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Artículo de Opinión | Mundo global | Islas Baleares

30-06-2013

La intocable superclase balear (offshore, of course)

Joan Buades | Alba Sud

¿Se han preguntado si es posible que exista en Baleares una superclase, capaz de condicionar las grandes decisiones sobre turismo, territorio o incluso todos los gramos de hacienda o policía tolerables para sus intereses?


Crédito Fotografía: Oficina de Banca March en Londres. Foto de Xesc Arbona (con licencia creative commons)

Cansa oír hablar solo de los nuevos pobres, de inmigrantes que mueren en hospitales, de niños con hambre y de ancianos en quiebra. Esto es muy malo para la imagen turística de Baleares, como dicen los lobbistas. Tampoco es muy fashion recordar que en Baleares sufrimos el expolio fiscal más grande en favor de la casta imperial, más del 14% de toda la riqueza producida legalmente, casi un 50% superior al que asola a Cataluña. Basta de negatividad. ¿Por qué no miramos que también hay gente avispada a quien le va la mar de bien allí donde nosotros no lo conseguimos? ¿Qué tienen ellos que no tengamos ustedes y yo? David Rothkopf, un analista alabado por el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz, ha acuñado el concepto de "superclase" para la élite global que dirige la sala de máquinas del mundo. Cuenta que no pasan de 6.000 individuos sobre más de 7.000 millones los que verdaderamente cuentan, se encuentran en Davos y comparten consejos de administración y modelo de avión privado. Son muchos menos que el famoso 1% que estaría ahogando el 99% de la humanidad que denuncia el Occupy Wall Street. Sabiéndlo, ¿se ha preguntado si es posible que exista en Baleares una superclase así, capaz de condicionar las grandes decisiones sobre turismo, territorio o incluso todos los gramos de hacienda o policía tolerables para sus intereses?

Antes de contestar, espabilados. No hagáis caso de la cantinela que solo el 20% de la economía balear funciona en negro (apenas dos puntos más que la media española), más de 6.000 millones de euros que esquivan la supervisión pública. Y que, de acuerdo con el sindicato GESTHA, el fraude fiscal sería de unos 1.000 millones. Si Súper Montoro afirma que los tres grandes pilares de la economía sumergida serían la construcción, el turismo y el comercio, justo los pilares de nuestra economía, huele a que quizás la cifra real de lo que se mueve en negro debe ser cerca del doble. Y que la porción absolutamente pantagruélica del fraude corresponde a las grandes fortunas y las empresas transnacionales, no a los de abajo. ¿Quienes serían los afortunados en esta tómbola? Pues, sin duda, grandes prohombres de la banca enriquecidos bajo el franquismo, como Juan y Carlos March (Corporación Financiera Alba, el primer grupo inversor de España), Abel Matutes Juan (ex jugador del Espanyol, según la Enciclopedia de Ibiza y Formentera) y Miguel Nigorra (Banco Popular). También hay fortunas turísticas clave como Gabriel Escarrer, Miguel Fluxá y Simón Pedro Barceló. Añadiríamos terratenientes tipo Klaus Graf o Peter Eisenmann, además de constructores especializados en cemento al país de la talla de Vicenç Grande o Melchor Mascaró. Sin olvidar algún representante conspicuo, como la Paca, de las llamadas fortunas "narcóticas".

¿Cómo lo hacen para pasar desapercibidos? No son muy originales. En Baleares pasa lo mismo que en el resto del planeta. Las grandes fortunas se disimulan a través de una telaraña de sociedades que toman el sol en las verdaderas playas del capitalismo, los paraísos fiscales. Hacen caja aquí o en cualquier parte pero, gracias a testaferros en la City de Londres, en Wall Street, los Países Bajos o Suiza, consiguen no pagar prácticamente nada a la hacienda pública. En la misma calle Jaume III de Palma puede informarse del estrés que lleva el consulado de Luxemburgo. El imperio turístico más importante de Baleares, Sol Meliá, reconoce que tiene más de 20 sociedades en Jersey, las Caimán y Panamá, donde, curiosamente, no hay oferta hotelera. Ahora bien, es cierto que la superclase local aporta un valor añadido respecto a la superclase global y es su falta de interés por, al menos, hacer caridad filantrópica. Muy pocos tienen fundaciones, ninguna de estas dedica nada digno al progreso cultural, educativo o social en Baleares y, si lo hacen, vía subvenciones públicas se lo devolvemos. La donación del yate Fortuna al rey de España, que provocó jugosas reducciones en el impuesto de sociedades, es el ejemplo más excelso. No piensen que son unos vivos y que se la saben larga, estos triunfadores, como si no nos perjudicara a nosotros. ¿Cuánto nos cuesta esta piratería fiscal de la superclase balear en comedores escolares, camas hospitalarias, hogares para ancianos o protección del medio natural? Nadie lo sabe exactamente, porque los intocables de la superclase balear no se les pregunta nada, se les hacen genuflexiones. Revise los regalos legislativos del encargado Bauzá a la Diputación Provincial y lo entenderéis todo.

 

Publicado originalmente en catalán en Ara Balears el 30 de junio de 2013. Traducción al castellano de Alba Sud.