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Artículo de Opinión | Territorio y recursos naturales

02-06-2014

Fracking, realidad o ficción

Llorenç Planagumà | Alba Sud / CST

En el debate actual sobre el fracking es central identificar lo que es ficción y lo que es realidad para gestionar bien los esfuerzos de resistencia y la estrategia que nos permita avanzar hacia otro modelo energético.


Crédito Fotografía: Shreveport, Louisiana. Foto de Danie Foster (bajo licencia creative commons).

La fase actual del capitalismo neoliberal se basa en el hecho de que los beneficios del gran capital se consiguen vendiendo ilusiones nunca realizables. Desprendido de toda ética, si es que en algún momento la había tenido, estas ilusiones se generan jugando con las necesidades de un determinado territorio, como pueden ser los puestos de trabajo o las carencias energéticas. El fracking no es ajeno a esta realidad, al contrario, puede llegar a ser una de las ficciones más peligrosas de este modelo porque aplaza decisiones importantes que hay que tomar ahora.

Actualmente hay cientos de concesiones potencialmente explotables a través de la técnica del fracking repartidas por todo el planeta. Una técnica agresiva para la obtención de escasos recursos energéticos. Estas concesiones suelen provocar una fuerte reacción contraria por parte de las comunidades locales que ven peligrar el territorio donde viven y la manera de habitarlo. Hay muchos análisis disponibles del porqué hemos llegado a este callejón sin salida que nos lleva al uso de este tipo de técnica. Lo podemos resumir al hecho que se debe al fin de un ciclo debido a la crisis energética provocada por el encarecimiento de los hidrocarburos (sobre todo el petróleo), al haber explotado hasta ahora lo que era fácil de extraer y por tanto energéticamente muy rentable.

En este contexto, si las concesiones para la explotación de estos hidrocarburos fueran geológicamente tangibles habría el problema de decidir si se da permiso o no en función de un análisis socio-ambiental, y con la participación de las comunidades locales en la decisión. Pero el neoliberalismo actual no quiere realidades, porque estas no generan muchos beneficios, lo que quiere es vender ilusiones sean posibles o no para lucrarse con las expectativas y el engaño. Por eso ya es habitual la organización de una gran obra de teatro, cuando se conoce previamente que el proyecto no será viable. Pero la intención verdadera es convencer a otros, inversores particulares y fondos inversión, para que asuman el riesgo (el beneficio de pocos, el riesgo de muchos). "Burbujas económicas", como se llama en la jerga económica, que gozan de la complicidad de las agencias de calificación, y que en el caso del fracking califican muy bien los paquetes de concesiones de las empresas sin comprobar cuáles son geológicamente rentables y cuáles no, con el peligro que esto representa, como se pudo comprobar en el caso de la crisis de las subprime en 2008.

Una de las pruebas de este comportamiento ha aparecido recientemente a través de una noticia publicada en The Guardian. El artículo explica que las reservas de hidrocarburos (yacimientos potencialmente explotables) con las que se contaba para fracking no eran reales ni en California y seguramente en el resto de los EEUU. En el Estado de California calculan que son un 96% inferiores a lo previsto, y muchos inversores se están retirando perdiendo dinero a causa de una mala previsión. Mientras hay algunos que han ganado mucho dinero vendiendo la posibilidad utópica de la soberanía energética de los EEUU. Este discurso geopolítico, científicamente falso, ha llegado a todos los gobiernos y debates políticos del mundo e increíblemente se basaba en una realidad que no existe, en una ficción global.

¿Estamos luchando contra un gigante de humo? ¿Un monstruo que cuando le has vencido percibes que no era real? ¿Cuántas luchas por todo el planeta tienen ante sí este espejismo? En el caso del fracking muchas. Son luchas que no deben abandonarse, ni desfallecer en la resistencia, pero hay que ser conscientes de que el combate no es contra estos proyectos de ficción sino contra quien genera estas burbujas prometiendo soberanía energética o lugares de trabajo. Y por lo tanto hay que plantear la estrategia adecuada, que escape el entretenimiento que provocan los proyectos de ficción aplazando la solución de un problema urgente. Por eso es importante cuando nos oponemos a concesiones para fracking incorporar dos puntos clave:

  • Primero, investigar a fondo si son realidad o ficción, y si son falsos incorporar la denuncia como tal y pedir la creación de una ley que penalice estos proyectos especulativos.
  • Y segundo, incorporar alternativas al modelo actual. Alternativas que en el caso del fracking pasan por las renovables pero también por la socialización de la energía y la creación de una sociedad energéticamente mucho más eficiente (movilidad colectiva, viviendas cooperativas y un largo etc.).

Es básico por tanto incorporar la cultura científica en las movilizaciones sociales en contra el fracking, avanzar hacia una "tercera cultura", tal y como explicaba Francisco Fernández Buey [1].

En el debate sobre el fracking es central situar lo que es ficción y lo que es realidad para gestionar bien los esfuerzos de resistencia, y es también estratégico, más ahora que en Europa hay un fuerte debate político sobre si hay o no esta técnica en base a los impactos ambientales que genera, cuando el debate de fondo es cómo relocalizamos la energía y creamos un modelo socioeconómico que no dependa de los combustibles fósiles. Un modelo que al mismo tiempo genere puestos de trabajo respetuosos con el entorno que habitamos. Se trata de una estrategia que debemos trabajar desde abajo, con movimientos sociales, sindicatos, municipios, empresas socialmente responsables como las cooperativas, para luego poder proponer políticamente una alternativa.

Oponerse al fracking, que en muchos lugares es tan importante como pedir su prohibición, implica trabajar a favor de otro modelo más sostenible que con seguridad será más real que el fracking. La estrategia a seguir debería ir en la dirección de apoyar redes de complicidad y aprendizaje para la creación de otro modelo energético, como por ejemplo laXarxa per la Sobirania Energèticaen Catalunya. Pero no basta con que sea de ámbito catalán, es necesario extenderse al menos por todo el sur de Europa. Habrá que analizar qué diferentes realidades existen y por eso la actividad política en estos tiempos no pasa sólo por los parlamentos (catalán, español, europeo), sino por otros ámbitos tanto o más decisivos y hay que contar con todas las facilidades posibles para poder combatir las ficciones y realidades del neoliberalismo con propuestas propias. Son tiempos de alianzas y de generar propuestas, de complicidad entre movimientos y ciencia, de acción política donde lo que importante es unir actores para buscar cómo salir de este callejón que en este momento de la historia nos toca inevitablemente vivir.

 

Notas:
[1] Sobre la formulación de la idea de "tercera cultura" en la obra de Francisco Fernández Buey se puede ver el artículo de Jorge Riechmann, “Comprender, luchar, amar: la vida y el pensamiento de Paco Fernández Buey (1943-2012)”, publicado en: Carlos Javier Mosquera Suárez (comp.), Miradas contemporáneas en educación. Algunos puntos clave para el debate. Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, 2014, pp. 45-70.