la Banca de Desarrollo, al SINART, y al Infoocop, a establecer los mecanismos para fortalecer este modelo de desarrollo turístico. Este es un instrumento que el sector de turismo rural comunitario debe difundir ampliamente, y contribuir todos los días para que las diversas instituciones involucradas lo pongan en práctica y sirva como una herramienta para ser aprovechada por los actores locales. 

Además de fortalecer el marco legal, los empresarios de turismo rural y comunitario deben fortalecer alianzas con los empresarios que se interesan genuinamente por el bienestar de la comunidad, con los tour operadores, con los productores agrícolas,  y con las instituciones públicas y privadas que contribuyen a construir propuestas de desarrollo de carácter endógeno.  

Para lograr un desarrollo rural, efectivamente se requiere más compromiso de todas las partes.  Se debe generar una mayor visibilidad de los emprendimientos en zonas rurales y una valoración de sus aportes al país. Se requiere que el Estado establezca los mecanismos para fortalecer el patrimonio cultural, y el orgullo por la producción nacional. Es también necesario engrosar los presupuestos de los municipios y las acciones para invertir en mejores caminos rurales y servicios comunitarios.  Se requiere que el ICE mejore la conectividad en las zonas rurales.  El sector rural necesita que el INA continúe ampliando la oferta de asistencia técnica en las zonas rurales y, en el caso del turismo rural comunitario, en conjunto con el ICT, haga más accesible el asesoramiento previo a las inversiones para nuevos emprendimientos. Efectivamente, se requiere acceso a una Banca de Desarrollo.     

Los pobladores de zonas rurales deben buscar los mecanismos para fortalecer su liderazgo y capacidad de incidencia,  para que además de saber decir “no gracias” a lo que no les conviene, construyan y planifiquen su futuro con propuestas de desarrollo local que generen un desarrollo humano sostenible. Contrario a las posturas del señor Rodríguez, se requiere fortalecer alianzas público-privadas y construir con mucho entusiasmo e innovación por parte de todos los involucrados.  El turismo rural y comunitario es un factor muy importante para el  desarrollo  rural, pero definitivamente no es el único. Con las bondades reconocidas al turismo rural, se debiera sustituir la frase "¿Turismo rural? No, gracias"por, ¿Turismo rural? Sí, si hay atractivo natural y cultural, si continuamos  construyendo las condiciones y si los actores rurales se lo proponen,  ¡pero no como la solución universal!Ojalá que esta discusión abra solamente más puertas para construir una Costa Rica más solidaria y que los costarricenses que planean sus vacaciones digan: ¿Turismo Rural? Sí, ¿cuándo vamos?

Puede ver la versión corta de este artículo publicada en La Nación el 30 de mayo de 2011 aquí.

 

Y a continuación el artículo original que provocó la polémica:

 

¿Turismo rural? No, gracias

Por Giovani Rodríguez, La Nación, 25 de junio de 2011.

No es poca la responsabilidad que se le ha dado recientemente al turismo como motor del desarrollo y crecimiento de los países en vías de desarrollo, y especialmente de las zonas rurales con atractivos naturales, históricos, culturales, agrícolas, pecuarios, entre otros.

No es poca la responsabilidad que se le ha dado recientemente al turismo como motor del desarrollo y crecimiento de los países en vías de desarrollo, y especialmente de las zonas rurales con atractivos naturales, históricos, culturales, agrícolas, pecuarios, entre otros.

El discurso dominante de los organismos internacionales (especialmente los relacionados con los espacios rurales), las instituciones del Estado, las universidades públicas, algunas ONG y los políticos, entre otros, es que la solución a la pobreza rural está en el turismo rural.

De ahí que la respuesta usual de los políticos cuando llegan a los espacios rurales, generalmente olvidados por la acción estatal, casi siempre descansa en la misma idea y esa es que con esa actividad se resolverán los problemas estructurales que padecen y han padecido estos pobladores –especialmente la pobreza–. Se presenta el turismo como la panacea contra la pobreza estructural de la que siempre han padecido.

Pero hay que tener cuidado con ese discurso dominante, pues nada más lejos de la realidad que esa gran promesa que tienen cifrada en el turismo rural. Efectivamente, hay una esperanza de que al menos pueda contribuir, pero lo que no se puede es engañar a los pobladores rurales como una nueva mentira, diciéndoles, irresponsablemente, que esa es la única salvación.

Hay que tomar en cuenta que el turismo rural es relativamente reciente y se encuentran en una etapa inicial, que se ha caracterizado por la falta de apoyo estatal para crear las condiciones necesarias a partir de las cuales las comunidades puedan ser parte del desarrollo que se produce con esa modalidad de turismo.

Por otro lado, algunas organizaciones que supuestamente “ayudan” a esta modalidad, más bien actúan como operadores de turismo y se dejan la mejor tajada del negocio. Por su parte, la famosa Banca de Desarrollo es una iniciativa con más promesas de la tierra prometida que otra cosa, pues no se ha consolidado y los mecanismos de créditos y apoyo a los pequeños emprendedores, como los de turismo rural, no tienen acceso, ya sea por excesos de trámites o por falta de asesoría y mecanismos especiales.

Tal vez la Banca de Desarrollo sea la única opción que tengan los habitantes de los espacios rurales para sacar provecho del turismo rural, pero, en definitiva, es necesario que se analice mejor la forma y los mecanismos de apoyo y ayuda a estas poblaciones.

Así que, si usted trabaja en los espacios rurales y si llega ofreciendo el turismo rural como la pomada canaria, no se moleste si tal vez le digan nuestros campesinos sabiamente: “¿Turismo rural? No, gracias”.