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Artículo de Opinión | Turismo Responsable | España

07-07-2021

Campings, ¿una nueva oportunidad pospandemia?

Marina Pérez Gamisel | Alba Sud

El camping puede ser una pieza clave para la reactivación del sector turístico, en especial en mercados de proximidad vinculados a las necesidades de amplias mayorías. ¿Pero cómo ha evolucionado el sector? ¿En qué contexto se encuentra? ¿Puede ser realmente una alternativa turística para clases trabajadoras?


Crédito Fotografía: Camping Gironella. Imagen de Oscar Juarez.

Durante décadas la base del alojamiento turístico internacional ha sido el hotel. Sin embargo, paulatinamente, fueron surgiendo otras formas de alojamiento turístico extrahoteleros, como los campings. En España los primeros campings surgieron en los años 50 del siglo pasado. Los pioneros del camping eran sobre todo familias que se instalaban con tiendas de campaña en montes y costas, desde la primavera hasta el final del período estival. En su mayoría se trataba simplemente de terrenos con espacio para acampar, pero poco a poco fueron dotándose de servicios mínimos a petición de los campistas que los frecuentaban. Y en los años 60 empezaron a llegar las primeras caravanas, que por su comodidad fueron una auténtica revolución para el mundo del camping.

El camping, como oferta de ocio en contacto con la naturaleza, ha evolucionado durante las últimas décadas, tanto en los servicios que presta como en el tipo de alojamiento que ofrece y, por tanto, se han transformado también los roles entre campistas y las relaciones personales que ello conlleva.

Potencialidad del mercado nacional

Cataluña contaba en 2019 con 354 campings, con 271.419 plazas, según datos oficiales del Instituto de Estadística de Cataluña. Aproximadamente un tercio de estos se concentran en la Costa Brava. La mitad del total de establecimientos eran de 2ª categoría. Además,Cataluña es el primer destino de camping en España, al concentrar, en 2018, 4 de cada 10 pernoctaciones. Con más de 3 millones de viajeros, en 2018 alcanzó una cuota de mercado del 42% del total español, según la Federación Catalana de Camping. El gasto medio diario de los turistas internacionales en 2018 fue de 145,3€, mientras que el de los nacionales de 65,8€. Esta diferencia ha hecho que muchos campings priorizaran una clientela extranjera. Sin embargo, han sido los turistas españoles, con una ocupación media del 65% durante los meses de julio y agosto, los que en 2020 salvaron la temporada de verano, marcada por la crisis sanitaria y la práctica ausencia de turismo extranjero, según la Federación Española de Campings (FEEC). Así, el 70% de los campistas procedieron de provincias limítrofes o de la misma Comunidad Autónoma.

Fuente: Kitty Terwolbeck, bajo licencia creative commons.

Como indican los datos de ocupación del pasado verano, el mercado nacional mostró una tendencia de crecimiento, y si bien no tiene capacidad suficiente para substituir al mercado internacional en su totalidad, si mantiene su crecimiento podría llegar a “salvar” la temporada, y sortear así la dependencia que existe con ese mercado. De hecho, la misma FEEC espera que este verano de 2021 se produzca un crecimiento de la ocupación gracias al mercado nacional: “el sector alcanzará el 80% de ocupación, dato muy importante si se tiene en cuenta que apenas un 10% de estas reservas son de clientes extranjeros cuando habitualmente suponían un 25%”.

Para evitar recaer en la dependencia del turista internacional se debería fomentar este tipo de turismo a nivel nacional, aprovechando el aumento de interés que se ha generado tras la pandemia. La demanda no es exactamente la misma, ya que hay diferencia entre cortas y largas estancias, pero en cualquier caso no es menospreciable en un contexto de transición socioecológica que también debe emprender el turismo.

Cambios en los modelos de negocio y en los perfiles

En Cataluña, entre los usuarios de camping, tradicionalmente han destacado dos grandes grupos:

  • Campistas de larga duración. Familias con edades comprendidas entre los 40 y 49 años, aunque con una presencia de núcleos familiares más jóvenes y/o jubilados. Muestran interés por realizar rutas turísticas y visitar lugares de interés histórico de los alrededores de su alojamiento, especialmente aquellas actividades que puedan realizarse con niños y niñas. Este perfil de turista muestra un grado de fidelidad elevado.
  • Usuarios temporales. Turistas muy jóvenes (de entre 20 y 29 años o, en algunos casos, entre 30 y 39), con empleo y de niveles de renta medios. Responden a motivaciones lúdico-culturales y se sienten comodidad viajando con amistades. Aprovechan las vacaciones para realizar rutas turísticas atraídos por el patrimonio cultural, la gastronomía y, actividades nocturnas lúdico-festivas de la zona de costa. Suelen buscar la comodidad de un bungaló completamente equipado para no tener que preocuparse de lo cotidiano, incluso llegando a usar el servicio de restauración para ahorrar tiempo y esfuerzo. Este perfil ha sustituido el alojamiento hotelero tradicional por otro con normas menos rígidas.         

La convivencia comunitaria que se respiraba en los campings durante los años 60 y 80, fue substituida progresivamente por nuevas dinámicas. De este modo, se agudizaron las diferencias entre campings según la categoría de los alojamientos, su coste o la mercantilización de los servicios de los establecimientos. Estos se abrieron a nuevos clientes o incluso a usuarios que no se alojan en el establecimiento. De tal manera que, el sentido de comunidad que constituía parte del atractivo de los campings se fue perdiendo. Sin embargo, estos cambios posibilitaron rentabilizar las inversiones realizadas más rápidamente y aportar valor añadido al negocio.

Óscar Juárez, usuario del Camping Gironella desde hace veinticinco años, ha sido testigo de esta transformación: “Recuerdo que cuando era pequeño apenas había una cancha de futbol de tierra en la que a menudo las malas hierbas se adueñaban del campo. Ahora hay dos pistas de futbol, una de vóley playa, una de básquet de cemento y tres de pádel”. Óscar explica que la construcción de la primera pista de pádel supuso una completa revolución para el camping, porque muchos usuarios apenas conocían el deporte y rápidamente se aficionaron, pese a tener que pagar el servicio aparte. Entonces los propietarios del establecimiento se apresuraron a construir dos pistas nuevas de pádel al ver la rentabilidad económica, y que esto generó definitivamente cambios en el perfil de los campistas. “Ahora viene tanta gente de fuera dispuesta a pagar que ya apenas pueden jugar los campistas porque es difícil encontrar disponibilidad de pista”, sentencia.

Fuente: Rickpilot, bajo licencia creative commons.

Con el paso del tiempo, se ha constatado un cambio de demanda provocado por un aumento de los campistas temporales, quienes buscan disfrutar de la experiencia, sin tener que realizar una inversión inicial ni formar parte de la comunidad, y sin renunciar a una mayor comodidad. Para dar respuesta a estas nuevas necesidades, el sector ha ofertado otras formas de alojamiento dentro del camping, fundamentalmente mobilhomes, bungalós, glamping, tiendas, eco roulottes, entre los principales. Esto supuso una reorientación del modelo de negocio y cambios en la distribución de los espacios, lo cual, a su vez, ha hecho cambiar los equilibrios entre distintos tipos de usuarios.

Además, algunas familias usuarias de campings de larga estancia han visto afectada su capacidad adquisitiva a raíz de la crisis económica del 2008 y la actual pandemia, por lo que han puesto en venta sus caravanas. Esto ha reducido el número de ventas de primera mano y, a la vez, ha producido que aumente la venta de autocaravanas, ya que estas brindan mayores posibilidades de movilidad. Según los datos aportados por Asociación Española de la Industria y Comercio del Caravaning, (ASEICAR) en el año 2019 se matricularon un total de 8.903 autocaravanas en todo el país. De estas, una tercera parte son unidades que ya tenían una matriculación europea anterior, es decir, se trataría de vehículos de segunda mano llegados desde el extranjero y que después han sido vueltos a matricular en España.

Una oportunidad a potenciar

La crisis socioeconómica derivada de la pandemia ha acelerado las tendencias hacia un mayor empobrecimiento, precarización y exclusión social, aumentando las desigualdades. En este contexto, los campings se han convertido en un lugar refugio para el ocio de las clases trabajadoras porque, además de resultar más barato que otras opciones, posibilita un espíritu de comunidad que no ofrecen otro tipo de establecimientos. La situación pospandémica ha evidenciado sus potencialidades, especialmente como oferta de turismo de proximidad. Establecimientos situados en primera línea de playa o en la zona interior permiten a los usuarios establecer vínculos con la naturaleza, las comunidades locales o relaciones sociales al aire libre sin implicar grandes desplazamientos. Al mismo tiempo se potencian otros puntos de interés turístico próximos al establecimiento.

Este sería momento especialmente adecuado para que las administraciones públicas apostaran por el camping cómo una pieza clave en la recuperación económica del sector turístico, que debería pivotar, en primer lugar, en las necesidades de la propia población local. Las herramientas con que hacerlo pueden ser variadas, pero primero habría que centrar la atención en la importancia que el camping puede tener en la actual coyuntura.

 

Este artículo se publica en el marco del proyecto “Laboratorio de turismos de proximidad”, impulsado por Alba Sud con el apoyo de Barcelona Activa – Impulsem el que fas (2020), financiado con el Impuesto Turístico.