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#TourismPostCOVID19 | Turismo Responsable

18-08-2020

Una tripulación atrapada en los cruceros

Angela Teberga | Alba Sud

En el contexto de la pandemia de la COVID-19, la tripulación de los cruceros ha visto cómo su repatriación se aplazaba reiteradamente, lo que ha puesto en riesgo su salud, además de vulnerar múltiples derechos. 


Crédito Fotografía: Getty Images.

Después de que se suspendieran las operaciones de los cruceros y la mayoría de los pasajeros desembarcara, surgió otro problema al que tendrían que hacer frente los miembros de la tripulación: la epopeya del regreso a sus respectivas casas. Los miembros de la tripulación quedaron atrapados en los barcos, por una serie de razones que explicaremos a continuación, sin perspectivas de repatriación. En un artículo del 17 de mayo, el diario Miami Herald estimó que más de 100.000 miembros de la tripulación aún estaban esperando ser repatriados; de esa cantidad, un poco más de la mitad estaban en aguas estadounidenses, según la BBC. En otro artículo del mismo Miami Herald un mes después, el 15 de junio, se estimó que unos 40.000 tripulantes de cruceros aún no habían sido repatriados. Y en fechas recientes, el 8 de agosto, el periódico USA Today estimó que a primeros de agosto nos 12.000 aún se encontraban en aguas estadounidenses

Hubo varias quejas sobre el encierro forzado. En un artículo del periódico alemán Zeit del 28 de mayo, los periodistas narraron las historias de tres trabajadoras que aún esperan ser repatriadas. Una dijo que se sentía "como en una prisión", especialmente cuando el barco estaba en el puerto sin poder desembarcar. Otra se quejaba de la falta de información, del elevado cobro del servicio a Internet que necesitaba usar para poder comunicarse con sus familiares, y también de los pequeños camarotes sin ventilación.

Además de estar atrapados en las naves (como si fuera poco), también tuvieron que vivir con la proliferación del nuevo coronavirus. Muchos miembros de la tripulación se habrían contagiado durante el período de cuarentena, porque en los primeros días de la cuarentena forzosa, las medidas de aislamiento e higienización del buque habrían sido insuficientes. El barco Celebrity Infinity (Celebrity Cruises) se dio a conocer internacionalmente por la realización de una fiesta para su tripulación durante la cuarentena, incluso conociendo todos los riesgos que se podían producir. Este no fue el único caso. También hay noticias similares sobre el Celebrity Apex (Celebrity Cruises). Uno de los miembros de la tripulación dijo: "Cuando todo el mundo hablaba de distanciamiento social, organizaron una fiesta de equipo”, en declaraciones recogidas por el Click Orlando. 

La situación se volvió tan tensa entre los trabajadores embarcados que incluso ha habido noticias de suicidios de miembros de las tripulaciones. Jim Walkeren su blog Cruise Law News, afirma que entre 6 y 10 suicidios de tripulantes se podrían haber dado en los buques Jewel of the SeasMariner of the SeasHarmony of the Seas (Royal Caribbean), Carnival BreezeRegal Princess (Princess Cruises), AIDAblu (AIDA), Vasco da Gama (Cruise and Maritine Voyages) y Scarlet Lady (Virgin Voyages). Todos ellos fallecieron por causas que aún no se han aclarado adecuadamente.

Después de estas muertes, varias protestas estallaron en diferentes naves. La imagen 1 muestra la protesta de los miembros de la tripulación del Majesty of the Seas (Royal Caribbean), que cuelgan la pancarta con el mensaje: "¿Cuántos suicidios más necesitamos?

Fuente: Jim Walker | BBC.

Las quejas surgieron en particular por el aplazamiento del plan de repatriación de los trabajadores. Los acuerdos de repatriación se pospusieron o modificaron varias veces, lo que causó confusión y descontento. Un par de tripulantes brasileños, Caio Saldanha y Jessica Furlan, informaron detalladamente sobre el período de cuarentena a bordo por las redes sociales. El DJ Caio Saldanha declaró al informe del periódico Hoje em Dia, publicado el 4 de mayo, que no confiaba en la programación de la repatriación y que la falta de perspectivas generaba una profunda atmósfera de tensión entre toda la tripulación. "Estamos siendo tratados como carga", dijo al periódico Metrópoles. La repatriación de la pareja tuvo lugar solo en los primeros días de junio. (En el siguiente artículo de esta serie, publicaremos nuestra entrevista con Caio Saldanha, en exclusiva para Alba Sud).

¿Pero qué pasó para que la tripulación no pudiera ser repatriada, tal como ocurrió con los pasajeros? Al principio, las empresas no creían que la suspensión fuera a durar tanto tiempo, porque creían que la crisis pasaría rápidamente como ocurrió con la pandemia del SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) en 2002. Según el portal Cruise Mapper, algunas compañías predijeron que volverían a operar en 30 o 60 días, como Carnival Cruise, que regresar el 9 de abril, y el Celebrity Cruises, el 11 de mayo. Sería muy costoso para los armadores repatriar a los miembros de la tripulación, de diferentes lugares del mundo, y llevarlos de vuelta a los mismos buques; por lo que a las compañías les debió parecer mejor esperar el regreso de las operaciones con los miembros de la tripulación a bordo.

La propagación del virus y, en consecuencia, la crisis de la pandemia ha sido desde entonces mucho mayor de lo que los armadores habían previsto. Y mientras los armadores esperaban el regreso de sus actividades, los organismos de control sanitario de varios países estipularon la prohibición de los cruceros en sus aguas territoriales. Como resultado, la tripulación tuvo que llevar a cabo una cuarentena forzada a bordo hasta que los barcos fueran liberados para transitar y atracar en algún puerto que les aceptaran. La situación más grave se produjo con la tripulación de los buques situados en las costas este y oeste de los Estados Unidos, cuyo organismo de control sanitario, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades - CDC, estableció normas estrictas para el desembarco de estos miembros de la tripulación.

Incluso después del período de cuarentena forzosa, la repatriación se retrasó una vez más debido a las restricciones de los viajes internacionales. Según un estudio de la OMT, la pandemia de COVID-19 llevó al 100% de los destinos turísticos del mundo (217 destinos) a imponer estas restricciones. Del total, el 45% de los países cerraron todas o parte de sus fronteras a los turistas; el 30% suspendió todos o parte de los vuelos internacionales; el 18% prohibió la entrada de extranjeros de determinados países o que transitaban por ellos; y el 7% aplicó medidas como la cuarentena o el autoaislamiento durante 14 días.

Con un tráfico aéreo limitado, algunas empresas han optado por llevar a los miembros de la tripulación a sus países de origen por medio de navegación (cuando la logística lo permita, por supuesto). Este es el caso del Ruby Princess (Princess Cruises), que operaba en Australia y llegó a Manila el 7 de mayo para repatriar los 214 tripulantes filipinos que aún estaban a bordo. Este fue también el caso del Island Princess (Princess Cruises), cuya tripulación sudafricana fue recibida en el puerto de Ciudad del Cabo con el himno nacional sudafricano. Sin embargo, incluso en estos casos, se requirió un período de cuarentena en el puerto para que la tripulación pudiera desembarcar.

Además de todos los problemas mencionados, también hubo negligencia por parte de los armadores, que tardaron en organizar la tripulación de los barcos cercanos por nacionalidad y luego financiar los vuelos chárter para su repatriación. Por si esto fuera poco, hay varias quejas de la tripulación por la falta de información concedida por los directores, el intercambio de noticias falsas sobre la repatriación e incluso denuncias de amenazas a los miembros de la tripulación debido a filtraciones de información a los medios de comunicación social y al mundo exterior, como se denuncia en el informe de Business Insider.

Mientras tanto, el propio CDC anunció que los buques ya estaban autorizados a atracar en territorio estadounidense, siempre que los armadores cumplieran todos los criterios establecidos por el organismo, incluido el hecho de que no hubiera habido ningún caso confirmado de COVID-19 a bordo en los últimos 28 días. Además, el CDC también exigió presentar un plan de respuesta completo y preciso de "No Sail Order", medida que restringe la navegación por los mares de un territorio determinado, que proporcionara un entorno seguro para que los miembros de la tripulación trabajaran y atracaran con seguridad en los viajes no comerciales. 

Los armadores, por su parte, no parecen haber tratado de regularizar la situación y repatriar a sus tripulaciones, al menos en territorio estadounidense. El CDC actualiza semanalmente la hoja de autorización para el desembarco de buques. El 23 de junio, de los 50 buques que solicitaron autorización para atracar en los EE.UU., sólo 1 (2%) tenía el viaje comercial permitido, el Grand Celebration (Bahamas Paradise Cruise Line), 44 buques (88%) estaban con sus planes en revisión y 5 buques (10%) en espera de confirmación firmada.

Algunos barcos, con el fin de eludir las normas de los CDC, optaron por navegar a países cercanos a los EE.UU., que tenían normas más suaves que las de la agencia de salud de los EE.UU. Este fue el caso de la empresa Royal Caribbean, cuyos principales buques en el Caribe y el Atlántico atracaron en el puerto de Bridgetown, en Barbados, para la repatriación de la tripulación mediante vuelos chárter, según informó Loop News Barbados el 25 de mayo y el  20 de junio de 2020.El barco Harmony of the Seas (Royal Caribbean), por ejemplo, llegó a Bridgetown, capital de Barbados, un país insular de América Central, el 27 de mayo.

La situación empeoró porque muchos de los miembros de la tripulación a bordo, que esperaban ser repatriados, no recibieron el pago completo al que tenían derecho. En un reportaje del USA Todayun miembro de la tripulación declaró que ya no se le pagaba porque se le consideraba un trabajador "no esencial" cuando no había pasajeros a bordo. Aunque recibían alojamiento, comidas y asistencia médica gratuitos del barco, la gran mayoría de los propietarios de los buques acordaron con la tripulación un pago irrisorio por el tiempo a bordo. Así, Bahamas Paradise Cruise Line prometió un pago único de 1.000 dólares para mantener a la tripulación trabajando durante la pandemiaRoyal Caribbean ha pagado un salario de 13 dólares al día; y Norwegian Cruise Line redujo los salarios de toda la tripulación en un 20%.

Folha Santista, en un reportaje del 27 de marzo, denunció que el armador Costa Cruises ofreció dos alternativas indecentes a la tripulación brasileña: 1) dar por finalizado el contrato, a petición del tripulante; o 2) desembarcar sin pagar la multa por el incumplimiento del contrato. El abogado que escuchó el informe, Adriano Ialongo, declaró que, en ese momento, los miembros de la tripulación se vieron obligados a firmar la solicitud de "despedido", a cambio de una "futura indemnización", es decir, el regreso del miembro de la tripulación al buque para poner fin al contrato suspendido, cuando finalmente recibiría lo que le correspondía.  

CLIA, la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros, una organización de derecho privado que reúne a los principales propietarios de buques de crucero del mundo, rindió homenaje a los miembros de la tripulación el 25 de junio de 2020 con motivo del Día Marítimo Internacional. En su declaración oficial afirmó que "trabajan 24 horas para el bienestar de los miembros de la tripulación que permanecen a bordo y para facilitar, en colaboración con los gobiernos locales y el público, su regreso a casa en condiciones de seguridad". No se sabe, sin embargo, qué tipo de ayuda proporcionó efectivamente la Asociación a los miembros de las tripulaciones que esperaban ser repatriados.

Estamos de acuerdo en que en este caso, en particular, se ha planteado un dilema de difícil solución porque, si bien el derecho a la repatriación está previsto en diversos tratados internacionales, la salud pública también se considera uno de los derechos humanos fundamentales y, por lo tanto, la adopción de medidas que limiten la circulación del virus, incluido el cierre de las fronteras, debería ser necesaria en situaciones como ésta. Se ha comprobado, con el paso de las semanas y los meses, que el aplazamiento de la repatriación de los miembros de la tripulación ya no estaba relacionado únicamente con la prohibición de la circulación de los buques en territorios extranjeros, sino más bien con la lentitud, la negligencia y el descuido de las empresas con respecto a sus trabajadores

Hay que recordar que la repatriación es uno de los derechos más antiguos y fundamentales de los trabajadores marítimos. La primera convención internacional sobre el derecho a la repatriación data de 1926, unos años después de la fundación de la Organización Internacional del Trabajo en 1919. 

El Convenio No. 166 de la OIT, cuyo objetivo específico es la repatriación de los trabajadores marítimos, entró en vigor a nivel internacional en 1991, revisando y actualizando el Convenio sobre el mismo tema de 1926 (Convención No. 23). El artículo 2 de la Convención afirma el derecho de todo marinero a ser repatriado. El artículo 4 establece la responsabilidad del armador de organizar la repatriación, por medios apropiados y rápidos, siendo el medio normal de transporte la vía aérea, así como pagar los gastos de la repatriación. El artículo 10 instituye que los miembros que ratifiquen el Convenio deberán facilitar la repatriación de la gente de mar que atraque en sus puertos o que cruce sus aguas territoriales o rutas internas de navegación (OIT, 1987).

Por otra parte, la Convención sobre el Trabajo Marítimo (MLC 2006) contiene la regla 2.5 que tiene como objetivo "garantizar a la gente de mar la posibilidad de regresar a su hogar". El tripulante tiene derecho a ser repatriado si, entre otras situaciones previstas en el punto 1, no es posible pedirle que cumpla con las obligaciones previstas en el acuerdo de empleo. Además, el punto 8 establece que los miembros signatarios no pueden negar a ningún miembro de la tripulación "el derecho a ser repatriado debido a la situación financiera del propietario del buque o porque éste se declare incapaz" (OIT, 2006).

Por su parte, la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF) organizó la campaña "¡Basta!” El principal llamamiento del movimiento es: "Has hecho tu trabajo, cumplido tus obligaciones y aceptado que no podías volver a casa al principio para contener la propagación de Covid-19, pero ya no. Ya es suficiente". La campaña tiene por objeto llamar la atención de las autoridades internacionales y de los CEOs de los armadores sobre el hecho de que mantener la tripulación a bordo después de todo el período de cuarentena forzosa ya no puede ser aceptable.

Hay ejemplos de irregularidades en la repatriación de los miembros de la tripulación, así como de abusos por parte de los empleadores y violaciones de los derechos humanos dentro de los buques. Muchos han caído enfermos, algunos han perdido la vida. Los trabajadores de los barcos son siempre los primeros en embarcar y los últimos en desembarcar. Esta vez, sin embargo, el desembarco tomó mucho más tiempo del que se imaginaba. Estaban atrapados en su ambiente de trabajo, esperando ansiosamente el momento en que pisaran tierra firme. 

 

Referencias:
International Labour Organization – ILO. (2006). Maritime Labour Convention, 2006. Adoptada por la Conferencia en la 94ª sesión. Ginebra: OIT.
International Labour Organization – ILO. (1987). C166 - Repatriation of Seafarers Convention. Adoptada por la Conferencia en la 74ª sesión. Ginebra: OIT. 

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El blog de Angela Teberga

El descubrimiento de las condiciones precarias de trabajo en el sector turístico ha generado en mi una profunda inquietud moral sobre mi posicionamiento, como brasileña, turista, turismóloga, profesora, investigadora y militante. A partir de ese lugar desde el que hablo, discuto en este blog cuestiones sobre la precarización del trabajo turístico en Brasil, desde la perspectiva de los trabajadores y trabajadoras de la cadena productiva del turismo. Los destinos turísticos brasileños, aunque tan deseados por el público doméstico e internacional, han sido testigos de relaciones sociales de explotación laboral, a través de jornadas exhaustivas, bajísimos salarios y violación de derechos.

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