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Recursos Externos | Turismo Responsable

15-09-2010

Centroamérica: El turismo detrás del espejo

Artículo de opinión de Ileana Gómez, coordinadora pro-tempore de Fundación PRISMA, analizando los contenidos de la Declaración del XI Foro de Integración y Desarrollo Turístico de Centroamérica y República Dominicana organizado por el PARLACEN el 25 y 26 de agosto de 2010, y que a continuación adjuntamos.


Crédito Fotografía: Fundación PRISMA.

En el reciente XI Foro de Integración y Desarrollo Turístico de Centroamérica y República Dominicana organizado por el PARLACEN en San Salvador, culminó con una declaración que enfatiza la urgencia de definir al turismo como política de Estado, incorporándolo con prioridad, en las estrategias de desarrollo nacional y regional. La declaratoria también apoya el desarrollo de acciones para promocionar a Centroamérica y República Dominicana como un multidestino.

Al nivel macroeconómico el turismo como generador de divisas supone ingresos diferenciados para las economías en Centroamérica, Costa Rica percibe más ingresos del turismo y de las inversiones inmobiliarias de capital extranjero, llegando a casi mil millones de dólares en 2007. Más impresionantes son las cifras de Dominicana, de acuerdo al Ministerio de Turismo de ese país, las inversiones en el sector turístico superaron los 11 mil millones de dólares en 2009 y ese mismo año se duplicó el presupuesto nacional destinado a la promoción exterior de República Dominicana como destino turístico (de 22 a 44 millones de dólares). Estas cifras no implican una distribución equitativa de los ingresos.

La Declaratoria de San Salvador puede abrir una ruta más inclusiva al desarrollo del turismo en una región que ha estado más preocupada por atraer inversiones y generar divisas para favorecer los resultados macroeconómicos, propiciando beneficios para pocos grupos económicos muchos de ellos transnacionales.

El XI Foro apuesta por un modelo que no deteriore los recursos naturales ni la cultura local. Uno de los hitos de este Foro es el reconocimiento al más alto nivel que en Centroamérica el turismo rural comunitario contribuye a la reducción de la pobreza y a la conservación del medio ambiente, y que el uso del turismo comunitario, como medio de vida sostenible, es una alternativa viable, si bien requiere apoyos para la asistencia técnica, el fomento de las redes empresariales y la comercialización de los destinos turísticos.

Este reconocimiento ha sido posible por el nivel de progreso que tienen las diversas experiencias de turismo rural comunitario en Centroamérica y la capacidad de incidencia de sus redes de apoyo. En el XI Foro se expusieron los casos de Nicaragua, Costa Rica y El Salvador que hablan de la forma en cómo el turismo rural comunitario se ha ido desarrollando en estos países implicando comunidades, familias de productores rurales y cooperativas entre otras formas de organización.

Para lograr el fomento de este tipo de turismo ha sido importante la creación de políticas nacionales e incentivos específicos para el sector. Costa Rica cuenta con una Ley de Fomento al Turismo Rural Comunitario, en Nicaragua existe una Política de Turismo Rural, y en El Salvador a pesar que el actual Plan Quinquenal expresa su opción de apoyar a pequeñas y micro empresas rurales, aun no hay indicios de apostarle a definir políticas y estrategias concretas para fortalecer al turismo rural comunitario. Si bien el programa Pueblos Vivos estimula el turismo rural, a través de la promoción, apoyo a la señalización y organización de rutas se requiere de otros estímulos para consolidar el desarrollo de las más de 58 experiencias de turismo rural comunitario existentes que en El Salvador.

Durante el XI Foro, los parlamentarios y autoridades nacionales aludieron muchas veces a la necesidad de aprender de las experiencias de Costa Rica y Dominicana en cuanto a promoción y éxito en el mercadeo de los productos turísticos. Pero el otro lado del espejo del turismo esta en sus costos sociales y ambientales, sobre todo cuando la apuesta a la generación de divisas no se complementa con medidas de planificación, ordenamiento territorial y regulación de las inversiones.

Hay que tener en cuenta los costos sociales y ambientales que muchos desarrollos turísticos, especialmente los asociados al desarrollo inmobiliario y a la construcción de grandes resorts propiedad de cadenas hoteleras, tienen para los territorios y poblaciones costeras. Investigaciones y foros sobre turismo en la región mesoamericana y el Caribe van develando las implicaciones más profundas del turismo como fenómeno social y económico.

En Costa Rica la expansión de la construcción ha sido considerable, motivada por el interés de inversionistas extranjeros en el mercado inmobiliario relacionado con el turismo. Según la Cámara Costarricense de la Construcción un 65% de la mano de obra de la construcción es inmigrante, mayormente nicaragüenses, muchos se encuentran en situación migratoria irregular y en situaciones laborales de alto riesgo. Con la crisis la actividad de construcción se ha reducido sensiblemente, dejando en una situación de incertidumbre a los trabajadores nicaragüenses.

En República Dominica la fuerza de trabajo empleada para las construcciones de grandes hoteles y urbanizaciones exclusivas procede en gran parte de Haití. Con una situación laboral irregular y en degradantes condiciones de vida y trabajo los haitianos constituyen una fuerza de trabajo sumisa y dispuesta a las más arduas labores.

La playa Bábaro, declarada por la UNESCO como “una de las mejores playas del mundo debido a su blanquísima y fina arena y a sus cristalinas aguas”, se desarrolla como destino turístico a merced de la explotación laboral de obreros haitianos. Cerca de las construcciones de futuros resorts de cadenas hoteleras españolas se encuentran varios Bateys o asentamientos precarios donde viven los obreros haitianos de la construcción, marcando nuevas estelas de pobreza y marginación, sin que esto cuente al momento de entender el éxito de la industria turística en la isla caribeña. Según el PNUD en Dominicana la actividad turística no ha generado un desarrollo que involucre a la comunidad, ni ha producido un aumento importante en el nivel de empleo,

Las implicaciones ambientales también van de la mano con este tipo de turismo. En Dominicana, Cancún, Guanacaste e incluso en Cuba el deterioro de las playas es significativo debido a la modificación de las costas para la construcción de hoteles, marinas y campos de golf. La pérdida de playas, manglares, arrecifes de coral degrada los ecosistemas amenazando su biodiversidad, también deja sin protección a las poblaciones costeras, los mismos hoteles sufren las consecuencias de la falta de protección natural cuando los cada vez más constantes eventos extremos como huracanes y tormentas tropicales azotan la región.

Para mantener el imaginario de la playa de arena blanca y aguas transparentes, en Cancún se ha llegado al extremo de extraer arena del fondo marino de la vecina isla de Cozumel poniendo en riesgo el futuro de los arrecifes, que son uno de los principales atractivos de la isla, que no ha optado por el turismo masivo de sol y playa. De esta forma el espejo del éxito de los países que son un desarrollado destino turístico, nos muestra su lado oscuro para no repetir las malas prácticas.

Quizá por eso finalmente en el texto declaratorio del XI Foro ha reconocido que la regulación, el ordenamiento territorial, la recuperación del paisaje y recursos naturales, la reconversión ocupacional de espacios y localidades con vocación turística son estrategias exitosas que garantizan la sostenibilidad de la actividad turística. Esperemos que la declaratoria logre avanzar en acciones concretas que permitan más investigación, diálogo entre los actores del turismo, definición de normativas y estrategias para un turismo que se integre al desarrollo de las poblaciones y territorios rurales.


Publicado en Contrapunto el 14 de septiembre de 2010.