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Reseña de Libro | Mundo global

01-10-2014

Aproximaciones al concepto de la producción del espacio a partir de los contenidos lefebvrianos

Fabiana Valdoski Ribeiro | Alba Sud / GESP

Reseña del libro de Henri Lefebvre, La Producción del Espacio, publicado por Capitán Swing Libros (Madrid, 2013, 451 páginas, con traducción al castellano de Emilio Martínez Gutiérrez).

En 2013, se presentó al lector de habla española la traducción del libro La producción del espacio de Henri Lefebvre. Este trabajo, terminado en 1974, posee hasta hoy en día un gran poder para descifrar la tendencia de la privatización del espacio, especialmente el espacio urbano. Específicamente para los lectores españoles, este libro, con el apoyo de una orientación crítica, promueve la comprensión de los procesos por los que pasa el país frente a una crisis que se originó en el sector inmobiliario y que se arrastra desde el año 2008.

Henri Lefebvre fue un pensador revolucionario y controvertido, con ideas que desafiaban las nuevas ideologías que se estaban forjando a lo largo del siglo XX y que rebatía las negativas a la teoría de Marx a través de la crítica del propio marxismo estructuralista. Tomó el pensamiento de Marx no como leyes o como un sistema cerrado, sino como un punto de partida al cual era necesario dar una continuidad. Con esta perspectiva y atento a los nuevos cambios del capitalismo financiero, el autor pone luz sobre los procesos que van adquiriendo relevancia en la llamada modernidad. Por lo tanto, cuestiones como la crítica de la vida cotidiana, la metafilosofía, las representaciones, el lenguaje, y sobre todo la producción del espacio, marcan su obra e influencian a autores destacados de la teoría espacial crítica, como David Harvey, Edward Soja, Peter Marcuse.

La temática espacial y una propuesta de método

Laproducción del espacio, al igual que los otros libros del autor, nos trae un pensamiento complejo y completo con un potencia teórico-metodológica que abre muchos caminos para una aproximación crítica a los procesos urbanos actuales. No es un lectura nada fácil. Requiere llevar hasta las últimas consecuencias la dialéctica como interpretación de los procesos sociales, políticos y económicos. Además, Lefebvre tampoco se basa en modelos. Al contrario, él rechaza los sistemas y desarrolla las ideas de movimiento, de contradicciones y de tendencias.

Paralos estudios urbanos críticos, este libro se ha convertido en un referente, ya que, según Emilio Martínez, “se trata ésta de una referencia importante: la teoría urbana de Lefebvre está singularmente anclada a la reconstrucción del marxismo.” (2013: 37). Podemos considerar que Lefebvre marca la transición de una teoría que se basaba en la organización del espacio hacia otra que trata de descifrar la producción del espacio. Las consecuencias teóricas y metodológicas son infinitas para aquellos que tratan e intervienen en temas urbanos. De alguna manera nos ponemos ante ellas a partir de la exposición Lefebvre en este trabajo, como también en otros libros: ElDerecho a la Ciudad (1968), LaRevolución Urbana (1970), Elpensamiento marxista y la ciudad(1972) o Espacioy Política (1973). Pero, sobre todo, nos llama a reflexionar sobre el significado y la relevancia de la producción del espacio y su problemática en la actualidad.

En la edición española, el libro contiene un prólogo de Ion Martínez y una introducción del traductor Emilio Martínez. Este último, profesor de sociología en la Universidad Complutense de Madrid, nos da una visión amplia de la etapa en que Lefebvre dedicará sus pensamientos a la ciudad y a lo urbano, como también nos sitúa las ideas de relevancia contenidas en la obra. Luego está el Prefacio y los siete capítulos en los que el autor desarrolla las hipótesis sobre el papel de la producción del espacio en el llamado neo-capitalismo.

El espacio social

Desde el principio,en el prefacio, el autor afirma que, dado que el espacio ya no puede ser pensado como algo pasivo y vacío, es necesario situarlo como producto de las relaciones sociales. Sin embargo, no es un producto cualquiera, pues el mismo espacio también interviene en la producción. No es ni un sujeto ni un objeto, el espacio es una realidad social, un conjunto de relaciones y formas. Este espacio social producido contribuye a la reproducción ampliada ya que entra en las relaciones de producción y de las fuerzas productivas. Interfiere en los diversos niveles de la realidad social, como en las relaciones de dominación, en las superestructuras, en las bases, yuxtaponiendo y sobreponiendo procesos que se diferencian a lo largo del desarrollo del modo de producción. Por último, el espacio social tiene una forma, la del encuentro, de la reunión y de la simultaneidad. Reúne todo lo que se produce, forma una centralidad con posibles contenidos contradictorios y diferentes espacios-tiempo. Por lo tanto, elentender la producción del espacio significa conocer una historia del espacio, que durante mucho tiempo fue desatendida por la idea de la organización de los productos sobre él.

Para Lefebvre, en la modernidad, la producción del espacio tiene una tendencia hegemónica: aquella de la producción de un espacio abstracto atrapado en una tríada dialéctica entre homogeneización-fragmentación-jerarquización del espacio. Desde el punto de vista del método, el autor pone de manifiesto una característica importante de su razonamiento - las tríadas - que dan cuerpo al movimiento dialéctico. Esta unidad triádica funciona con una relación de negación y simultaneidad entre los dos primeros términos y una superación de la contradicción en el tercero, aunque temporal. Por lo tanto, en todo el texto, esta tendencia se aborda en varios aspectos para llegar a un movimiento unitario rompiendo la fragmentación, propia de las ciencias, y vislumbrando las contradicciones espaciales que se acumulan y cambian de cualidad a través del tiempo.

En el primer capítulo - Plan de laObra - las intenciones declaradas en el Prefacio se sitúan mejor. En primer lugar, al hacer una crítica a la fragmentación, que tiene la función de ocultar el conocimiento del espacio para que sea un instrumento de realización de una hegemonía de clase, afirma la necesidad de una teoría unitaria. Para ello, los conceptos de producción y de producir sirven como la posibilidad de lograr la unidad deseada. Y, al retomarlos, se trata de aclarar el contenido de las prácticas socio-espaciales inherentes a las formas. No es una tarea fácil, ya que, según Lefebvre, el espacio es también un medio de producción y dominación y por eso se oculta el espacio social a través de dos ilusiones, la de la transparencia y la de la opacidad. Presentándolas brevemente, la ilusión de la transparencia aparece como el espacio libre para la acción, como una hoja en blanco sobre la que se puede dibujar o diseñar cualquier plan, es decir, un espacio aséptico donde las relaciones sociales se esfuman sin dejar rastro. Por otra parte, la ilusión realista (opacidad) naturaliza lo social y por lo tanto refuerza la primera.

De esa manera, nos aproxima a las formas de disimular la importancia de la producción del espacio. El autor lanza las hipótesis, de entre las cuales la más importante es que cada sociedad produce un espacio, con un espacio-tiempo específico, con sus centros y formas particulares. En el capitalismo actual, hay una imbricación entre la reproducción biológica, la reproducción de la fuerza de trabajo y las relaciones sociales de producción. Para entenderla, se basa en una tríada compuesta por la práctica espacial, las representaciones del espacio y los espacios de representación. Esta tríada expresa espacialmente la relación de otra, aquella entrelo percibido-concebido-vivido. En varios momentos del libro, Lefebvre muestra la articulación entre estos términos para construir un análisis de los niveles que se superponen, que se influencian entre sí y se entrelazan. Cada uno con una cualidad marcada por el tiempo histórico y, con frecuencia, asentados en diferentes finalidades que dan forma a las contradicciones espaciales.

En este momento de la historia, por ejemplo, la práctica espacial está ligada a lo percibido, a la realidad cotidiana, que incluye la producción y reproducción de los lugares; la representación del espacio asociada al plano de lo concebido está vinculada a las relaciones de producción, al Estado, a un orden distante en que actúan los planificadores, urbanistas; y los espacios de representación, considerados como lo vivido, son los símbolos que vienen de la historia. Todo el mundo participa de manera diferente en la producción del espacio. Recordemos que estas tríadas no consisten en un modelo, sino en una posibilidad de articulación entre los diversos niveles de la realidad y del campo teórico, al que nos lleva para una nueva comprensión de las nuevas contradicciones que surgen en el capitalismo financiero del siglo XXI. El acuerdo entre ellas, con una superpuesta a la otra, y con la presencia de un conflicto permanente, nos acerca a la presentación de las estrategias espaciales. Estrategias de clase, que imponen su dominio a través del espacio.

Una historia del espacio

Esta propuesta de método nosayuda a pensar en el significado de los modelos de ciudad y las fuerzas sociales y políticas implicadas en la reproducción o la renovación de una práctica espacial, ya sea del Estado, ya sea de la propia sociedad civil. Se trata de planes y proyectos concebidos y legitimados por signos que oprimen lo vivido a partir de una cotidianidad programada. Tales planes no pasan indemnes del bullicio de la vida, acumulando unos conflictos que estallan en un momento dado. También el método revela las escalas articuladas entre las estrategias capitalistas mundiales y las dellugar, de lo cotidiano, pero sobre todo apunta que cada fragmento de espacio contiene una multiplicidad de relaciones que nos lleva a esta articulación entre lo local y lo global.

En esta construcción del desarrollo teórico y práctico de las hipótesis, Lefebvre afirma que existe producción y proceso productivo del espacio. Por este hecho, sostiene que hay una historia del espacio marcado por los modos de producción existentes a lo largo de la civilización. Así, con las distintas calidades en cada período, el autor señala pasajes entre las producciones de espacio, como la del espacio absoluto para el abstracto, las contradicciones generadas que indican un posible cambio de la hegemonía del espacio abstracto en espacio diferencial. Si en la época de los romanos se vivía el espacio absoluto con los aspectos religiosos y políticos que caracterizaron ese período, aún se conservan las relaciones inmediatas y cercanas del ciclo de la naturaleza. Cuando se erige la época de la acumulación, un nuevo espacio se gesta, el abstracto. Es reconocido por su formalidad y cuantificación. En él, las diferencias tienden a desaparecer en favor de una rentabilidad dada por la mercancía, y que impone una homogeneidad vista en la morfología de las ciudades, en las redes mundiales, pero sin desaparecer con las desigualdades.

Cuando se trata del espacio abstracto, lo conecta a la historia de la acumulación y la secularización del Estado. El punto álgido es la industrialización que impone una urbanización globalizada. El tiempo y el espacio se convierten en urbanos. Es en este espacio donde se consolida la trinidad capitalista (tierra-trabajo-capital) y expande su lógica a todos los rincones del mundo. Su finalidad es la homogeneidad y esta relación lógica se convierte en hegemónica. Sin embargo, las contradicciones aparecen, porque este mismo espacio se fragmenta, ya sea por un asunto formal como la propiedad privada, ya sea por las violencias de la abstracción que implica la segregación socio-espacial. Trae consecuencias como la fragmentación del cuerpo a través de especializaciones, propagandas y se convierte en el medio donde se produce la falsa conciencia. El espacio abstracto tiene las representaciones que justifican las reglas y normas impuestas a los lugares por una orden distante, la de las instituciones, que jerarquizan espacios por medio de funciones. La pregunta que Lefebvre aborda entre habitar / hábitat es un ejemplo. Mientras el habitar significaba relaciones inmediatas, referenciadas por espacios de representación, el hábitat lo sustituye e impone una abstracción funcional, convirtiéndose en un instrumento de poder al suprimir los usos del habitar.

Las contradicciones del espacio

Elespacio abstracto por excelencia, es represivo y oculta la propia explotación que engendra acumulando más contradicciones. Además de la relación entre homogeneidad-fragmentación, también genera la escasez de espacio. Este hecho, ligado a la nueva abundancia, transforma aquellos elementos de la naturaleza presentes en gran cantidad en bienes escasos. Este giro provoca contradictoriamente una valorización por la escasez. Un espacio de ocio y dedicado al turismo está relacionado con este circuito de rentabilidad. Son las bellezas naturales escasas los posibles elementos que destacan para la venta de espacios. Incluso las obras de la historia de las ciudades, producidas en otro modo de producción, se convierten en patrimonio cultural y arquitectónico y entran en el circuito de escasez / valorización.

La relación centralidad-periferia también se inserta en el principio de la lógica de la escasez de espacio. Las inversiones en lugares específicos, centralizando poder y segregando otros elementos de la vida urbana, se reproduce ayudando a mantener el ejercicio del poder, así como abre frentes de rentabilidad. Es en este momento cuando se vislumbra la dialéctica entre las contradicciones en el espacio y las contradicciones del espacio.

Aun enel universo de las contradicciones del espacio, la actividad turística y de ocio es, según Lefebvre, un espacio contradictorio por excelencia. Está dispuesto en el paso del espacio de consumo hacia el consumo de espacio. Es decir, en la lógica de la acumulación, en que predomina lo cuantitativo, lo cualitativo no desaparece, sino que sirve a los mecanismos de valorización y realización de la mercancía. Cuando una familia se va de vacaciones, el turismo parece ser uno de los principales sectores de inversión y rentabilidad, basados en la industria de la construcción civil, ofreciendo tiempo de descanso necesario para la recomposición de la mano de obra. Se trata de un espacio dominado, sea funcional o jerárquicamente. Incluso atravesados por las representaciones y sumergidos en el consumo, el cuerpo todavía busca el deseo y trata de ejercerlo en estos momentos de ociosidad, en otro ritmo distinto de la cotidianeidad programada.

Así, para Lefebvre, “El espacio se inscribe en su totalidad en el modo de producción capitalista modernizado: se utiliza para la producción de plusvalía. La tierra, el subsuelo, el aire y la luz se incorporan a las fuerzas productivas y a los productos. El tejido urbano constituido por múltiples redes de comunicación e intercambio forma parte de los medios de producción. La ciudad y los diferentes establecimientos (oficinas postales, estaciones ferroviarias, depósitos y almacenes, transportes y servicios diversos) constituyen capital fijo. La división del trabajo penetra el espacio entero (y no sólo el ‘espacio del trabajo’, el de las empresas). El espacio en su conjunto se consume productivamente, al igual que los edificios y locales industriales, las máquinas, las materias primas y la fuerza de trabajo misma.” (2013: 380)

Estas contradicciones tratan de ser borradas por la técnica de la reducción. Sin embargo, en grietas, saltan a la vista. El uso aparece en conflicto con el intercambio que insiste en sobreponerse y, de ese modo, una de las contradicciones centrales del capitalismo se profundiza con la entrada estratégica de la producción de espacio en la acumulación: entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. La permanencia de los códigos, de los usos, de los ritmos dictados por un vivido que irrumpen con el intercambio, choca con la homogeneidad requerida. Es en el espacio que se lee la lucha de clases. Los conflictos urbanos, por ejemplo, impiden la dominación absoluta del espacio abstracto, pero también revelan su hegemonía. Por encima de todo, revelan que “este espacio nada tiene de inocente: está al servicio de tácticas y estrategias particulares; no es sino el espacio del modo del producción dominante, el espacio del capitalismo, administrado por la burguesía. Consiste en ‘lotes’ y se organiza represivamente en función de los puntos fuertes de los alrededores” (2013: 393). En este espacio instrumental, la práctica espacial asume el papel de ocultar los conflictos.

Hacia un proyecto: el espacio diferencial

Como partedel método, Lefebvre también señala las posibilidades de un proyecto, la apropiación dada por la producción de un espacio diferencial, porque para él “¡Cambiar la vida! ¡Cambiar la sociedad! Nada significan estos anhelos sin la producción de un espacio apropiado” (2013: 117). A partir de las contradicciones del espacio busca las pistas del espacio diferencial.

El espaciodiferencial restaura las diferencias ante la tendencia de la homogeneidad del espacio abstracto. Tales diferencias, como expone el autor, comienzan como resistencias al margen de las centralidades. Pueden ser absorbidas o no por la misma centralidad, dependiendo de la práctica defensiva o de contraataque. Esas diferencias están contenidas en los conflictos. Pero se pregunta, ¿por qué las "masas" a menudo aceptan lo cuantitativo y lo homogéneo? Una cuestión central se plantea: porque necesitan sobrevivir, antes que vivir. Superar este dilema y proponer un contra-proyecto es algo que todavía se está asentando en una ambigüedad. Asimismo, los intentos nunca cesan. Podemos ver en numerosas manifestaciones que tienen lugar actualmente en Barcelona, ​​la lucha contra el aumento del precio del transporte público (Stop Pujades) o contra el consumo de espacio por el turismo (Barceloneta, Ciutat Vella, Sagrada Família). Por lo tanto, además del Derecho a la Ciudad proclamado en 1968, se trae para superar el espacio abstracto la reivindicación del Derecho a la Diferencia.

Muchascontribuciones son sugeridas por Henri Lefebvre, como una crítica al urbanismo, la profundización del significado del espacio social, la función del discurso y del lenguaje, entre otros. En una breve reseña no es posible exponer y desarrollar éstos con plena satisfacción. Lo que queda aquí es una invitación a entrar en una obra que nos abre varias vías hacia la reflexión sobre el espacio, pero principalmente emprende la aventura de pensar sobre el significado de la producción del espacio bajo el capitalismo financiero. Si cada modo de producción produce su espacio, el capitalismo también lo hace, con matices a partir de las fases de acumulación.

Sin embargo, su papel aún no está bien descubierto. Todavía falta poner el foco en este potente concepto que nos permite entender las prácticas espaciales y que forma la realidad urbana que vivimos en el siglo XXI. La profunda ideología que deja en el oscurecimiento a la producción del espacio, poco a poco va siendo erosionada y, tal vez, a la luz de sus ideas superamos afirmaciones tan constantemente reproducidas como las de la urbanización desorganizada o la falta de planificación. Una lectura como la de este libro nos repone para ser analizada la cuestión de la lógica capitalista que se basa en la desigualdad espacial. Y solamente cambiando las relaciones sociales, políticas y económicas, cambiamos la calidad del espacio.

Creemos queeste libro aporta un pensamiento espacial crítico y radical sobre uno de los aspectos que a menudo se descuida en los estudios sociales, o simplemente se ve como una simple localización de los objetos al servicio de un mero instrumento de poder. La producción del espacio es una realidad social y la superación está en la reapropiación de la producción y gestión colectivo de la misma.

Traducción al español: Pako Belmonte

Nota:
Fabiana Valdoski Ribeiro es post-doctoranda en Geografía Urbana (CAPES) - Universitat de Barcelona; miembro del Grupo de Geografia Crítica Radical - Laboratório de Geografia Urbana - Universidade de São Paulo, y colaboradora de Alba Sud.